La naturaleza no deja de sorprendernos. Poblamos la Tierra, cada vez de forma más intensiva, sin conocer ni a la mitad de nuestros vecinos: los científicos creen que ignoramos la presencia de unos 10 millones de especies, una cifra cinco veces superior a la de las identificadas y registradas.

En cualquier caso, el inventario de plantas y animales que comenzó en el siglo XVIII funciona a buen ritmo. Cada año se ponen cara y nombre a unas 18.000 nuevas especies. De éstas, la Facultad de Ciencias Ambientales y Forestales de la Universidad del Estado de Nueva York (Estados Unidos) selecciona cada año a las 10 más llamativas para elaborar un listado abarcable hasta para los menos interesados. El objetivo es concienciar a los terrícolas humanos sobre la importancia de conservar y conocer la biodiversidad de nuestro planeta. 

El Top 10 de 2014, publicado el 23 de mayo coincidiendo con el cumpleaños de Carlos Linneo, naturalista sueco del siglo XVIII y padre de la taxonomía moderna, incluye a las siguientes especies:

El inventario aumenta cada año con una media de 18.000
nuevos hallazgos

Torquigener albomaculosus. Desde hace una veintena de años, los científicos han tratado de dar respuesta a un gran misterio: un complejo entramado de círculos con diseños geométricos de dos metros de diámetro en el fondo marino costero de la isla de Amami Ōshima (Japón). El fenómeno era tan extraño e inexplicable como los célebres círculos de las cosechas. Pero el año pasado se halló a los culpables: son los machos de esta nueva especie de pez globo –similares a los que a menudo aparecen disecados en los salones–. Los peculiares diseños submarinos son sus nidos, que prepararan para atraer a las hembras y cuyas crestas y surcos sirven para proteger a los huevos de las corrientes y de los depredadores.

Balanophora coralliformis. Esta planta parásita, que como tal obtiene sus nutrientes de otros vegetales, fue descubierta y en seguida catalogada como en peligro de extinción, pues se calcula que quedan menos de 50 ejemplares. Todos ellos, con su aspecto de coral, se encuentran a entre 1.465 y 1735 metros de altura en los bosques húmedos de Filipinas.

Cebrennus rechenbergi. Es el acróbata del grupo. Este arácnido descubierto en Marruecos se mueve dando volteretas cuando se encuentra en situaciones peligrosas. Si se cree bajo amenaza, empieza a correr y posteriormente a dar vueltas en el aire, lo que le permite ser el doble de rápido. No corre para alejarse del depredador, sino todo lo contrario: se impulsa hacia él siguiendo la teoría de que la mejor defensa es un buen ataque. Es su último recurso, puesto que en las dunas de arena áridas donde vive no hay rincones para jugar al escondite. Su comportamiento ya ha inspirado el diseño de un robot que copia sus movimientos.

Dendrogramma enigmática. Es una especie de animal marino multicelular de apenas ocho milímetros que recuerda por su forma a una seta. Tienen una boca en el extremo inferior, en el tallo, y en la parte superior, un disco aplanado de unos 11 milímetros de diámetro, que completa su aspecto fungiforme. El misterio rodea a este animal y los científicos dudan entre sí está relacionado con los cnidarios (grupo que agrupa animales como las medusas y los corales), con los ctenóforos (otros animales que carecen de cabeza y sistema nervioso), con ambos o, si por el contrario, representan no sólo una nueva especie, sino una nueva rama de la evolución. Se descubrieron a unos 1.000 metros de profundidad en los fondos marinos de Point Hicks (Australia).

Misión a nuestro planeta

Anzu wyliei. Apodado como el pollo del infierno, fue contemporáneo de los más famosos Tyrannosaurus rex y Triceratops. Con más de 1,5 metros de alto, 3,5 de largo y con entre 200 y 300 kilos, era una mezcla entre un ave y un dinosaurio, con plumas, huesos huecos como los pájaros y un hocico corto con un pico parecido al de los actuales loros. De dieta omnívora, el Anzu wyliei anidaba e incubaba sus huevos. El pasado año se descubrieron tres esqueletos parciales bien conservados en Hell Creek, en Dakota del Sur (Estados Unidos).

Deuteragenia ossarium. Es un tipo de avispa que mide un máximo de 15 milímetros de largo, con una forma única de proteger a su descendencia. Construye nidos en tallos huecos que separa en secciones con paredes. En cada una de las celdas pone un huevo y deposita una araña muerta que servirá de alimento a la cría. Una vez ha puesto el huevo, sella la celda y va en busca de otra araña para hacer la siguiente. Para prevenir la llegada de los depredadores, asegura la puerta de entrada al nido con hormigas muertas, unas 13, con las que crea una barrera química que evita que sus larvas sean detectadas por el olor que desprenden. Se encuentra en la reserva natural Gutianshan, en el este de China.

Limnonectes larvaepartus. A diferencia de otras ranas, esta nueva especie no pone huevos: da a luz a los renacuajos y los deposita en los charcos de agua. Es, por tanto, una de las pocas especies –hay menos de una docena de 6.455– con fecundación interna y la única conocida que pare los renacuajos. Mide unos cuatro centímetros de largo y es endémica de la isla de Célebes, en Indonesia, donde no se ha explorado a fondo si hay más anfibios similares.

“El 'Top 10' es un recordatorio de las maravillas que nos esperan"

Phryganistria tamdaoensis. No es el insecto palo conocido más largo del mundo, pero es un maestro del camuflaje: ha pasado desapercibido en el Parque Nacional de Tam Dao (Vietnam) durante décadas. Y eso que mide cerca de 23 centímetros, unos 33 menos que el insecto más largo que se conoce, el Phobaeticus chani, oriundo de la isla de Nueva Guinea.

Phyllodesmium acanthorhinum. Bella babosa de mar de formas y colores vivos, que incluyen el azul, el rojo y el dorado. Mide menos de tres centímetros, se alimenta de hidroides (sobre todo de corales) y ha sido encontrada en el archipiélago japonés. Los científicos la consideran un eslabón perdido entre las babosas de mar.

Tillandsia religiosa. Hermosa planta empleada en Tepoztlán (México) para adornar altares navideños, pero nueva para la ciencia. Crece hasta un metro y medio en las regiones rocosas del norte del estado de Morelos. Combina el rojo y el verde, se encuentra entre los 1.800 y 2.100 metros de altitud y florece entre diciembre y marzo. Es un ejemplo de una especie bien conocida por las poblaciones locales pero sólo recientemente descubierta por la ciencia.

Hasta aquí sólo un pequeño ejemplo de lo que nos queda por descubrir. “Es hora de montar una misión al planeta Tierra para distinguir, describir, nombrar y clasificar sus formas de vida antes de que sea demasiado tarde. El Top 10 es un recordatorio de las maravillas que nos esperan", afirma Quentin D. Wheeler, para quien “el objetivo real de la lista es llamar la atención sobre lo poco que conocemos de la vida en la Tierra”. De hecho, muchos expertos consideran que las especies desaparecen al mismo ritmo que las descubrimos, por lo que muchas de ellas se extinguirán, como ha pasado ya con otras muchas, sin ser vistas por el ojo humano. Pero ellas seguramente ya nos han conocido a nosotros. O las consecuencias de nuestras actividades.