El cultivo de marihuana a gran escala está causando serios problemas ambientales e incluso podría poner en peligro de extinción, entre otras, a una especie de mustélido (pequeño mamífero carnívoro) y otra de salmón en el condado de Humboldt, en la costa norte de California, una zona considerada la principal área de producción del estupefaciente en todos los Estados Unidos.

El Servicio de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos (USFWS) investiga si los raticidas utilizados en miles de pequeñas plantaciones de cánnabis está acabando con las poblaciones de marta pescadora o de Pennant (Martes pennanti), de la que se calcula que quedan entre 3.000 y 5.000 ejemplares en libertad en la costa oeste del país, entre los estados de California, Oregón y Washington.

Por otra parte, la proliferación de cultivos industriales cada vez más extensos está generando graves procesos de deforestación, erosión y contaminación de la tierra y de las aguas, como demostró el año pasado el sociólogo medioambiental Anthony Silvaggio, del Instituto para la Investigación Interdisciplinaria sobre la Marihuana de la Universidad de Humboldt, empleando entre otros recursos imágenes de Google Earth.

Consumo de agua

La filtración de tóxicos a las aguas y el bajo nivel de los ríos debido a los desvíos hacia los cultivos está amenazando al salmón Coho (Oncorhynchus kisutch), especie protegida que empezaba a regresar para criar a la zona tras grandes inversiones y esfuerzos en saneamiento, y a otros peces del territorio. "Para 40.000 pies cuadrados (3.700 metros cuadrados) plantados necesitan millón y medio de galones de agua (5,5 millones de litros). El salmón compite con las plantas de marihuana por el agua", señala Scott Downey, investigador del Departamento de Caza y Pesca de California.

Downey es rotundo al definir las dimensiones del problema: "Mucha gente fuera de aquí piensa que se trata de unos cuantos hippies cultivando unas pocas plantas... ¡no tienen ni idea!". Los cultivos intensivos están esparciendo masivas cantidades de productos contaminantes en el entorno natural. La lista incluye fertilizantes, hormonas vegetales, combustibles procedentes de fugas en los generadores y plaguicidas como los venenos para los roedores.

Por lo que respecta a las martas, hasta el 80% de los ejemplares muertos examinados en los últimos años contenían en su organismo trazas de uno o más plaguicidas usados en los cultivos para eliminar a los roedores, de los que se alimenta —pese a lo que reza su nombre común— este estilizado depredador. Los más frecuentes son los anticoagulantes rodenticidas, que provocan hemorragias internas a los animales que los ingieren.

"Debemos evaluar sin duda la amenaza de la marihuana", afirma J. Scott Yeager, biólogo que coordina el equipo científico del USFWS que trabaja sobre los fallecimientos de las martas pescadoras, "y demostrar el vínculo con la mortalidad de las martas, y mi instinto me dice que lo encontraremos".

Muerte directa

En función del resultado de sus investigaciones, la marta pescadora podría ser declarada especie amenazada o en peligro de extinción cuando se revise la clasificación en setiembre de 2014. Un estudio realizado por Mourad Gabriel, del Laboratorio de Genética Veterinaria de la Universidad de California, detectó una o varias clases de raticidas en el cuerpo de 46 de 58 ejemplares de marta pescadora cuyos cuerpos sin vida fueron encontrados desde 2009 en la zona, próxima al famoso Parque Nacional de Yosemite.

Las plantaciones vierten tóxicos al medio ambiente y consumen grandes cantidades de agua

Los tóxicos habían causado directamente la muerte a cuatro de los animales, entre ellos una hembra que los había trasmitido a sus crías a través de la leche. Los ejemplares fueron localizados gracias a la señal de alarma por fallecimiento que emiten los collares con dispositivos GPS con que habían sido marcados. La Iniciativa Nacional contra la Marihuana (INM), un organismo vinculado a la lucha federal antidroga, ha proporcionado a los investigadores mapas de los cultivos localizados que permiten constatar que se corresponden con las zonas donde los animales salvajes ingieren los venenos.

