Quienes han estado allí aseguran que es un sitio realmente mágico. Una auténtica selva lluviosa virgen, cruzada por impetuosos ríos y una salvaje naturaleza desbordada prácticamente inaccesible sino es por vía fluvial o tras largas marchas a pie machete en mano. Y seguramente por ello es el último hábitat donde puede verse al orangután de Sumatra tal y como lleva viviendo decenas de miles de años.

Este gran simio está considerado el animal más inteligente del planeta tras los humanos y todo el que ha tenido la suerte de contemplarlo recuerda vivamente su capacidad de comunicarse y la ternura de su mirada. También se ha documentado su capacidad para construirse las herramientas necesarias para asaltar termiteros y panales de abejas o pelar la fruta de la neesia, que se encuentra envuelta de una cáscara tan áspera que corta al tacto. 

La isla de Sumatra ha perdido un 70% de su superficie natural en los últimos 50 años

Y no sólo hay orangutanes. Subespecies autóctonas de elefantes, tigres, rinocerontes, leopardos y otras prácticamente únicas en la zona, como el siamang, un mono arborícola, o el serau, un antílope, encuentran en los 7.927 kilómetros cuadrados de este parque natural su última esperanza frente a la extinción. La reserva aloja más del 10% de la población total de rinocerontes sumatranos, una especie de la que quedan poco más de 200 ejemplares, la mitad que hace 15 años. No es casual que la Unesco haya catalogado Gunung Leuser como Patrimonio de la Humanidad y Reserva de Selva Húmeda.

El parque cuenta con un centro de rehabilitación de orangutanes nacidos o criados en cautividad para tratar de devolverlos a su entorno natural en una isla que ha perdido un 70% de su superficie natural en los últimos 50 años y, como consecuencia de ello, el 90% de sus orangutanes. Y, pese a sus elevadísimas tasas de deforestación, Indonesia aún conserva el 10% de los bosques primarios que quedan en el planeta.

A pesar de su protección por las leyes indonesias y las clasificaciones internacionales, Gunung Leuser no está libre de peligros. El más antiguo tiene relación con el agua. La sobreexplotación de acuíferos y las presas para la producción de electricidad han reducido sensiblemente el gran caudal de agua que necesitan los frágiles ecosistemas tropicales, y en los últimos años el parque ha padecido incluso sequías.

Pero esta es una amenaza menor comparada con la que supone la deforestación acelerada e inminente. Indonesia es la segunda productora mundial de maderas tropicales, aunque se sospecha que las cifras reales superan ampliamente las oficiales ante la magnitud del comercio ilegal y podría incluso ocupar el primer lugar de la lista.

La alternativa del ecoturismo

La destrucción de los bosques tropicales de Indonesia no es precisamente un problema desconocido para los defensores del medio ambiente y, en 2011, Greenpeace consiguió, tras una fuerte campaña de denuncia, que el gigante de los juguetes Mattel dejara de comprar papel indonesio precisamente por esta causa.

Las madereras están aliadas con los plantadores de palma para la producción de aceite, que esperan beneficiarse del espacio conquistado a la selva. Desde 1995 se planta palma en los contornos del parque y, poco a poco, las zonas cultivadas van ganando terreno al bosque por medio de talas incontroladas, incendios y la degradación paulatina de las zonas limítrofes. En 2011 un informe de dos ONG locales vinculadas al mundo académico determinó que se destruyen unas 21.000 hectáreas anuales de bosque, incluso en las partes más protegidas.

Por si esto fuera poco, el año pasado, empresas mineras multinacionales como Prosperity Mines of Australia y East Asia Minerals of Canada anunciaron el descubrimiento de oro en la zona, por lo que ya se han pedido permisos de explotación, hasta ahora paralizados.

Una campaña de Avaaz busca financiación para garantizar la viabilidad del parque

La explotación del ecoturismo parece ser una de las pocas alternativas para darle un valor económico al parque y alejarlo de las garras de los depredadores plantadores o madereros. Esta actividad empieza a despuntar y su oferta incluso aparece ya en algunas guías de viajes internacionales. Y aunque el potencial económico del turismo no es comparable a las promesas de riqueza cuantiosa e inmediata de la madera, el oro y el aceite de palma, la creación de puestos de trabajo estables en las comunidades locales y la sostenibilidad a largo plazo de este tipo de ingresos son bazas importantes a su favor.

Pero también es importante la movilización internacional. En 2013, más de 1.300.000 personas firmaron una petición online promovida por la plataforma Avaaz para paralizar un plan de “desarrollo” agrícola y forestal que amenazaba a buena parte del parque. Ante la amenaza de dañar su imagen internacional, el Gobierno de Yakarta optó por paralizar el proyecto.

Hoy, Avaaz tiene en marcha una nueva petición internacional relacionada con Gunung Leuser, esta vez dirigida a los comisarios europeos en funciones de Medio ambiente, Janez Potočnik, y Asuntos Exteriores, Catherine Ashton, además de al embajador de la Unión Europea en Indonesia, Olof Skoog. La campaña trata de asegurar una financiación que garantice la viabilidad del parque usando los fondos para desarrollo sostenible. Hasta el momento, la petición se acerca a las 800.000 firmas y desde Avaaz se confía en superar la cifra del año pasado.