SEO/BirdLife ha aprovechado la celebración, este 3 de febrero, del Día de San Blas para recalcar la importancia de la conservación de la cigüeña, considerada un indicador de biodiversidad. Según el último censo realizado por esta organización en 2014, en España hay unas 42.000 parejas de cigüeña blanca, aunque la ONG cree que, "a falta de un nuevo censo, es posible que la población sea mucho mayor".

No obstante, la organización ha alertado que, en los últimos años, se está registrando la desaparición de colonias en algunas zonas del país debido, sobre todo, al cierre de vertederos, la reducción de la ganadería extensiva o la desaparición de algunos regadíos.

 

Nidos de hasta una tonelada

 

La presencia de esta especie a lo largo de los años en pueblos y ciudades, según SEO/BirdLife, supone un "claro ejemplo" de la convivencia entre las aves y los seres humanos en los entornos urbanos. Además, señala que sus nidos pueden llegar a pesar hasta 400 kilos e incluso pueden alcanzar la tonelada por lo que recomienda realizar un mantenimiento periódico de los nidos.

Además, indica que año tras año, la misma pareja vuelve al mismo nido para criar y, tanto el macho como la hembra, incuban los huevos durante 33 días hasta que estos eclosionan. Normalmente, en los nidos hay cuatro huevos aunque algunas puestas han llegado a los siete huevos.

 

No presentan dimorfismo sexual

 

Otra característica de las cigüeñas es que no presentan dimorfismo sexual, siendo idénticos en forma, coloración o tamaño. Hasta los dos meses, los ejemplares tienen las patas y el pico gris oscuro casi negro. Sin embargo, al año de edad, su pico se aclara y torna rojo debido a la ingesta de carotenoides en su dieta.

Los ejemplares más pequeños (conocidos como cigoñinos) poseen un diente en el pico para romper la cáscara del huevo. No obstante, mientras no son capaces de picotear su propia comida, los padres les regurgitan la comida a modo de papilla. Ya cuando alcanzan el primer mes de edad, las crías son capaces de batir las alas, a los dos meses ya practican el vuelo y a los tres meses ya son totalmente independientes.

Además, durante los primeros años de vida realizan una migración a África a pasar el invierno, pero cada vez son más los ejemplares que se quedan en la península Ibérica debido a que disponen de comida suficiente en el entorno de las ciudades y pueblos durante todo el año.