El Día Mundial para Prevenir la Explotación, los Abusos y la Violencia Sexuales contra los Niños y Promover la Sanación 2025 se celebra el 18 de noviembre, con el objetivo de concienciar sobre la importancia de proteger a los niños de estos graves delitos y promover la sanación de las víctimas. En los últimos años destaca el auge de la explotación sexual infantil en línea, la sextorsión, la transmisión en vivo y la generación de material de abuso mediante IA.
- Antecedentes y contexto de la celebración
- Los alarmantes datos de abuso y explotación sexual
- Nueva normativa europea en la lucha contra la explotación y el abuso sexual infantil
- Las devastadoras consecuencias del abuso y la explotación sexual infantil
- Cómo responder a niños, niñas y adolescentes que han sufrido abuso sexual
- Una lacra que cuesta 4.400 millones de euros solo en España
- El papel crucial de la prevención y la educación en la lucha contra el abuso infantil
El Día Mundial para Prevenir la Explotación, los Abusos y la Violencia Sexuales contra los Niños y Promover la Sanación, proclamado por la Asamblea General de las Naciones Unidas desde 2022, es una fecha fundamental para sensibilizar acerca de la importancia de proteger a los menores de estos delitos graves y fomentar la recuperación de las víctimas. Este día, celebrado anualmente el 18 de noviembre, busca movilizar a la sociedad para tomar medidas efectivas que garanticen la seguridad y el bienestar de los niños en todo el mundo.
Antecedentes y contexto de la celebración
El abuso y la explotación sexual infantil representan una grave violación de los derechos humanos y un problema de salud pública que trae consigo consecuencias significativas para la salud y el desarrollo global. La Asamblea General de las Naciones Unidas, al reconocer la urgente necesidad de erradicar y prevenir todas las formas de explotación, abuso y violencia sexuales contra los niños, y de promover la dignidad y los derechos de las víctimas, adoptó el 7 de noviembre de 2022 la resolución A/RES/77/8.
Las Naciones Unidas instan a todos los estados miembros, organizaciones del sistema de la ONU, líderes mundiales, actores religiosos, sociedad civil, instituciones académicas y el sector privado, a conmemorar este día de manera apropiada. Esto incluye promover una educación de calidad y concienciar al público sobre la explotación y el abuso sexual infantil, tanto en línea como en otros ámbitos. Asimismo, se enfatiza la importancia de responsabilizar a los perpetradores, garantizar el acceso a la justicia para las víctimas, y facilitar un diálogo abierto para eliminar el estigma, promover la sanación y proteger los derechos de los niños afectados.
Los alarmantes datos de abuso y explotación sexual
La explotación y el abuso sexual infantil son problemas globales que afectan a millones de niños cada año. Según datos de la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente 1 de cada 5 niñas y 1 de cada 13 niños han sufrido abuso sexual en algún momento de su infancia.
Según un reciente estudio de UNICEF, más de 370 millones de niñas y mujeres en todo el mundo han sufrido violaciones o abusos sexuales antes de los 18 años. Cuando se incluyen formas de violencia sexual sin contacto físico, como el abuso verbal o en línea, la cifra de niñas y mujeres afectadas en todo el mundo se eleva hasta los 650 millones.
En el caso de los chicos, aunque no se dispone de estimaciones mundiales sobre la violencia sexual contra ellos, los datos de 24 países predominantemente de renta alta y media indican que la prevalencia oscila entre el 8% y el 31% entre las chicas y entre el 3% y el 17% entre los chicos menores de 18 años.
Según la OCDE y UNICEF, la prevalencia del abuso sexual infantil sigue siendo alarmante, con países como México liderando las cifras en el ámbito OCDE (más de 4,5 millones de menores afectados anualmente).
Estos delitos no solo ocurren en entornos familiares, sino también en comunidades, escuelas y en línea. Los niños en situaciones de emergencia, como conflictos armados y desastres naturales, son especialmente vulnerables a la explotación y el abuso sexual.
La violencia sexual contra la infancia está muy extendida y traspasa las fronteras geográficas, culturales y económicas. El mayor número de víctimas se registra en África Subsahariana, seguido de Asia Oriental y Sudoriental, Asia Central y Meridional, Europa y América del Norte, América Latina y el Caribe, Norte de África y Asia Occidental, y Oceanía.
En los últimos años destaca el auge de la explotación sexual infantil en línea, la sextorsión, la transmisión en vivo y la generación de material de abuso mediante IA. El Departamento de Seguridad Nacional de EE. UU. y la UE alertan sobre el aumento de estos delitos y la necesidad de respuestas adaptadas.
Nueva normativa europea en la lucha contra la explotación y el abuso sexual infantil
En 2024, la lucha contra la explotación y el abuso sexual infantil ha dado un paso adelante con la aprobación de nuevas directivas europeas que amplían la definición de los delitos y endurecen las penas, especialmente para los casos facilitados por tecnologías digitales e inteligencia artificial.
Las nuevas normas exigen a los estados tipificar como delito todo abuso o explotación sexual de menores, incluyendo emisiones en directo, material generado por IA y distribución de manuales para cometer estos delitos. Se aumentan las penas: mínimo 10 años por abuso a menores especialmente vulnerables y 5 años si son mayores de la edad de consentimiento. La directiva aclara que todo acto sexual sin consentimiento será punible; el consentimiento debe ser libre y revocable. Se extienden los plazos de prescripción y se facilitan canales de denuncia adaptados.
La reforma responde al mayor uso de internet por menores y a retos tecnológicos, junto con propuestas para obligar a empresas digitales a eliminar material ilegal.
