La concentración de metano en la atmósfera crece ahora más rápidamente que nunca en las dos últimas décadas, en contraste con la estabilización del dióxido de carbono (CO2). Ése es el mensaje de un equipo de científicos internacionales en un editorial que se publica en la revista Environmental Research Letters, con el que pretenden centrar la atención mundial en este gas de efecto invernadero, mucho menos frecuente en la atmósfera que el CO2, pero más potente: cada kilo contribuye al calentamiento global 25 veces más que uno de CO2. 

El grupo informa que las concentraciones atmosféricas de metano comenzaron a crecer alrededor de 2007 y lo hicieron precipitadamente en 2014 y 2015. En ese período de dos años, las concentraciones aumentaron 10 o más partes por mil millones anualmente. Es un fuerte contraste con los comienzos de los años 2000, cuando las concentraciones de metano se incrementaron en apenas 0,5 partes por mil millones en promedio cada año. Este ritmo podría amenazar los esfuerzos internacionales para limitar el calentamiento del cambio climático a 2 grados Celsius.

El aumento puede deberse al incremento de emisiones provenientes de fuentes agrícolas, principalmente alrededor de los trópicos, potencialmente de zonas agrícolas como arrozales y pastos de ganado.

"La estabilización que hemos visto en los últimos tres años para las emisiones de dióxido de carbono es sorprendentemente diferente del reciente aumento rápido del metano", dice Robert Jackson, coautor del estudio y profesor de Earth System Science de la Universidad de Stanford. Los resultados "son preocupantes, pero proporcionan una oportunidad inmediata para la mitigación que complementa los esfuerzos para el dióxido de carbono".

Difícil de rastrear

Los autores del nuevo editorial anteriormente ayudaron a producir el Balance Global de Metano 2016. Este informe proporcionó una visión integral de cómo el metano había entrado y salido de la atmósfera entre 2000 y 2012 debido a las actividades humanas y otras fuentes. Se encontró, por ejemplo, que las emisiones humanas del gas parecían haber aumentado después de 2007, aunque no está claro por cuánto. El balance de metano es publicado cada dos o tres años por el Global Carbon Project, un proyecto de investigación de Future Earth.

El metano, dice Jackson, es un gas difícil de rastrear. En parte, eso es porque puede venir de muchas fuentes diferentes. Éstas incluyen fuentes naturales como pantanos y otros humedales. Pero la mayor parte, alrededor del 60%, del metano añadido a la atmósfera cada año proviene de las actividades humanas.

Incluyen fuentes agrícolas como las operaciones ganaderas ─las vacas expulsan grandes cantidades de metano de sus procesos digestivos─ y los arrozales, suelos inundados que sirven de albergue para los microbios que producen el gas. Una porción menor del balance humano, aproximadamente un tercio, proviene de la exploración de combustibles fósiles, donde el metano puede salir de los pozos de petróleo y gas durante la perforación. "De las vacas a los humedales y a los arrozales, el ciclo del metano es más difícil", dice Jackson

Los científicos involucrados en el editorial discutirán estas tendencias en una sesión durante la reunión de otoño de la Unión Geofísica Americana (AGU) en San Francisco.