"¿Qué pasaría si todas las terrazas de la ciudad albergaran huertos, si cada uno pudiera cultivar sus propios alimentos en los balcones y si los parques estuvieran llenos de frutales?", se pregunta Ferran Caudet sin ningún temor a ser tachado de utópico.

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Ferran Caudet, periodista valenciano dejó hace cuatro años su trabajo y fundó la Red Sostenible y Creativa (RSC), un colectivo "de personas al servicio de personas" que impulsa todo tipo de proyectos que buscan humanizar nuestros pueblos y ciudades.

Según Caudet, "el campo queda, culturalmente, muy lejos de la ciudad y de sus habitantes. Es una fantasía pensar que los urbanitas regresarán a él, así que debemos darle la vuelta a las ciudades, introducir en ellas nuevos elementos... En definitiva, cocrearlas. Esa es la auténtica revolución verde que necesitamos y que hemos empezado en Valencia con Huerto City".

 

Más que un sembrado

 

Cae la tarde en la capital del Turia y, sobre su lecho de fibra de coco y humus de lombriz, las lechugas despiden el día. A su lado, las plantas aromáticas perfuman el aire. Les acompañan berenjenas y tomates cherry, pimientos verdes y rojos, un pequeño bosque de acelgas y matas de judías verdes.

Todo ello en una terraza de 150 metros cuadrados llena de macetas y trastos, cubos de pintura y cajones de madera reciclados. Es Huerto City, situado en la azotea de un edificio de cinco plantas en el corazón de Velluters –uno de los barrios del centro histórico de Valencia–, una propuesta de sembrado urbano y compartido que no se conforma con la idea de cultivar verduras ecológicas para el consumo propio.

"Queremos crear un lugar donde la gente pueda venir a desconectar del trabajo, a compartir experiencias. No se trata sólo de adquirir los conocimientos básicos para producir alimentos, sino de establecer un punto de encuentro permanente para intercambiar ideas y sentirse a gusto con uno mismo", explica José Luis Moreno, coordinador del equipo de agroecología –concepto reciente que vincula la agricultura con la ecología y el desarrollo sostenible–.

"Hay muchos movimientos parecidos a éste, pero lo que nos hace diferentes es nuestro enfoque. Aquí lo importante son las personas. Que puedan crecer, expresarse y disfrutar. Queremos integrar a los niños y a personas de todas las edades. Todos caben. Los límites sólo están en nuestras mentes", añade este ingeniero forestal y licenciado en Ciencias Ambientales mientras arranca las hojas mustias de una mata de berenjenas.

 

Trastos a la vista

 

Para Caudet, el lugar es "una escuela, un taller abierto a todo aquel que quiera expandir la revolución verde de las terrazas". Hay encuentros semanales, totalmente gratuitos, donde además de manipular la tierra y cultivar verduras, se apuesta claramente por lo que en la RSC llaman la "creatividad verde" y el "reciclaje creativo".

"Si la gente se compromete con el cambio, inmediatamente encuentra su creatividad y una terraza vacía y abandonada puede convertirse en un lugar lleno de vida", señala el fundador. "A este huerto, cada uno viene a descubrir sus propias habilidades para crear nuevos espacios", añade.

Palés, estructuras de madera, una maleta, materiales de construcción, garrafas de agua, unas viejas botas o una bicicleta sin ruedas, todo sirve al equipo de agroecología de la RSC. "Estamos rodeados de cosas que de forma errónea se consideran residuos o desperdicios. Todo es valioso", apunta José Luis Moreno.

"Los huertos urbanos están muy de moda", continúa. "Cualquiera puede ir a una tienda y comprarse un kit con todo el lote preparado. Nosotros preferimos transformar lo que tenemos a mano, con un coste cero. Nos gusta que los trastos se vean, porque es un proyecto que está en evolución permanente. No estará acabado nunca".

 

Donaciones


De momento, todas las semillas del huerto, así como el humus de lombriz y la fibra de coco donde se han sembrado, provienen de donaciones. "Es la generosidad de la gente la que impulsa este proyecto y todos los de la RSC", afirma Caudet. "Sólo las personas podemos transformar y humanizar las ciudades. Ni los políticos ni las instituciones lo harán por nosotros".

