California, el más poblado de los estados norteamericanos, sufre sequía por sexto año consecutivo. Y nada parece indicar que las cosas vayan a cambiar en un futuro inmediato, más bien todo lo contrario. Un reciente estudio publicado en la revista Science Advances alerta de la llegada a la región de las megasequías, de una duración de más de 35 años, que serán cada vez más habituales y severas. Ante tan adverso panorama, las autoridades ya han empezado a tomar medidas significativas para disminuir la influencia de las actividades humanas en el calentamiento del planeta.

Porque si bien las sequías pueden tener diferentes causas, la mayor parte de la comunidad científica vincula las más intensas con el cambio climático: a medida que sube el termostato de la Tierra, aumenta el número de periodos extremos de falta de precipitaciones. Según el mencionado estudio, hay entre un 70% y un 90% de probabilidades de que el suroeste de Estados Unidos experimente una megasequía en el transcurso de este siglo, un riesgo que alcanza un 99% de posibilidades en el caso de que las lluvias escaseen todavía más.

El año pasado, un equipo de científicos de la Agencia Espacial (NASA, en sus siglas en inglés) y de las universidades de Columbia y Cornell publicó una investigación que reveló que las sequías en la citada zona y las grandes llanuras centrales del continente durante la última mitad de este siglo serían las más secas y las más largas en últimos 1.000 años, una situación que impondría una presión sin precedentes sobre los limitados recursos hídricos.

El gobierno aprueba una ambiciosa normativa para bajar la temperatura planetaria

“Las megasequías son acontecimientos raros, que ocurren sólo una o dos veces cada milenio. En trabajos anteriores, hemos demostrado que el cambio climático aumenta las posibilidades de una megasequía, pero en éste hemos investigado cómo reducir las emisiones de combustibles fósiles disminuye el riesgo”, afirma el investigador principal, Toby Ault, de la Universidad de Cornell.

Con ello, el nuevo informe deja también espacio a la esperanza: si las emisiones de gases de efecto invernadero se reducen radicalmente, el riesgo de megasequía se reducirá a la mitad. Ahora bien, según los científicos, los recortes tendrían que ser bastante más drásticos que los acordados en la Cumbre del Clima de París el pasado diciembre, donde la práctica totalidad de los países del mundo se comprometieron a mantener el aumento de la temperatura media de la Tierra por debajo de los dos grados centígrados a finales de siglo respecto a la era preindustrial.

En California, la sexta mayor economía del mundo, ya se han puesto manos a la obra. “Si queremos evitar que las sequías sean peores o más frecuentes, tenemos que detener el cambio climático y preservar nuestro suministro de agua”, afirma el gobernador demócrata Jerry Brown, una voz firme ante las teorías negacionistas del cambio climático que todavía cuentan con un amplio número de seguidores en el país norteamericano.

Brown firmó en septiembre la ley más ambiciosa de Estados Unidos para bajar la temperatura planetaria. La normativa, que entrará en vigor en enero de 2017, se marca como objetivo disminuir de aquí a 2030 las emisiones de gases de efecto invernadero en un 40% (respecto a los niveles de 1990). Pero la meta final de aminorarlas en un 80% para 2050. Actualmente, California está en camino de cumplir, e incluso superar, el objetivo de reducción de las emisiones a las cifras de 1990 para el año 2020, establecido por el anterior gobernador, en este caso republicano, el actor Arnold Schwarzenegger, quien ocupó el cargo entre 2003 y 2011.

Reducir los 'supercontaminantes'

¿Cómo se puede afrontar tal reto? El ejecutivo californiano apuesta por incrementar la producción de energía eléctrica renovable en un 50% y duplicar la eficiencia energética de los edificios existentes, así como reducir el consumo de petróleo en vehículos hasta en un 50% y apostar por los coches eléctricos, administrar de forma más eficaz bosques, pastizales, humedales y granjas para que absorban CO2 y disminuir las emisiones de contaminantes climáticos de vida corta, los llamados “supercontaminantes” (como el carbono negro, el metano, el ozono troposférico y los hidrofluorocarburos).

Concretamente, en este último terreno, el gobierno de Brown ha aprobado la reducción de las emisiones de carbono negro en un 50% y de los hidrofluorocarbono y el metano en un 40% para 2030, respecto a los niveles de 2013. La Junta de Recursos del Aire californiana tiene hasta el 1 de enero de 2018 para determinar cómo se cumplirán estos objetivos, que entrarán en vigor en 2024.

La ganadería produce el 37% de todo el metano generado por la actividad humana

El carbono negro es un residuo resultante de la combustión incompleta o ineficiente de derivados del petróleo en el transporte, biocombustibles sólidos (como la leña, carbón vegetal y los residuos agrícolas y forestales que se emplean para generar calor y electricidad) y biomasa (en quemas agrícolas controladas e incendios forestales). Los hidrofluorocarbonos (HFCs) son el grupo más común de gases fluorados y se utilizan como sustancias refrigerantes, principalmente en sistemas de refrigeración y aire acondicionado, o como propelentes en aerosoles y en disolventes.

Y el metano, 23 veces más perjudicial en términos de cambio climático que el CO2, se genera durante la eliminación de residuos en vertederos, la extracción de carbón, petróleo y gas, y en las grandes extensiones de arrozales. Pero, sobre todo, en la producción de leche y carne: la industria ganadera es la responsable del 37% de todo el metano producido por la actividad humana, puesto que el sistema digestivo de una vaca genera entre 300 y 500 litros de gas diariamente. Además, su estiércol, como el del resto de reses, emite el todavía más dañino óxido nitroso.

"Esta ley reduce estos peligrosos contaminantes y, por lo tanto, protege la salud de los ciudadanos y atenúa el cambio climático", afirma Brown. Sin embargo, no han faltado las voces críticas. Para los republicanos, estas estrictas regulaciones son un ataque a la industria lechera. A ellos se han sumado grupos empresariales del sector y de la industria petrolera.

El gobernador también firmó la ley AB 197, con la que se crea un comité que supervisará las acciones que toma el estado para cumplir con sus objetivos de reducción de gases contaminantes de forma transparente e invertir en las comunidades más afectadas por el cambio climático. Con todo el paquete de medidas, California, que emite cerca del 1% de los gases de efecto invernadero en el mundo, sigue jugando un papel destacado en la lucha contra el calentamiento del planeta y sus ambiciosas normativas pueden servir como ejemplo para el resto del mundo.