Las devastadoras consecuencias del abuso y la explotación sexual infantil
El abuso y la explotación sexual de niños son crímenes atroces que dejan cicatrices profundas y duraderas en las víctimas. Las consecuencias de estos actos pueden ser devastadoras, afectando todos los aspectos de la vida de un niño, desde su desarrollo emocional y psicológico hasta su bienestar físico y social:
- Impacto emocional y psicológico. Los niños que han sido víctimas de abuso sexual a menudo experimentan una amplia gama de emociones negativas, incluyendo miedo, vergüenza, culpa y ansiedad. Estos sentimientos pueden persistir durante años, incluso después de que el abuso haya cesado. Además, es común que desarrollen trastornos de salud mental como depresión, trastorno de estrés postraumático (TEPT) y trastornos de la alimentación.
- Consecuencias en el desarrollo. El trauma del abuso puede interferir con el desarrollo normal del niño. Pueden surgir dificultades en el rendimiento escolar, problemas de comportamiento y desafíos en la formación de relaciones saludables. La capacidad de confiar en los demás puede verse seriamente comprometida, lo que afecta su vida social y emocional a largo plazo.
- Repercusiones físicas. El abuso sexual también puede tener consecuencias físicas inmediatas y a largo plazo. Estas pueden incluir lesiones, enfermedades de transmisión sexual y problemas de salud crónicos. Además, el estrés asociado con el abuso puede debilitar el sistema inmunológico, lo que hace que los niños sean más susceptibles a enfermedades.
- Impacto social. Las víctimas de abuso sexual infantil a menudo enfrentan estigmatización y aislamiento social. Pueden sentirse diferentes a sus compañeros y tener dificultades para integrarse en entornos sociales. Este aislamiento puede perpetuar el ciclo de baja autoestima y problemas de salud mental.
Cómo responder a niños, niñas y adolescentes que han sufrido abuso sexual
La Organización Mundial de la Salud (OMS), a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), publicó en 2020 una guía con directrices clínicas pioneras para orientar a los profesionales sanitarios en la atención a niños, niñas y adolescentes que han sufrido abuso sexual. El documento, elaborado con la colaboración de expertos internacionales y basado en la mejor evidencia científica disponible, responde a la urgente necesidad de mejorar la respuesta del sector salud ante una de las violaciones más graves de los derechos humanos y un problema de salud pública de alcance global.
Las directrices de la OMS establecen principios éticos y de derechos humanos como ejes fundamentales de la atención: el interés superior del menor, la evolución de sus capacidades, la no discriminación y la participación activa en las decisiones sobre su atención. Se recomienda una atención clínica centrada en el niño o adolescente, sensible al género y al contexto, que priorice la seguridad, la confidencialidad y el apoyo emocional.
Entre las recomendaciones clave destacan:
- Proporcionar apoyo de primera línea con escucha empática, sin juicios y adaptado a la edad y necesidades del menor.
- Minimizar el trauma durante la anamnesis y la exploración física, evitando procedimientos innecesarios y respetando la autonomía del paciente.
- Ofrecer profilaxis tras la exposición al VIH y anticoncepción de urgencia cuando corresponda, así como tratamiento preventivo para infecciones de transmisión sexual y vacunación contra hepatitis B y VPH.
- Priorizar intervenciones psicológicas basadas en la evidencia, como la terapia cognitivo-conductual centrada en el trauma, tanto para los menores como para sus cuidadores no abusivos.
- Cumplir con las obligaciones legales de notificación, equilibrando siempre la protección y el respeto a la autonomía del menor.
El documento subraya la importancia de facilitar el acceso oportuno a los servicios, reducir el estigma y crear entornos de atención propicios, con personal capacitado y recursos adecuados. Además, identifica lagunas de conocimiento y áreas prioritarias de investigación para mejorar la prevención, detección y atención del abuso sexual infantil, especialmente en contextos de bajos recursos.
Estas directrices, de alcance mundial, pero con especial atención a países de ingresos bajos y medianos, constituyen una herramienta esencial para avanzar hacia una respuesta sanitaria más eficaz, ética y centrada en los derechos de la infancia y la adolescencia.
Una lacra que cuesta 4.400 millones de euros solo en España
Aunque es muy difícil cuantificar los daños de los abusos y la explotación infantil, recientemente y por primera vez un informe realizado por la Universidad Pontificia Comillas.
Los datos fundamentales utilizados para estimar este coste se han basado en las denuncias presentadas y en la tasa de prevalencia. Según el Ministerio del Interior de España, en 2023 se registraron 9.185 denuncias por delitos contra la libertad sexual cometidos contra menores de 18 años. No obstante, esta cifra no refleja por completo la realidad existente, ya que es sabido que numerosos casos permanecen ocultos y no se denuncian.
El papel crucial de la prevención y la educación en la lucha contra el abuso infantil
A nivel internacional y local, se han implementado diversas iniciativas y programas para prevenir la explotación y el abuso sexual infantil. Organizaciones no gubernamentales, gobiernos y agencias internacionales trabajan en conjunto para desarrollar políticas efectivas y campañas de concienciación. La educación y la sensibilización pública son fundamentales para prevenir estos delitos. Programas escolares, talleres comunitarios y campañas en medios de comunicación juegan un papel crucial en la protección de los niños.
Es esencial proporcionar servicios y recursos adecuados para apoyar a las víctimas de explotación y abuso sexual. Esto incluye acceso a atención médica, apoyo psicológico y servicios legales. Las estrategias de sanación deben centrarse en la recuperación integral de los niños, promoviendo un entorno seguro y de apoyo. Además, es vital trabajar para eliminar el estigma asociado a ser víctima de abuso sexual, fomentando una cultura de empatía y comprensión.