Si bien parece que Hamás ha aceptado una propuesta de alto el fuego por parte de Israel, el ejército israelí ha comenzado a prepararse para tomar la ciudad de Gaza. Después del fracaso del alto el fuego de enero y del acuerdo de intercambio de rehenes por prisioneros, y tras meses de una guerra devastadora y despiadada, el futuro de Gaza y de sus 2,1 millones de habitantes parece cada vez más incierto.
Cuando las consecuencias de este conflicto hacen pensar que podría no terminar nunca, que dejará un trauma insuperable o que, en el peor de los casos, alimentará deseos de venganza, un estudio que hemos publicado recientemente en la revista New England Journal of Public Policy muestra que muchos gazatíes siguen albergando la esperanza de alcanzar la paz.
¿Luchar o no luchar?
La investigación fue dirigida por el grupo ARTIS International y el Oxford University Changing Character of War Center, y llevada a cabo por el Palestinian Center for Policy and Survey Research (PSR). El diseño del estudio y el control de los datos estuvieron a cargo de los dos autores que firmamos este artículo.
Nuestro objetivo era examinar los componentes psicosociales de la disposición a luchar. Para ello se entrevistó a una muestra representativa de 500 participantes, en muchos casos procedentes en refugios, y durante días en los que el alto el fuego en enero estaba aparentemente garantizado.
Las encuestas las realizaron investigadores locales con gran experiencia en trabajo de campo y en la detección de respuestas insinceras. Los participantes respondían a un cuestionario que incluía medidas interactivas, en una plataforma que ha resultado de gran utilidad en la recogida de datos en otros contextos, por ejemplo en el conflicto en Siria entre combatientes e ISIS, con terroristas islamistas y miembros de bandas en prisión, o durante el reciente conflicto entre Rusia y Ucrania.
Un conflicto difícil de resolver
El estudio reveló que la simpatía hacia Hamás disminuyó desde los primeros meses de la guerra. Sin embargo, debido al bajo apoyo a otras alternativas políticas, Hamás recuperó gradualmente su influencia sobre Gaza. Además, la guerra, en lugar de suavizar los objetivos políticos de los gazatíes, redujo el apoyo a una solución negociada con Israel.
Los datos también mostraron que los habitantes mantenían un fuerte compromiso con sus valores y con su identidad nacional y religiosa. Este compromiso los predisponía a realizar sacrificios personales si fuera necesario. Mantener valores fundamentales puede empoderar a las personas para enfrentarse a oponentes con recursos mucho mayores, y los habitantes de Gaza no son una excepción.
Por otro lado, de la encuesta se deduce que es improbable que se produzca un avance hacia la paz con Israel que no tenga en cuenta el mantenimiento de los valores fundamentales de los habitantes de Gaza, al menos en un grado mutuamente tolerable.
Cuando la paz es posible
Debido a la dificultad de dar pasos hacia la paz en un conflicto de larga duración como este, nuestro desafío consistió en dar un primer paso para identificar los componentes psicosociales que podrían favorecer un cambio hacia la paz. Para ello, nos basamos en investigaciones previas de negociadores experimentados en conflictos que parecían irresolubles, las cuales sugieren que una auténtica consolidación de la paz requiere la humanización o rehumanización del adversario.
Nuestro estudio ofrecía un escenario propicio para evaluar si la humanización del enemigo podría predecir la disposición de las personas a realizar sacrificios personales por conseguir la paz en tiempos de guerra y, de ser así, explorar qué factores podrían explicar la asociación entre la humanización del oponente y la voluntad por realizar un intenso sacrificio por conseguir la paz con él.
Solo un 10 % de los participantes humanizaba a los israelíes
La paz es difícil de conseguir, pero no imposible. Los resultados mostraron que solo un 10 % de los participantes humanizaba a los israelíes (con una puntuación por encima del punto medio de la escala). Y fueron justo estos participantes los que se mostraron dispuestos a realizar sacrificios por lograr la paz, como perder su trabajo o fuente de ingresos, luchar e incluso morir.

Además, nuestro estudio reveló por qué la humanización del enemigo promueve esta disposición: al humanizar a Israel, los participantes confiaban más en sus ciudadanos, consideraban la consecución de la paz como algo “sagrado” y aumentaban su apoyo a mantener un contacto positivo entre ciudadanos palestinos e israelíes.
Pese a sus limitaciones, este estudio constituye un primer paso importante al señalar posibles vías para que los ciudadanos involucrados en un conflicto de esta magnitud estén dispuestos a alcanzar la paz con su enemigo, así como los mecanismos que podrían facilitarlo.
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