El desprendimiento del gigantesco iceberg de la plataforma Larsen C en la Antártida, de un tamaño 10 veces superior al de la trama urbana de Madrid, es sólo un primer aviso de lo que nos espera si no se revierte, o cuando menos se frena, el cambio climático: el colapso del continente helado y la fusión de sus gigantescas reservas de agua dulce helada, que harían subir el nivel de los océanos hasta cubrir inmensas zonas costeras de todo el mundo, precisamente aquellas donde se concentra la población humana, y tendrían un efecto devastador sobre la biodiversidad marina.

Los expertos aseguran que el iceberg que está a punto de desgajarse de la península antártica será con seguridad uno de los 10 mayores jamás vistos desde que existen registros sobre la materia. Según el glaciólogo Adrian Luckman, de la Universidad de Swansea, en el País de Gales (Reino Unido), al frente de un estudio del calentamiento en la zona, el desprendimiento que dejará el colosal témpano flotando a la deriva puede ser cuestión "de días".

Los expertos creen que el desprendimiento del témpano gigante es cuestión de días

La grieta que está separando el futuro iceberg de la plataforma flotante helada pegada al continente antártico tiene 200 kilómetros y ya sólo le faltan cinco para que una masa de 6.000 kilómetros cuadrados de hielo y 190 metros de grosor se aleje por el mar y se convierta, antes que en un problema ambiental, en una grave amenaza para la navegación marina por el transitado paso de Drake, que separa la Antártida de América del Sur comunicando el Atlántico con el Pacífico.

Y con su partida empiezan problemas mucho más serios. “El desprendimiento debilita el frente de la barrera, que actúa como su muro de contención, y a causa del mismo se puede acelerar el empuje de los glaciares que están detrás. Ese hielo que sí que está sobre el continente puede aumentar el nivel del mar si se derrite", advierte Jerónimo López-Martínez, expresidente del Comité Científico de Investigación Antártica (SCAR, en sus siglas en inglés), el principal órgano internacional de estudio del continente helado.

Es decir, que el acelerado derretimiento de la capa de mar helado pegada al continente contribuirá a que se deshaga el mucho más abundante hielo asentado sobre el mismo. Y eso sí será un problema irresoluble. La plataforma de hielo Pine Island, a un millar largo de kilómetros de la península Antártica, se está viendo cuarteada por numerosísimas grietas de cientos de metros de longitud, y hace algo más de un año se separó de la misma un fragmento de casi 600 kilómetros cuadrados.

Mayor que Francia

El agua allí, en el mar de Amundsen, se ha calentado más de dos grados centígrados y el ritmo habitual de fusión del hielo se ha cuadruplicado. En la península Antártica, la delgada franja del continente de 1.100 kilómetros de longitud cubierta de montañas nevadas que apunta a América, la temperatura del agua ha subido aún más, casi 10 grados de promedio. La llegada masiva de aire y agua caliente del norte están derritiendo sus banquisas a gran velocidad.

Los glaciares que van a parar a Pine Island drenan una masa de hielo de casi cinco kilómetros de espesor y unos 700.000 kilómetros cuadrados, bastante mayor que la península Ibérica, o que Francia. Si esa masa, que en buena parte está bajo las aguas, se derritiera en el océano, provocaría un aumento del nivel del mar a nivel planetario de unos tres metros. A medida que la presa de hielo que retiene esa masa se deshaga, los glaciares verterán más rápido su carga, entre dos y hasta nueve veces más deprisa. La plataforma de hielo flotante que cumple esa función de dique tiene unos 400 metros de grosor de promedio, y ha perdido 45 entre 1994 y 2012.

El rápido crecimiento de zonas antárticas libres de hielo atraerá especies invasoras 

"Éstos son los glaciares que se están retirando más rápidamente en la Tierra", advierte Eric Rignot, un especialista en el estudio del hielo antártico del laboratorio Jet Propulsion de la NASA en Pasadena (California, Estados Unidos), quien dice que hoy por hoy no podemos prever si el colapso de esta masa de hielo se producirá "en 500 años o en menos de 100", o lo que es lo mismo, si la humanidad tendrá tiempo para prepararse para sus catastróficos efectos. Los investigadores estiman que esta zona está recibiendo una cantidad de calor superior a la que producirían cien centrales nucleares funcionando 24 horas al día y siete días a la semana.

Con el deshielo provocado por el calentamiento global, las hasta ahora escasas zonas libres de hielo de la Antártida, que cubren menos del 1% de la superficie pero alojan al 99% de los animales y plantas del continente, podrían expandirse hasta 17.000 kilómetros cuadrados a finales de siglo. Es la previsión de Jasmine Lee, estudiante de doctorado de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Universidad de Queensland (Australia), que las analiza desde hace años. Allí viven desde focas y aves marinas a extraños invertebrados como los tardígrados y los artrópodos del orden Collembola, diminutos animales de seis patas considerados hasta hace poco como insectos, así como musgos y líquenes, los únicos representantes de la flora antártica.

Este brusco incremento en un 25% de la superficie terrestre libre de hielo, una parte de la Antártida sobre la que Lee acaba de publicar un estudio pionero, se concentrará en la península septentrional y tendrá consecuencias potencialmente positivas y negativas a la vez para todos estos seres: "Podría dar lugar a nuevas oportunidades para la biodiversidad antártica, aunque las condiciones más cálidas también alentarán a especies invasoras a establecerse allí", señala. Principalmente serán los seres humanos quienes transportarán, lo quieran o no, a las especies invasoras al continente, con consecuencias imprevisibles.