Según el presidente de la INM, Tommy La Nier, desde que, en los 90, California y Oregón autorizaran la marihuana con fines medicinales, iniciativa que seguirían después otros 17 estados, la expansión del cultivo ha sido imparable. La mayor parte de las plantaciones están en manos de agricultores mexicanos, y todo apunta, pero todavía no se ha demostrado de manera concluyente, a que en la trastienda están los grandes cárteles de la droga del vecino del sur.

En la cuenca de Mill Creek, en pleno hábitat de la marta, se hallaron dos mil plantas de marihuana y cientos de litros de raticidas y otros productos tóxicos empleados por los productores. "Era uno de esos cultivos de guerrilla y, aunque no pudimos identificar a ningún sospechoso, pero basándonos en lo que abandonaron, creemos que eran ciudadanos mexicanos", asegura el sheriff del condado, Mike Downey, quien llegó a encontrar una plantación de marihuana en tierras de su propiedad.

Uso compasivo

Desde 1996, cuando se aprobó en referéndum la llamada Proposición 215 (conocida como la Ley de Uso Compasivo) con el 55% de votos a favor, California autoriza a pacientes afectados por cáncer, sida y otras enfermedades crónicas a poseer o cultivar marihuana con finalidades terapéuticas, para su empleo como remedio para evitar el dolor.

Pero la normativa no especificaba cómo podían obtener la droga los enfermos que no la pudieran cultivar, ni qué cantidad máxima podía producirse. La Ley del Senado 420, aprobada en 2003, trató de llenar estos vacíos y desde ese año cualquier autorización firmada por su médico permitía a un ciudadano californiano afectado plantar hasta seis matas. O a que lo hiciera un cuidador en su nombre a cambio de una "compensación razonable".

Como cada condado estaba autorizado a modificar esta legislación estatal genérica, florecieron gran número de variopintas normativas locales. El fiscal de Humboldt, Paul Gallegos, resolvió que cada residente que representara de forma acreditada a un paciente crónico podía cuidar hasta 99 plantas de marihuana a la vez en un espacio no superior a los treinta metros cuadrados.

El cannabis aporta la cuarta parte de los ingresos del condado de Humboldt

Esta permisividad atrajo a un gran número de productores y consumidores de cannabis procedentes de todos los Estados Unidos (país donde la sustancia está prohibida) hacia el que ya se conoce como el Triángulo Esmeralda, aunque muchas plantaciones incumplen la normativa y son perseguidas. Y las agencias federales no hacen distinciones y las reprimen prácticamente todas.

La implantación social del consumo de cáñamo en el norte californiano es tal que una emisora comunitaria de radio, la KMUD, de Garberville, llegó a emitir avisos a los productores sobre los movimientos de las unidades policiales que buscaban los cultivos.

El mayor cultivo comercial

La marihuana aporta según diversas estimaciones la cuarta parte de los 1.200 millones de euros que genera la economía de un condado de 135.000 habitantes con capital en Eureka que, como muchos otros rincones del oeste norteamericano, debe su nombre al célebre científico y explorador alemán del siglo XIX Alexander von Humboldt, que realizó diversas expediciones por el país. Hasta la llegada del estupefaciente, la zona era conocida por sus bosques de enormes secuoyas.

Según una reciente encuesta, el 54% de los californianos está a favor de que la sustancia se venda legalmente y sea sometida a impuestos como el tabaco o el alcohol. En 2010, un referéndum que hubiera podido convertir California en el primer estado en autorizarla para usos recreativo personal a los mayores de edad descartó esta posibilidad al apoyarla sólo el 43% de los votos.

El año pasado, Colorado y Washington sí autorizaron el cultivo y consumo a los mayores de 21 años. Mientras, las autoridades federales detenían en todo el país a 663.000 personas por poseer la sustancia (cuando los arrestados por crímenes violentos fueron 535.000). En 2010, se incautaron en California de 7,4 millones de plantas. Las cifras de la Agencia de Lucha Antidroga (DEA) son elocuentes del auge del cultivo en la pasada década: en 2001 habían sido 313.000.

El departamento de Estado cifraba en 2005 la producción total estadounidense de cannabis en 10.000 toneladas métricas. Estados Unidos es el mayor productor y consumidor del mundo. Jon Gettman, uno de los más destacados activistas en favor de la legalización, afirma con rotundidad que "la marihuana es el mayor cultivo comercial de Estados Unidos, con un valor superior al del maíz y trigo combinados".