Los países gobernados por mujeres han afrontado con mayor eficacia la pandemia global de la COVID-19. Siete naciones europeas, asiáticas o de Oceanía con mujeres al frente de sus gobiernos han registrado bajos niveles de infección y mortalidad a causa del coronavirus, a nivel global y en relación con sus vecinos, aplicando medidas como la intervención temprana, la realización de tests y el aislamiento adecuado de los pacientes detectados con los mismos, según un estudio realizado por la Universidad Johns Hopkins (JHU, en sus siglas en inglés), de Baltimore (EE UU).

Se trata de Dinamarca, Islandia, Finlandia, Alemania, Nueva Zelanda, Noruega y Taiwán, países donde al frente del poder ejecutivo hay presidentas, cancilleras o primeras ministras, sean de partidos más o menos conservadores o progresistas. "Las mujeres en puestos de liderazgo están haciendo un trabajo desproporcionadamente grande a la hora de gestionar la pandemia, ¿por qué no hay más?", reflexionaba la socióloga Leta Hong Fincher, que escribe sobre feminismo para los diarios The New York Times y Washington Post, y es autora de varios libros. La consultora sobre igualdad de género Avivah Wittenberg-Cox afirma que estas líderes "nos están mostrando una forma alternativa y atractiva de ejercer el poder" y que "esta pandemia revela que las mujeres tienen lo que se necesita cuando las cosas se complican".

La cadena CNN y la revista Forbes, basándose en datos del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC, por sus siglas en inglés), coincidieron con la JHU en que las respuestas de estos países fueron las "mejores" frente a la enfermedad. Además de medidas prontas y acertadas, estas gobernantes destacaron por la proximidad y empatía de sus mensajes a la población, a la que lograron transmitir confianza y tranquilidad, evitando argumentos de tipo casi belicista como los esgrimidos por algunos de sus colegas masculinos. Nada que ver con los Estados Unidos de Donald Trump, el Brasil de Jair Bolsonaro o el Reino Unido del premier Boris Johnson. 

Esta constatación resulta especialmente significativa si se tiene en cuenta que menos del 7% de los países del mundo tienen a mujeres al frente de sus gobiernos, según los últimos datos de la Unión Interparlamentaria publicados por la Organización de las Naciones Unidas en 2019: solamente hay 10 sobre 193 estados independientes.

Solamente hay 10 primeras ministras sobre 193 estados independientes 

El caso de Nueva Zelanda es el más espectacular. Esta nación del Pacífico cuya primera ministra es Jacinda Ardern, del Partido Laborista (izquierda) ha registrado un número muy bajo de casos y víctimas y prácticamente ha logrado erradicar la enfermedad en el archipiélago aplicando una de las estrategias más contundentes del planeta. Ardern propuso desde el primer momento “eliminar la curva” de contagios en lugar de intentar aplanarla como otros países. Suze Wilson, profesora de Liderazgo y Desarrollo Ejecutivo en la Universidad Massey de Nueva Zelanda opina que esta respuesta fue "magistral".

El Gobierno tomó medidas tempranas e impuso el confinamiento cuando apenas había seis casos confirmados en todo el país, prohibió la entrada de extranjeros y obligó a los neozelandeses que regresaban a ciertas partes del país a aislarse en sus domicilios durante 14 días. A fecha 16 de abril, mientras en España o Italia había decenas de miles de infectados, en Nueva Zelanda se registraban solamente nueve fallecidos y poco más de 1.000 casos confirmados.

El mayor y más poblado de los siete países citados es Alemania, donde Angela Merkel, física de formación, es canciller desde 2005 y actualmente preside un gabinete de coalición entre su partido, el democristiano, y sus grandes rivales los socialistas. Pese a ser el país más poblado de la UE, con 83 millones de habitantes y fronteras con casi toda Europa Central, ha registrado casi diez veces menos víctimas que otros como el Reino Unido, Italia o España.

Tras decidir desde un primer momento que el coronavirus era “un asunto que hay que tomarse en serio” mandó hacer tests masivos a la población antes que la mayor parte de países y logró que la tasa de mortalidad fuera mucho menor que en el caso de sus vecinos continentales. El Instituto Robert Koch de Virología se encargo de desarrollar la estrategia alemana y afirma que una de las claves fue la identificación temprana de los portadores del virus para frenar la expansión de la enfermedad.

Ruedas de prensa dirigidas a los menores

El otro gran ejemplo europeo, considerado “la excepción” en el continente, es Dinamarca, con la socialdemócrata Mette Frederiksen al frente del Gobierno país desde 2019, y que también reaccionó con prontitud, cerrando fronteras antes que sus vecinos. Ha llamado la atención a nivel mundial la atención una breve conferencia de prensa en la que la mandataria respondió a preguntas de niños y niñas del país, siguiendo el ejemplo de su colega Erna Solberg, del Partido Conservador, en Noruega.

El país solamente ha registrado unos cientos de fallecidos. Y aún menos registró Noruega, uno de los primeros países de Europa en reaccionar a la pandemia desde que detectó el primer caso nacional, el 26 de febrero, empleando las medidas tempranas y un buen manejo de los casos de infectados.

Islandia, con Katrín Jakobsdóttir, del Movimiento de Izquierda-Verde en el poder, ha contenido la COVID-19 gracias a una estrategia que según la epidemióloga islandesa Kristjana Asbjornsdottir, profesora de la Universidad de Washington (EE UU) es "única en el mundo”: ofrecer pruebas gratuitas para detectar el nuevo coronavirus a todos los ciudadanos. "Pruebas, pruebas y más pruebas" fue la consigna, y tras tener los datos, se aplicó un estricto sistema para localizar y aislar a los contagiados, lo que evitó incluso cerrar las escuelas.

Finlandia almacenaba desde hacía décadas material médico y sanitario

Unos almacenes donde Finlandia almacenó durante décadas material en previsión de emergencias (básicamente, durante la Guerra Fría, al tener a la URSS como vecino) contribuyeron notablemente a frenar la difusión del coronavirus en el país, gobernado por la primera ministra más joven del mundo, la socialdemócrata Sanna Marin, de 34 años. La Agencia Nacional de Emergencias (HVK, en sus siglás en finés) guardaba toneladas de material médico y equipos sanitarios que resultaron útiles para frenar la pandemia. El índice de aprobación de los 5,5 millones de finlandeses con su jefa de Gobierno ha alcanzado el 85%.

Situado junto al país de origen de la pandemia, que lo considera una 'provincia rebelde', Taiwán apenas ha registrado un puñado de fallecidos. La presidenta Tsai Ing-wen, del independentista Partido Democrático Progresista, también reaccionó con rapidez y decisión. Ya en enero, cuando la mayor parte del planeta consideraba los problemas de salud pública en Wuhan como algo lejano y transitorio, la mandataria introdujo 124 medidas para frenar el avance de la enfermedad sin recurrir al confinamiento de sus habitantes, e incluso se ha permitido el lujo de enviar millones de mascarillas a Estados Unidos y Europa.