También el espacio que ocupa Huerto City ha sido cedido gratuitamente. "Habíamos tenido algunos encuentros con la gente de la RSC y nos gusta mucho lo que hacen. Cuando nos contaron la idea, nos encantó y enseguida pusimos a su disposición nuestra terraza", explica por teléfono Luis Padilla, uno de los dos socios fundadores de Radio City.

El local, que abrió sus puertas en 1979, está en plena fase de reconversión y ofrece una variada programación cultural, que incluye desde un festival de pequeño teatro a ciclos de cortometrajes. "Todas las revoluciones empiezan en los bares, así que no podíamos perdernos esta", concluye.

 

Ética y permacultura

 

Fue el pasado mes de mayo cuando Radio City y la RSC comenzaron a caminar juntas para buscar alternativas a nuestra actual forma de alimentarnos, y al mismo tiempo, reverdecer la conciencia de las personas y los espacios donde viven.

El proyecto comenzó a tomar forma poco después de que tuviera lugar un taller de permacultura urbana organizado por la RSC. El movimiento que Bill Mollison y David Holgrem impulsaron en Australia a comienzos de los años 70 ha sido definido de múltiples formas. Darren Doherty, uno de los discípulos más aventajados de Mollison, que visita España con frecuencia para impartir cursos, la entiende como el "diseño consciente de sistemas sostenibles, agrícolas y productivos". La idea de la perdurabilidad o la permanencia es uno de sus principios fundamentales. También lo es la ética, sobre tres vertientes: el respeto hacia la Tierra, el cuidado de las personas y el compartir con equidad.

La permacultura invita a compartir los excedentes que se generan y apuesta por una economía basada en el trueque y el intercambio local. También pone límites al consumo y al crecimiento, dado que el planeta y sus recursos son finitos.

Todo en este sistema se inspira en la naturaleza. Sus diseños buscan paisajes que produzcan alimentos de forma perenne, sin apenas intervención humana, como hacen los bosques. Pero a la vez, deben buscar la integración de todos los elementos que interactúan en ella desde una planificación consciente.

 

Economía alternativa

 

Huerto City es la última criatura nacida en el seno de la RSC, una familia que ya puede considerarse numerosa. Desde que vio la luz en 2008, esta estructura ha organizado más de 400 actividades y ha puesto en marcha numerosas iniciativas.

Una de ellas es el Sistema de Organización Local (S.O.L), un banco de tiempo que permite a las personas compartir habilidades y talentos y que éstos se conviertan en economía real. Existen tres S.O.L. en otros tantos barrios de Valencia y hay tres más en proyecto. Sus usuarios cuentan con una moneda propia, el sol, y se reúnen una vez al mes en una fiesta de intercambios y trueques en el viejo cauce del río, una de los pulmones verdes de Valencia.

La Red de Economía Humanizada, una plataforma que conecta a emprendedores locales y que prepara su primer encuentro para noviembre, es otro de los proyectos de esta organización horizontal, sin jerarquías ni rigideces. La RSC cuenta con una publicación propia y con diferentes equipos: además de los de agroecología y economía humanizada, los hay de alimentación, salud holística, educación, bioconstrucción, etnobotánica y eficiencia energética.

Después de dos años de organización mediante una asamblea abierta, la RSC se convirtió en una fundación, lo que le permite tener una personalidad jurídica legal, recibir donativos y ser más eficiente y transparente en la gestión de los recursos.

"Se trata de un proyecto de beneficio social sin subvenciones ni patrocinios, sin condicionamientos partidistas ni religiosos, de personas para personas. Comenzamos en Valencia, pero ahora nos siguen en diferentes lugares de España y América Latina", destaca Caudet.

"Si Huerto City es un proyecto pionero", añade el periodista, "es precisamente porque está ensamblado dentro de esta red y se nutre de todos los proyectos y colaboradores que forman parte de la misma. Eso es lo que lo hace único. Y lo están ya queriendo imitar en ciudades como Madrid, Barcelona, Murcia, o Granada".