Los paisajes coronados por gigantescos molinos eólicos cuyas aspas giran lentamente al ritmo que dicta el viento podrían verse modificados con la llegada de los aerogeneradores sin palas. “Constituyen un salto tecnológico, una verdadera revolución en la energía eólica. Una manera más eficiente, rentable y respetuosa con el medio ambiente de producir energía”, aseguran los inventores de Vortex.

La estructura, cuya forma exterior recuerda a la de un bate de béisbol boca abajo o un enorme espárrago blanco, está constituida por un cilindro vacío con paredes de fibra de vidrio y materiales piezoeléctricos que está anclado en el suelo por medio de una varilla de fibra de carbono. El resultado es un cono invertido y alargado, alto, muy ligero y muy rígido capaz de oscilar sobre sí mismo para generar energía eólica con un movimiento similar al de una bandera al ondear.

La oscilación provocada por el aire y un juego de imanes producen la corriente

La idea nació en 2002 cuando David Yáñez, uno de los socios fundadores de la empresa, se topó con una de las peores pesadillas de ingenieros y arquitectos: descubrió en Internet el vídeo del derrumbe del Puente de Tacoma Narrows (Estados Unidos), destruido en 1940 por un efecto de resonancia que producía la misma estructura al estar mal construida.

Los vórtices de Von Kármán, que se producen cuando un fluido como el viento choca contra una estructura cilíndrica de forma constante y ordenada, estaban detrás de la catástrofe del puente y constituyeron una fuente de inspiración para Yáñez. Así, sus aerogeneradores sin aspas aprovechan la oscilación generada por los vórtices para conseguir electricidad mediante un juego de imanes que hacen innecesarios los engranajes movidos por las aspas. En el verano de 2014, empezó a trabajar junto con Raúl Martín y David Suriol en el primer prototipo, puesto a prueba en Gotarrendura, una localidad de la provincia de Ávila.

Este ingenio aporta numerosas ventajas económicas y medioambientales frente a los aerogeneradores tradicionales: en primer lugar reduce la huella de carbono de la instalación. Además, tiene un coste inferior tanto en lo que atañe a la fabricación (necesita menos materias primas) como al mantenimiento, que puede salir por la mitad de dinero, según la empresa.

Más en menos sitio

También tiene alguna desventaja: cabe destacar que en las mismas condiciones que una turbina eólica tradicional produciría un 30% menos de energía, pero eso puede compensarse poniendo más aparatos en el mismo espacio, ya que los del nuevo modelo necesitan mucho menor distancia entre ellos.

Además, esta nueva tecnología no emite ruido –puesto que oscila a una frecuencia inferior a los 20 hercios (Hz)– y es la causa de una menor mortalidad de las aves. Las turbinas eólicas se han convertido en un obstáculo peligroso para los pájaros, sobre todo si se colocan en hábitats clave o corredores migratorios importantes. Según estimó en 2013 la organización SEO/Birdlife, un pequeño número de molinos ubicados inadecuadamente en Tarifa (Cádiz) acabaron en un año con la vida de 57 buitres leonados (Gyps fulvus) y 67 cernícalos vulgares (Falco tinnunculus).

El primer modelo comercial de Vortex podría llegar al mercado en el segundo trimestre de 2016. El bautizado como Vortex Mini tiene un diseño de 13 metros de altura, un peso inferior a los 100 kilos, una capacidad para producir unos cuatro kilovatios y un precio orientativo de 5.000 dólares (unos 4.500 euros). Está pensado para el consumo doméstico, para hogares que están o quieren estar al margen de la red eléctrica funcionando de forma autónoma o en sistemas híbridos, junto a paneles solares. 

El primer modelo comercial de Vortex podría llegar al mercado en un año

Sin embargo, se trata de una propuesta que ahora mismo lo tiene difícil para triunfar en España, tras la ofensiva del gobierno contra las energías renovables, a pesar de que la eólica genera aproximadamente el 20% de electricidad consumida en España (el pasado año aportó el 20,3%, por detrás de la nuclear, que cubrió el 22%). Pero sería sin duda una buena alternativa para las zonas aisladas de los países en desarrollo ya que, según los cálculos de la empresa, uno de ellos podría abastecer a una pequeña comunidad rural en la India.

Para hacer realidad el proyecto y poder así fabricar el primer modelo piloto comercial, sus inventores están buscando socios tecnológicos y financieros en Estados Unidos desde el pasado abril. Hasta ahora ha sido cofinanciado por la Fundación Repsol, ya que fue seleccionado en la primera convocatoria del Fondo de Emprendedores, un grupo de inversores español y fondos del Centro para el Desarrollo Tecnológico Industrial. Además, el pasado mes cerraron una campaña de micromecenazgo a través de internet con la que han conseguido recaudar 64.550 dólares (unos 58.000 euros).

El sueño de los tres socios es llegar a construir en 2018 un aerogenerador de unos 150 metros de altura y 100 toneladas de peso capaz de producir un megavatio y abastecer de electricidad a unas 400 viviendas. Una propuesta sin duda atractiva que ha despertado muchas expectativas dentro y fuera de España, pero que en su propio país se encontrará con una acogida ciertamente hostil por parte del Gobierno.