El agujero de la capa de ozono de la Antártida de 2019 podría ser uno de los más pequeños desde mediados de la década de 1980, según los científicos del Servicio de Vigilancia Atmosférica Copernicus (CAMS), impulsado por Europa.

Cuando ha transcurrido menos de un mes desde el inicio de la temporada del agujero de ozono, los científicos del CAMS han observado que este año este fenómeno está decreciendo y que su superficie será aproximadamente la mitad de la que suele alcanzar en esta época del año. Además, el agujero está descentrado y se ha movido más allá del polo.

Sin embargo, las previsiones también indican que después de alcanzar un mínimo local la semana pasada, el agujero podría volver a crecer, si bien se considera "improbable" que alcance de nuevo la extensión observada en las últimas dos o tres décadas.

Copernicus señala que el agujero de ozono en la Antártida empieza a formarse cada año en agosto y alcanza su tamaño máximo en octubre, para volverse a cerrar en diciembre. No obstante, los datos del CAMS revelan que el agujero de la Antártida empezó a formarse aproximadamente dos semanas antes de lo esperado, en comparación con años anteriores.

Desde principios de septiembre, tal y como apunta Copernicus, el vórtice polar (aire frío en la estratosfera por encima de la atmósfera terrestre), que brinda las condiciones necesarias para la formación del agujero de ozono, se ha desplazado de su centro y se ha debilitado a causa de un calentamiento estratosférico repentino. Debido a que las temperaturas de la parte superior de la estratosfera se han situado 40 grados por encima de los niveles habituales, el vórtice polar ha sido más inestable de lo normal.

Según detalla Copernicus, el primer agujero de ozono en la atmósfera surgió hace varias décadas y su aparición se debió a las emisiones nocivas generadas por el hombre, en concreto a las de sustancias químicas procedentes de aerosoles, refrigerantes, pesticidas y disolvente.

La ONU estableció el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono el 16 de septiembre para conmemorar la firma del Protocolo de Montreal en 1987 por parte de 196 Estados y la Unión Europea, en el que se estipulaba la prohibición de las principales sustancias químicas que agotan la capa de ozono.

Así que ayer lunes se cumplieron 32 años de la firma del Protocolo de Montreal (Canadá) sobre sustancias que agotan la capa de ozono. La ciencia ambiental hizo que sucediera y que décadas después el problema esté en vías de solución. Científicos británicos del Natural Environment Research Council (NERC) y el British Antarctic Survey (BAS), como Joe Farman, Brian Gardiner y Jonathan Shanklin, dieron la alerta a traves de la revista Nature en 1985. Observaron grandes pérdidas de ozono sobre la Antártida, señal de un peligroso adelgazamiento de la capa de ozono en todo el mundo.

La investigación atmosférica posterior demostró el efecto de los gases artificiales sobre la capa de ozono y las consecuencias para la salud del ser humano, ya que los rayos ultravioleta del Sol podían así penetrar la atmósfera más fácilmente.

Con esta evidencia, los gobiernos de todo el mundo tomaron medidas y negociaron el Protocolo de Montreal de 1987, que fue firmado el 16 de septiembre. El protocolo, junto con otros instrumentos legislativos adicionales, ha garantizado la eliminación rápida de las sustancias que agotan el ozono. Fue el primer tratado de la ONU que alcanzó ratificación universal.

Después de 32 años, el Protocolo de Montreal continúa siendo ejemplo de una acción global exitosa para abordar un problema medioambiental mundial. De acuerdo con la última Evaluación científica del agotamiento del ozono completada en 2018, partes de la capa de ozono se han recuperado a una tasa de 1-3% por década desde 2000.

Cómo se genera

El agujero de ozono antártico es causado por cloro y bromo en la atmósfera, que provienen de clorofluorocarbonos (CFC) y halones. El agujero mismo comienza a formarse cuando la luz solar regresa al final del invierno antártico, y alcanza su mayor extensión cada septiembre, antes de desaparecer de nuevo a mediados de verano.

La cantidad de sobrecarga de ozono debe seguir un patrón estacional regular. Esto es lo que ocurrió durante los primeros 20 años de las mediciones de BAS, pero a finales de 1970 se observaron claras desviaciones. En cada primavera sucesiva la capa de ozono era más débil que antes, y en 1984 estaba claro que la estratosfera antártica estaba cambiando progresivamente.

El ozono estratosférico se mide en las estaciones de investigación de Halley y Rothera. Las mediciones diarias del ozono se toman como parte del monitoreo a largo plazo, que es financiado por NERC. En Halley, las mediciones se toman siete veces al día en la temporada de verano, cuando el sol está lo suficientemente alto para hacerlo. Las mediciones de ozono de la Estación de Investigación de Halley, que se han registrado desde 1957-58, condujeron al descubrimiento del agujero en la capa de ozono en 1985.