Las voces humanas y el ruido del tráfico, es decir los sonidos antropogénicos, reducen el estado de alerta de especies amenazadas y afecta aún más al reto de su conservación, según advierte un trabajo científico realizado por investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y Universidad Politécnica de Madrid.

El estudio, que ha sido publicado en la revista Scientific Reports, destaca la importancia de conocer la fauna silvestre y en particular de las especies amenazadas. El trabajo ha evaluado un conjunto de visones europeos, una especie de mustélido presente en el norte de España donde apenas tiene una población de 500 individuos, una cifra por la que ha sido catalogada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN) como especie en peligro crítico de extinción.

Los resultados demuestran que los ruidos antrópicos modifican algunas conductas en el visón europeo en mayor medida que otras amenazas del medio, como el riesgo de depredación o la competencia entre individuos.

"Los ruidos antrópicos suscitan una ocultación más duradera", detallan las autoras que explican que, particularmente las voces humanas "inducen una mayor disminución en la vigilancia".

Por otro lado, con estos ruidos, los visones permanecen más tiempo ocultos y reducen la vigilancia en presencia de otro visón, mientras que en presencia de olor de depredadores aumentan tanto el tiempo de ocultación como la vigilancia.

"Cuando ambas señales se presentan juntas, según los autores, la reacción comportamental ante un congénere prima sobre la respuesta ante el olor de un depredador. Esto se debe a que la primera es una señal directa y la segunda una señal indirecta: el congénere se encuentra en frente en ese instante y el depredador está en las inmediaciones", explican.

El trabajo añade que cuando está presente otro visón y hay ruidos antrópicos es la respuesta comportamental a los ruidos la que prevalece. De hecho, expone que los visones también modifican su comportamiento a las diferentes amenazas en función de su sexo y edad, siendo las hembras y los subadultos más precavidos.

 

Expuestos a estímulos

 

La investigación se realizó en la fundación FIEB, el centro de cría de visón europeo perteneciente al Programa de Conservación ex situ de la especie. Los visones fueron expuestos a estímulos acústicos, olfativos y visuales para simular la presencia de un congénere (espejo), la presencia de depredadores (excrementos de búho real y perro) y perturbaciones antrópicas (voces humanas y ruido de tráfico rodado).

Durante los experimentos se evaluó el tiempo que cada visón permanecía oculto en su madriguera y el tiempo dedicado a vigilar su entorno. Asimismo, se evaluó el efecto conjunto de los estímulos para estudiar la priorización en la modulación de cada una de las respuestas conductuales cuando dos amenazas se presentaban al mismo tiempo.

"Conocer cómo esta especie reacciona ante amenazas potenciales de su hábitat natural permite establecer estrategias que mejoren su gestión ayudando a su conservación en el medio natural, al aumentar la tasa de supervivencia en las reintroducciones de los visones nacidos en cautividad", destacan las autoras.

 

Restringir las actividades

 

Por otro lado, subrayan que es de vital importancia conocer los efectos de las perturbaciones antrópicas para tomar decisiones sobre las interacciones entre los humanos y la fauna silvestre, sobre todo cuando se trata de especies amenazadas.

Algunos de los obstáculos que afronta esta especie son la competencia con el visón americano (especie invasora), unida a la baja tasa de natalidad y densidad poblacional.

La coautora del estudio Lorena Ortiz ha incidido en que es necesario tener en cuenta los resultados en los planes de gestión de la especie y restringir las actividades, como el turismo de naturaleza o las actividades deportivas, que siguen una tendencia creciente en las últimas décadas.

En esa línea, la doctora de la UAM Isabel Barja ha reclamado priorizar este tipo de gestión "en épocas críticas" para la especie, como la reproducción y la crianza, sobre todo cuando se trata de especies amenazadas".

Por último, el doctor de la UPM, Carlos Iglesias-Merchán, concluye que no se debe descuidar tampoco el impacto del ruido de las carreteras, pues una habituación al mismo podría incrementar la tasa de mortalidad por atropellos al comprometer la evaluación del riesgo de amenaza