Decenas de osos polares merodean alrededor del asentamiento de Belushya Guba, en el archipiélago ruso de Nueva Zembla, rebuscando comida en los contenedores de basura y tratando de entrar en las viviendas. Los residentes han contabilizado hasta 52 ejemplares, que son varios cientos en el conjunto de las islas y, ante el peligro que suponen para la población, las autoridades rusas han decretado el estado de emergencia en estas remotas tierras árticas, donde viven apenas 3.000 personas. 

Los enormes depredadores, famélicos, han llegado a penetrar en alguna de las casas, causando el terror de sus pobladores, que no pueden defenderse de ellos con sus armas por tratarse de una especie en peligro de extinción. No se trata de la primera vez que sucede: otros lugares de Siberia, Alaska o el Canadá han sufrido en los últimos años situaciones similares.

Decenas de ejemplares asedian una localidad siberiana y llegan a entrar en casas

Precisamente son las causas de este peligro las que llevan a los osos a asediar los asentamientos humanos en las islas: las cada año menores extensiones de hielo flotante, el único lugar donde el oso puede cazar a sus principales presas, las focas, por culpa del calentamiento global, les impiden alimentarse y hace que se busquen la vida parasitando al ser humano.

Las placas de mar helado son el único sitio donde el oso puede acechar a las focas junto a los agujeros que estas horadan para poder sumergirse y pescar, y por los que deben salir cada cierto tiempo a respirar. Los osos aguardan junto a los boquetes en ocasiones durante días, hasta que su presa lo utiliza para aspirar aire o intentar salir a descansar.

El calentamiento global, especialmente acusado en el Ártico, que se calienta a un ritmo que duplica el de la media del planeta, avanza de forma implacable y un reciente estudio de investigadores de la Universidad de Exeter en el Reino Unido vaticina que desde 2030 el hielo marino podría desaparecer totalmente en la región en verano.

Se calcula que solamente quedan 26.000 ejemplares de Ursus maritimus, el mayor de los osos y el único cuya dieta es totalmente carnívora. Y según los especialistas, de proseguir su pérdida de hábitat como consecuencia de las actividades humanas, la especie podría desaparecer totalmente hacia 2100, según denuncia la organización ambientalista The Wilderness Society con motivo del dia mundial dedicado a este animal, que se celebró ayer miércoles.

200 hamburguesas cada diez o doce días

Hasta ahora se pensaba que la técnica de caza del oso polar le obligaba a consumir poca energía, que podía quedar fácilmente compensada cuando se cobraba cada diez o doce días una foca adulta o al menos tres crías (que les proporcionan el mismo alimento que unas 200 grandes hamburguesas), pero otro estudio publicado recientemente en Science ha revelado que su metabolismo consume más calorías de lo que los científicos creían, hasta cerca de 9.000 al día incluso no haciendo más que aguardar, por lo que necesitan cazar más de lo esperado en un momento en que no dejan de disminuir sus posibilidades de hacerlo. 

Además, la distancia cada vez mayor entre las capas de mar helado les obligan a nadar grandes distancias, lo que todavía les obliga a consumir más energía: el récord documentado hasta ahora nadado por un oso ha sido de 426 millas (685 kilómetros). Un oso polar, que puede pesar más de 300 kilos, puede comerse hasta 45 kilos de carne de foca de una sentada y después resistir durante una semana larga sin comer. Pero para muchos ejemplares, estos plazos ya no se cumplen. Todo ello explicaría sus cada vez más frecuentes famélicas expediciones tierra adentro hacia los asentamientos humanos.

Con los últimos nuevos datos obtenidos por investigadores del Servicio Geológico de los EEUU y la Universidad de California en Santa Cruz, que han estado siguiendo a nueve ejemplares durante un periodo de tres años (la longevidad media del oso polar es de entre 15 y 19 años) en Alaska, los autores del estudio vaticinan que el final de la especie podría llegar antes también de lo esperado.

Un estudio revela que necesitan cazar más a menudo de lo que se pensaba hasta ahora

Los osos estudiados consumían en reposo 8.861 kilocalorías/día. “Esta tasa es la medida de lo que le cuesta al animal simplemente vivir, cubrir sus necesidades energéticas de mantenimiento, sin contar las de movimiento, termorregulación, digestión, crecimiento y reproducción”, explica Anthony Pagano, científico del Servicio Geológico estadounidense. Estas necesidades metabólicas suben hasta las 12.300 kcal/día de media cuando están activos, y cuando necesitan comer llegan a andar hasta la cuarta parte del tiempo.

Las imágenes de oso polares famélicos muriendo lentamente de hambre son cada día más frecuentes en la región más septentrional del planeta. “Los músculos se atrofian al quedarse sin energía. Es una muerte lenta y dolorosa”, explica Paul Nicklen, que captó la escena en un estremecedor vídeo publicado por National Geographic. “Si la Tierra continúa calentándose, perderemos osos y ecosistemas polares enteros”, advierte el fotógrafo, que ha viajado por numerosas extensiones árticas.