Un equipo de investigadores ha medido la 'huella' de los humanos en la Antártida. Solo los edificios cubren más de 390.000 metros cuadrados de terreno, mientras que la huella visual, las áreas desde donde se puede ver la actividad humana, se extiende a más de 93.000 kilómetros cuadrados.

El autor principal del estudio publicado en la revista Nature Sustainability, el estudiante de doctorado del Instituto de Estudios Marinos y Antárticos (IMAS, por sus siglas en inglés), de la Universidad de Tasmania (Australia), Shaun Brooks, dice que medir el área afectada por los seres humanos era importante para la conservación antártica y la gestión ambiental.

"Aunque los 53 países que han firmado el Tratado Antártico acordaron proteger el medio ambiente antártico, hasta ahora solo ha habido datos limitados sobre la extensión espacial de la actividad humana en el continente. Nuestra investigación muestra que los impactos humanos son mayores en la tierra que también es la más sensible al medio ambiente: áreas libres de hielo a pocos kilómetros de la costa", señala.

"Las tierras sin hielo son compatibles con la mayor diversidad de flora y fauna del continente, incluidas las especies icónicas como los pingüinos Adelia, y proporcionan las áreas más accesibles para los animales marinos que se reproducen en la tierra. Encontramos que el 81 por ciento de los edificios en la Antártida están ubicados dentro de solo el 0,44 por ciento de la tierra libre de hielo", afirma.

Brooks apunta que se espera que los futuros aumentos en la actividad de investigación y turismo ejerzan más presión humana en el continente en los próximos años. "Los datos que hemos recopilado se pueden utilizar para aportar información a la toma de decisiones sobre la conservación antártica y la gestión ambiental, así como para rastrear futuros impactos y cambios", plantea.

"También puede servir para fomentar una mayor coordinación y el intercambio de instalaciones entre las naciones y los usuarios que acceden a la Antártida, para ayudar a limitar la huella humana. Existe una tensión creciente entre la creciente presión por el acceso al continente y los compromisos internacionales para proteger el medio ambiente antártico. Esperamos que nuestra investigación pueda ayudar a lograr un equilibrio sostenible entre estos imperativos en competencia", concluye Brooks.