La principal amenaza de la biodiversidad mundial es la deforestación. Los cambios en el uso del suelo y la fragmentación de hábitats que genera están provocando una ‘defaunación’, es decir una pérdida de especies, sin precedentes. Pero aún quedan algunos bosques tropicales prístinos en lugares remotos, donde la tala descontrolada no ha hecho acto de presencia.

En estas zonas del trópico, solo un 20% de las selvas permanecen intactas, o al menos no han sufrido talas selectivas o han sido deforestadas. Un estudio, publicado en la revista PLoS Biology, muestra que, a pesar de la aparente falta de perturbaciones, la caza está afectando, en silencio, a los mamíferos.

“En estas áreas, la caza puede estar produciendo importantes declives en las poblaciones de mamíferos, y por tanto la cobertura forestal por sí sola no puede ser el único indicador sobre el grado de preservación de ecosistemas tropicales”, manifiesta a Sinc Ana Benítez-López, en la actualidad investigadora en la Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC) y autora principal del trabajo.

Tras estimar el impacto de la caza, los autores revelan que las especies más amenazadas por la caza son las de tamaño medio (los primates) y, sobre todo, aquellas de gran tamaño. “Por ejemplo grandes herbívoros y carnívoros como elefantes, ungulados, tapires, jaguar y algún insectívoro como el pangolín gigante, muy demandado por la medicina tradicional china”, indica Benítez-López.

Los nuevos mapas generados muestran que en el caso de las especies de tamaño mediano (de más de un kilo) el declive producido por la actividad cinegética es del 27%. En el caso de las especies de gran tamaño (de más de 20 kilos), el porcentaje asciende a 40%.

“Hay zonas donde la mayoría de las especies podrían tener poblaciones reducidas al 70% o más como en África occidental”, advierte la investigadora. Áreas como África oriental, África central, América central, y el sureste asiático (Tailandia, Malasia y suroeste de China) están también amenazadas ya que son cada vez más accesibles.

“Hay más asentamientos humanos y carreteras y hay una creciente densidad de población humana, y por tanto mayor demanda de carne de caza y piel, cuernos y otros productos derivados de animales cazados”, informa la investigadora.

Una actividad indetectable

A diferencia de la deforestación, la actividad cinegética es indetectable por métodos de localización remota, además de costosa. Por eso, en vastas áreas de los trópicos, afectadas por conflictos locales o inaccesibles, se desconocía los efectos de la caza en los mamíferos.

Para identificar las áreas donde se espera que los impactos de la caza de mamíferos sean más altos, los científicos usaron la información disponible en más de 160 estudios locales que investigaron sobre cerca de 300 especies y se basaron en unas 3.200 estimaciones de datos sobre la abundancia de mamíferos en los últimos 40 años. Así pudieron proyectar por primera vez patrones espaciales de la ‘defaunación’ de mamíferos inducida por la caza en los trópicos.

El objetivo fue “construir un modelo predictivo basado en los principales indicadores de presión de caza, y luego reproyectarlo en todo el trópico para poder mapear zonas que estén potencialmente bajo presión cinegética”, aclara Benítez-López.

Gracias a la información obtenida en su estudio, los autores pretenden contribuir a elaborar planes de conservación más efectivos en estos bosques, que deberían ser prioritarios, pero teniendo en cuenta las necesidades de las comunidades locales que dependen de la carne de caza para su subsistencia.

“Además, hemos puesto de manifiesto que algunos bosques tropicales que parecen intactos según las imágenes satélite, podrían estar parcialmente defaunados por la caza”, señala a Sinc. La eliminación de ciertas especies podría también provocar efectos cascada en el resto del ecosistema.

Diferentes niveles de defaunación de grandes mamíferos en los trópicos. / Ana Benítez-López y otros