Un grupo de científicos ha propuesto en un estudio que publica Science (1) incluir la mayor protección de la biodiversidad entre los objetivos para luchar contra el cambio climático. En su estudio de revisión recomiendan (además de cumplir con el objetivo de 1,5 grados) proteger y restaurar al menos el 30 por ciento de todas las zonas terrestres, de agua dulce y marinas, estableciendo una red de áreas protegidas interconectadas, y promover la colaboración interdisciplinaria entre las instituciones políticas, que a menudo funcionan de manera independiente.

Sumario

 

La crisis climática que ellos mismos provocaron es probablemente el mayor reto al que se ha enfrentado el homo sapiens en sus 300.000 años de historia", afirma en un comunicado (2) el profesor Hans-Otto Pörtner, jefe de la Sección de Ecofisiología Integrativa del Instituto Alfred Wegener, Centro Helmholtz de Investigación Polar y Marina y director del equipo internacional autor del estudio.

"Pero al mismo tiempo se está produciendo otra crisis igual de peligrosa, que a menudo se pasa por alto --prosigue--: la dramática pérdida de especies vegetales y animales en todo el planeta. Las dos catástrofes, la crisis climática y la crisis de la biodiversidad, son interdependientes y se amplifican mutuamente, por lo que nunca deben verse como dos cosas separadas. En consecuencia, nuestro estudio de revisión muestra en detalle las conexiones entre la crisis climática y la crisis de la biodiversidad y presenta soluciones para abordar ambas catástrofes y mitigar sus impactos sociales, que ya son dramáticos", apunta.

En el estudio han colaborado 18 expertos internacionales y es el resultado de un taller científico virtual celebrado en diciembre de 2020, al que asistieron 62 investigadores de 35 países, y que fue coordinado conjuntamente por dos organizaciones pertenecientes a las Naciones Unidas: la Plataforma Intergubernamental Científico-Normativa sobre Diversidad Biológica y Servicios de los Ecosistemas (IPBES) y el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC).

 

Rápido empeoramiento de la pérdida de especies

 

Hans-Otto Pörtner ha sido autor principal de varios informes de evaluación e informes especiales para el IPCC y, desde 2015, copreside su Grupo de Trabajo II, encargado de evaluar el estado actual de los conocimientos sobre los impactos del calentamiento global. En su estudio, los expertos describen el rápido empeoramiento de la pérdida de especies con la ayuda de cifras aleccionadoras: estiman que las actividades humanas han alterado aproximadamente el 75% de la superficie terrestre y el 66% de las aguas marinas de nuestro planeta.

Esto ha ocurrido hasta tal punto que hoy en día, por ejemplo, se ha perdido aproximadamente el 80 por ciento de la biomasa de los mamíferos y el 50 por ciento de la biomasa vegetal, mientras que hay más especies en peligro de extinción que en ningún otro momento de la historia de la humanidad.

En este sentido, el calentamiento global y la destrucción de los hábitats naturales no sólo provocan la pérdida de biodiversidad, sino que también reducen la capacidad de los organismos, los suelos y los sedimentos para almacenar carbono, lo que a su vez agrava la crisis climática.

Dado que cada organismo tiene un determinado rango de tolerancia a los cambios en sus condiciones ambientales (por ejemplo, la temperatura), el calentamiento global también está provocando el desplazamiento de los hábitats de las especies.

 

Especies móviles en callejones sin salida climáticos

 

Las especies móviles siguen su rango de temperatura y migran hacia los polos, a mayores elevaciones (en tierra, cordilleras) o a mayores profundidades (en el océano). Los organismos sésiles, como los corales, sólo pueden cambiar sus hábitats muy gradualmente, en el curso de generaciones: como tales, están atrapados en una trampa de temperatura, lo que significa que los grandes arrecifes de coral podrían, a largo plazo, desaparecer por completo.

Y las especies móviles también podrían encontrarse con callejones sin salida climáticos en las cumbres de las montañas, las costas de las masas continentales y las islas, en los polos y en las profundidades oceánicas, si ya no encuentran ningún hábitat con temperaturas adecuadas para colonizar.

Para hacer frente a estas múltiples crisis, los investigadores proponen una ambiciosa combinación de medidas de reducción de emisiones, restauración y protección, gestión inteligente del uso del suelo y fomento de competencias interinstitucionales entre los agentes políticos.

"Huelga decir que una reducción masiva de las emisiones de gases de efecto invernadero y alcanzar el objetivo de 1,5 grados siguen encabezando la lista de prioridades --afirma Hans-Otto Pörtner--. Además, al menos el 30% de todas las zonas terrestres, de agua dulce y marinas deben protegerse o restaurarse para evitar las mayores pérdidas de biodiversidad y preservar la capacidad de funcionamiento de los ecosistemas naturales".

Según apunta, "esto, a su vez, nos ayudará a combatir el cambio climático. Por ejemplo, la restauración extensiva de sólo el 15% de las zonas que han sido convertidas para el uso de la tierra podría ser suficiente para prevenir el 60% de los eventos de extinción previstos.

 

Refugios aislados para la biodiversidad

 

También permitiría eliminar y fijar a largo plazo hasta 300 gigatoneladas de dióxido de carbono de la atmósfera, lo que equivale al 12% de todo el carbono emitido desde los albores de la era industrial", asegura.

Además, los autores del estudio abogan por un enfoque moderno de la gestión del uso del suelo, en el que las zonas protegidas no se consideren refugios aislados para la biodiversidad.

Por el contrario, creen deben formar parte de una red mundial, tanto terrestre como marina, que interconecte regiones relativamente vírgenes a través de corredores migratorios para las distintas especies.

En este sentido, los pueblos indígenas y las comunidades locales en particular deben recibir apoyo por sus esfuerzos para proteger y restaurar la naturaleza. Cuando se trata de regiones que se utilizan intensivamente para la agricultura y la pesca, hay que centrarse en la sostenibilidad. Con la ayuda de conceptos modernos, deben garantizarse tanto formas de uso que preserven los recursos como un suministro fiable de alimentos para la raza humana.

 

Intensificar la captación de dióxido de carbono

 

En este sentido, recomiendan que hay que dar prioridad a aquellos conceptos que conduzcan a intensificar la captación de dióxido de carbono y la fijación de carbono en la biomasa y los suelos. Además, hay que crear suficientes refugios para las especies que hacen posible la cosecha, como los insectos que polinizan los árboles frutales. Por último, mejorar el balance de dióxido de carbono debe ser la prioridad absoluta en las ciudades.

"En el futuro, todo esto sólo funcionará si -para todas las medidas aprobadas- se persiguen simultáneamente la protección del clima, la preservación de la biodiversidad y las ventajas sociales para las comunidades locales", afirma Pörtner.

entajas sociales para las comunidades locales", afirma Pörtner. Según apunta, "es poco probable que alcancemos los nuevos objetivos globales de biodiversidad, clima y sostenibilidad previstos para 2030 y 2050 si las distintas instituciones no colaboran más intensamente. Tomemos como ejemplo las convenciones de la ONU sobre biodiversidad y protección del clima, es decir, el Convenio sobre la Diversidad Biológica y la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático".

En este sentido, advierte de que "abordan las dos crisis por separado y además se centran en los intereses nacionales de las partes de los convenios. Necesitamos urgentemente un enfoque global si aún esperamos alcanzar los objetivos", advierte.

Referencias