El sistema de depósito y retorno de envases de un solo uso, que funciona con buenos resultados en países como Alemania, Bélgica o los escandinavos, no resultaría rentable, en términos económicos pero también ambientales, en nuestros lares. Así lo afirma un estudio de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) de Barcelona que ha calculado los costes del mismo en caso de ser aplicado en Cataluña, cuyo gobierno lleva varios años estudiando su posible instauración, aunque los resultados son perfectamente extrapolables al conjunto de España. El estudio ha sido financiado por Ecovidrio y Ecoembes, gestores actuales de estos residuos y por ello opositores declarados a la implantación de un sistema de devolución.

Según el trabajo, dejar de depositar los envases de plástico y cristal en los actuales contenedores y obligar a devolverlos en el establecimiento en el que fueron adquiridos, donde se abonó al efectuar la compra un depósito que se recupera al entregarlos vacíos, costaría 298 millones de euros más que el actual sistema –unos 100 euros por familia más al año– porque la gestión para el tratamiento correcto de estos materiales sería hasta 12 veces más cara que ahora. Y, además, tendría un impacto mucho mayor para el medio ambiente consecuencia del enorme incremento de los viajes necesarios para el transporte de los mismos a sus destinos definitivos.

La gran dispersión de establecimientos, más de 50.000, complicaría el transporte

La causa de todo ello es la "gran dispersión y atomización" de los establecimientos que tendrían que gestionar el nuevo modelo, denominado Sistema de depósito, devolución y retorno (SDDR), nada menos que 52.227 puntos, que se desglosan en 10.701 comercios de todo tipo y 41.526 hoteles, bares, restaurantes y otros negocios de hostelería. Los mismos tendrían que destinar al sistema un espacio del que muchos carecen, y además un 50% de las devoluciones se realizarían de forma manual, lo que supone, afirman los autores del informe, una gran ineficiencia del sistema, sin contar el coste de la cantidad de tiempo que habría que invertir en etiquetado, manipulación, recuentos, transporte y pretratamiento de los envases recogidos.

El estudio, fruto de un proyecto de investigación llamado Ariadna, admite que el SDDR permite alcanzar tasas de reciclaje más altas, pero las mismas se obtienen "a través de procesos más contaminantes, fundamentalmente asociados a la necesidad de más equipamientos (máquinas, bolsas y cajas) y un transporte menos eficiente de los residuos de envase recogidos manualmente y sin compactar", que cifra en "aproximadamente un 54% en peso" de los recuperados mediante un sistema SDDR.

"Aunque el SDDR alcanzara un índice de devolución del 90% de los envases, el sistema actual obtiene significativamente mejores resultados", afirma la Cátedra Unesco de Ciclo de Vida y Cambio Climático de la la UPF, autora del trabajo de investigación. Los índices de reciclaje se mantienen estancados en España en un 33% desde hace una década, mientras un 55% de los residuos aún acaba en los vertederos y un 12% es incinerado. Mientras, la Unión Europea (UE) exige a sus estados miembros que lleguen al 50% para 2020, el 60% en 2025 y el 65% en 2030, algo que parece hoy por hoy imposible de lograr en este país. 

Limpieza urbana y de las playas

Por el contrario, otro estudio de la Fundació per a la Prevenció de Residus i el Consum Responsable de febrero de 2014 concluyó, analizando igualmente la posibilidad de implantar el SDDR en Cataluña, que el mismo resultaría provechoso económicamente para los municipios porque conllevaría una gran reducción del volumen de envases depositados en los contenedores y con ello ahorraría costos en su recogida y procesamiento, también reduciría los volúmenes gestionados y por tanto los costes de las plantas de tratamiento finalista, así como los de la limpieza viaria en las ciudades y la de las playas, lo que en total supondría un beneficio de 56 millones de euros, casi un 20% del coste total de gestión de residuos, unos 295 millones en total, "de los que los sistemas integrados de gestión sólo pagan el 27%" y el resto corre a cargo del erario público. Este trabajo no analizó los impactos ambientales.

En 2012, Retorna, una iniciativa sin ánimo de lucro impulsada por empresas de reciclaje, ONG ambientales, sindicatos y asociaciones de consumidores, publicó un estudio sobre la implantación de un SDDR en España que concluyó que "es un 60% más barato que los SIG [sistemas integrados de gestión, los empleados actualmente] por envase recogido selectivamente: 1,45 céntimos de euro (SDDR) frente a 1,91 céntimos (SIG)" y que favorece al comerciante "compensándole con una media de tres céntimos por envase recogido. Ello supone distribuir entre el sector 535 millones de euros al año que oscilan entre los 300 para un pequeño comercio y los 300.000 para una gran superficie". El sistema de depósito y devolución "es el único sistema conocido que, consiguiendo cuotas de reciclaje cercanas al 100%, ha demostrado su viabilidad económica".

Alemania, Dinamarca, Países Bajos y Noruega superan el 90% de recuperación

En Alemania, el sistema de cobro de un depósito y devolución de envases ligeros, que funciona desde 2003, ha permitido alcanzar niveles de recuperación del 98,5% (aunque antes ya eran del 80%), afirma Retorna, un proyecto sin ánimo de lucro que suma los esfuerzos de empresas de reciclaje, ONG ambientales, sindicatos y asociaciones de consumidores. Según Retorna, en España se consumen 51 millones de envases de un solo uso al día, unos 18.000 millones al año, cifra similar a la de Alemania, un país que nos dobla en población, y cuyos niveles de reciclaje son infinitamente superiores (en nuestro país, el sistema de contenedores apenas recoge un tercio del total).

El sistema de retorno se aplica en unos 40 países y regiones de todo el mundo. Son notables los éxitos de experiencias como la de Dinamarca (que recupera un 99,5% de las botellas de cerveza y bebidas carbonatadas, un 99% del PET reutilizable, un 60% de las botellas de licores y un 80% de las de vino), los Países Bajos (que alcanzan el 98% del vidrio y el 99% del PET reutilizables), Noruega (98% de las botellas de cerveza y bebidas, 86% de las latas), Suecia (90%) e incluso Israel (que duplica las cifras de recuperación españolas).

Con seguridad, el fondo del problema no es el sistema empleado, o si se cobra o no un depósito por el envase. Es una cuestión de sensibilización en la que nuestro país todavía anda más que retrasado. Y, dado que parece que preocupa mucho más el impacto económico que el ambiental de los asuntos, hay que recordar que el modelo actual cuesta mucho dinero al año en términos de materiales aprovechables desperdiciados (nada menos que dos tercios del total de residuos). Y que las sanciones de la UE por incumplir los objetivos fijados pueden ser muy elevadas. Aunque el Gobierno no tenga el medio ambiente entre sus prioridades, no parece que España esté en condiciones de permitirse semejante despilfarro. Que, además, destruye el planeta.