El pasado 8 de junio la Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado la resolución A/RES/77/294 para decretar el día 12 de Julio como el Día Internacional de la Lucha contra las Tormentas de Arena y Polvo que se celebrará por primera vez en este 2023.

Sumario

 

La efeméride cuenta con el apoyo y la cooperación regional e internacional de los países miembros con el objetivo de crear conciencia y propiciar la necesidad de cooperación global para gestionar y mitigar los efectos de estos fenómenos meteorológicos cada vez más frecuentes.

 

¿Cómo se forman las tormentas de arena y polvo?

 

Las tormentas de arena y polvo son fenómenos meteorológicos que ocurren cuando el viento fuerte levanta partículas de arena, polvo u otros materiales en la superficie terrestre y las transporta a través del aire, formando nubes densas. Se trata de fenómenos comunes en áreas áridas y semiáridas de la tierra. Por lo general, se producen debido a tormentas o cambios bruscos de presión asociados a ciclones, lo que resulta en un aumento de la velocidad del viento en una amplia región. Estos vientos intensos levantan grandes cantidades de arena y polvo de suelos desprovistos de vegetación y secos, transportándolos a distancias de miles de kilómetros. Las tormentas de arena y polvo pueden alcanzar alturas que van desde unos pocos metros hasta varios kilómetros sobre la superficie terrestre. La velocidad del viento durante estas tormentas puede ser significativa, pero son necesarios vientos de al menos 20 km/h para que se produzca una tormenta de arena. También pueden cubrir distancias variables, desde unas pocas decenas de metros hasta cientos o miles de kilómetros, y las más intensas pueden viajar largas distancias impulsadas por vientos fuertes.

 

Entre una y tres gigatoneladas de emisiones de polvo al año

 

Se estima que alrededor del 40 % de los aerosoles presentes en la troposfera, la capa inferior de la atmósfera terrestre, consisten en partículas de polvo generadas por la erosión eólica. Las principales fuentes de estos minerales en polvo son las áreas áridas del norte de África, la península arábiga, Asia central y China. Aunque en menor medida, Australia, Estados Unidos y Sudáfrica también son fuentes importantes. Las estimaciones globales de emisiones de polvo, basadas principalmente en modelos de simulación, varían entre una y tres gigatoneladas por año.

 

Sirocco, Haboob, polvo amarillo o harmattan

 

Las tormentas de arena y polvo reciben muchos nombres dependiendo del lugar, entre otros, sirocco, haboob, polvo amarillo, tormentas blancas o harmattan.

En los últimos años, ha habido un notable aumento en la frecuencia de las tormentas de arena y polvo en varias regiones. Este incremento se atribuye al cambio climático causado por la actividad humana, así como a la desertificación, la degradación de las tierras y la sequía. Aunque estas tormentas pueden tener beneficios al fertilizar los ecosistemas terrestres y marinos, también conllevan diversos peligros para la salud humana, los medios de subsistencia y el medio ambiente. Estos efectos se observan tanto en las regiones áridas donde se originan las tormentas, como en áreas remotas afectadas directa o indirectamente por la deposición de polvo en la superficie. Los desafíos asociados a las tormentas de arena y polvo representan un importante obstáculo para lograr el desarrollo sostenible.

 

Compendio sobre las tormentas de arena y polvo

 

En 2022 se puso en marcha el Compendio sobre las Tormentas de Arena y Polvo a iniciativa de la Convención de la Lucha contra la desertificación de las Naciones Unidas. Este compendio es el resumen publicado más completo hasta la fecha sobre tormentas de arena y polvo e incorpora los conocimientos más avanzados sobre este tipo de fenómenos. En particular, destaca los esfuerzos más recientes de la comunidad internacional para fortalecer la capacidad de los países vulnerables en la gestión de los impactos de estas tormentas. El compendio proporciona orientación, herramientas y enfoques metodológicos para respaldar la vigilancia, predicción y alerta temprana, así como para abordar la mitigación de efectos, vulnerabilidad, resiliencia y la reducción de fuentes de tormentas de arena y polvo.

En el compendio se advierte de que las tormentas de arena y polvo no son un fenómeno reciente y han estado presentes durante mucho tiempo en ciertas regiones del mundo. Sin embargo, aunque suelen originarse en áreas de baja latitud con características áridas y subhúmedas, donde la vegetación es escasa o inexistente, también pueden ocurrir en otros entornos, como zonas agrícolas y regiones húmedas de latitudes altas, cuando se dan ciertas condiciones atmosféricas y de viento.

 

Pueden causar daños en cultivos, animales y en la salud humana

 

Las tormentas de arena y polvo, aunque no suelen causar daños físicos graves o catastróficos, pueden tener efectos acumulativos significativos. En las áreas donde se originan, estos fenómenos pueden ocasionar daños a los cultivos, afectar al ganado y erosionar la capa superficial del suelo. En las áreas donde se deposita el polvo atmosférico, especialmente cuando se combina con la contaminación industrial local, puede contribuir al empeoramiento de problemas de salud como enfermedades respiratorias. Además, la baja visibilidad y los fallos mecánicos causados por el polvo pueden interrumpir las comunicaciones, la producción de energía, el transporte y las cadenas de suministro. Es importante tener en cuenta que, aunque los daños individuales pueden no ser severos, la acumulación de estos efectos puede tener un impacto significativo en las comunidades y las economías afectadas.

 

Restauración de tierras, vigilancia y colaboración

 

La respuesta a estos fenómenos requiere un enfoque integral que aborde la mitigación de los efectos de la erosión eólica y promueva la colaboración entre diversas partes interesadas lo que implica políticas y planificaciones que reduzcan la vulnerabilidad de la sociedad y la concienciación.

La mitigación de fuentes es fundamental para gestionar los riesgos. La restauración de tierras, mediante buenas prácticas de gestión del suelo y el agua, puede reducir la extensión y vulnerabilidad de las zonas de emisión, así como la intensidad de las tormentas. Estas técnicas también contribuyen a la seguridad alimentaria, mitigación de la pobreza y otros objetivos de desarrollo sostenible.

Un sistema de alerta temprana y vigilancia efectivo debe involucrar a todas las partes interesadas y proporcionar alertas oportunas y específicas, basadas en la vigilancia, previsión y conocimientos actualizados de riesgos. La preparación y mitigación de los efectos son clave para reducir la vulnerabilidad y aumentar la resiliencia frente a las tormentas de arena y polvo.

Estas acciones contribuyen a gestionar los efectos y proteger la sociedad de los riesgos asociados a este fenómeno.