La experiencia nos enseña que, al igual que el resto de las especies que habitan este planeta, vivimos a merced de fenómenos meteorológicos que escapan a nuestro control. La comprensión y anticipación de estos fenómenos ha estimulado el desarrollo de nuestra cultura desde sus orígenes, y hoy en día todavía representa un formidable reto científico.
Uno de los descubrimientos más importantes es que nuestra actividad ha alterado el clima a escala global. Se trata de un cambio sin precedentes, cuya velocidad supera la esperada únicamente por causas naturales, con importantes repercusiones económicas, sociales y ambientales que se prolongarán durante décadas.
A la preocupación individual por saber cómo el cambio climático continuará afectando al lugar donde vivimos, se añade cierto escepticismo y desconfianza ante las evidencias disponibles, muchas veces alejadas de nuestra experiencia diaria, y también hacia las proyecciones del clima, equivocadamente lastradas por los límites a la predicción del tiempo a unas pocas semanas vista.
Para ayudar a responder a estas y otras cuestiones, la Cátedra de Cambio Climático de la Universidad de Oviedo (CuCC) está construyendo un portal interactivo con materiales de referencia que incluyen análisis actualizados sobre el clima reciente de Asturias y los cambios esperados para lo que queda de este siglo.
Predicción del tiempo y proyección del clima
La capacidad para predecir el tiempo meteorológico a corto plazo ha ido mejorando de manera gradual en las últimas décadas. La predicción a cuatro días vista es hoy tan buena como lo era el pronóstico para el día siguiente hace 30 años. Este es un avance científico con un impacto incalculable al que contribuyen tanto la continua mejora en los sistemas de observación como el desarrollo de modelos numéricos de simulación capaces de anticipar los cambios en el estado de la atmósfera y el océano.
Los modelos numéricos también permiten estudiar la evolución del sistema climático para horizontes más alejados en el tiempo. Para ello, es necesario considerar componentes del sistema Tierra cuyo estado varía por lo general de manera más lenta. Entre otros, los ecosistemas y los ciclos biogeoquímicos, las superficies cubiertas por hielo y las capas profundas del océano.
De hecho, los primeros modelos del sistema Tierra ya anticiparon de manera correcta el aumento de 1.5 ºC observado en la temperatura en superficie del planeta respecto al período preindustrial (1850-1900), incluyendo el patrón de amplificación del calentamiento en el Ártico. Para reproducir esta respuesta, no basta con considerar la variación natural del sistema, sino que es necesario tener en cuenta la actividad humana.
Concretamente, los modelos solo reproducen el aumento observado en la temperatura al incluir las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas al uso de combustibles fósiles y a los cambios de uso del suelo derivados del auge de la actividad humana durante los últimos 175 años. Esta es una de las muchas razones por las que existe un amplio consenso entre los científicos sobre las causas del cambio climático, a pesar de algunas posiciones irreductibles y de actitudes poco responsables en otros sectores.
Proyecciones y regionalización
Otra fuente común de confusión procede de la incapacidad para predecir la secuencia del tiempo meteorológico más allá de dos semanas, especialmente cuando se utiliza como argumento en contra de la fiabilidad de las proyecciones de clima. En este contexto es conveniente recordar la diferencia entre tiempo y clima.
La dinámica del sistema climático amplifica cualquier error en la caracterización del estado de la atmósfera y el océano, limitando las predicciones a corto plazo. Sin embargo, este hecho no impide que los modelos sean capaces de predecir las condiciones promedio o la respuesta a un cambio en las condiciones, como pueda ser un aumento de gases de efecto invernadero.
La analogía a la que se suele recurrir para explicarlo es la lógica del funcionamiento de un casino, en el que los dueños nunca saben si un cliente va a ganar una determinada partida, pero sí que el balance será positivo a final de mes.
Los modelos de sistema Tierra se utilizan para realizar proyecciones que permitan evaluar las consecuencias de distintas decisiones políticas a través de escenarios. Por ejemplo, en el contexto del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés), tales escenarios atañen los esfuerzos para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero con el fin de evitar un nivel de calentamiento peligroso que el Acuerdo de París fija, precisamente, en 1.5 ºC.
En la actualidad, los modelos de sistema Tierra tienen una resolución relativamente grosera (~100 km). Son adecuados para predecir tendencias a escala continental y global, y para evaluar grandes estrategias. Sin embargo, la planificación y desarrollo de políticas de mitigación y adaptación requieren trasladar las predicciones de los modelos a una resolución mucho más fina (~1 km).
Las técnicas de regionalización climática permiten aumentar la resolución de los escenarios de cambio climático e incorporar efectos sobre el clima local asociados a la topografía o a la presencia de superficies cubiertas por agua.
El ejemplo de Asturias: cambios observados y escenarios
El clima de Asturias, situada en latitudes medias, es predominantemente templado, con temperaturas suaves y precipitaciones abundantes todo el año (medias anuales por encima de 10 ºC y 900 mm, respectivamente). Las condiciones son más frías y húmedas hacia el interior y en zonas de montaña respecto a la costa. En cualquier caso, los veranos suaves, especialmente en comparación con las zonas al sur con clima mediterráneo, le han hecho merecedora del desafortunado eslogan de “refugio climático” en algunos medios de comunicación.
Desafortunado porque la intención es captar la atención de potenciales turistas o residentes cansados de temperaturas extremas típicas en otras regiones y acentuadas aún más por el cambio climático, algo muy alejado de los conceptos de refugio y de refugiados climáticos.
Además de las connotaciones morales, detrás del eslogan se esconde la presunción de un efecto positivo del cambio climático sobre la región asturiana que no responde a un análisis de la información disponible o a una reflexión sobre el impacto en distintos sectores.
Desde la CuCC queremos contribuir a aclarar esta cuestión. Para ello, hemos analizado los registros de precipitación y temperatura recogidos por la red de estaciones de la Agencia Estatal de Meteorología (AEMet) en Asturias y las simulaciones de clima de la iniciativa EuroCORDEX regionalizadas a partir de los escenarios de cambio climático del IPCC.
El objetivo es doble: reconstruir y analizar cómo ha cambiado el clima en Asturias durante la última mitad de siglo, y también regionalizar escenarios a futuro a escalas (1 km) adecuadas para la planificación y desarrollo de políticas de mitigación y adaptación a nivel regional. Toda la información estará accesible en breve a través de nuestro portal de datos.
Los resultados iniciales no son sorprendentes, pero sí preocupantes. Durante los últimos 50 años, la temperatura media en Asturias ha aumentado 1.5 ºC, con tendencias más fuertes en primavera, invierno y otoño que en verano. Los valores están cerca del aumento en el continente europeo (conviene recordar que el cambio es más fuerte cerca del Ártico), pero son altos comparados con zonas cercanas en la península. Como cabía esperar, no encontramos tendencias claras en precipitación, aunque sí para algunos índices que sugieren patrones más erráticos.
Las proyecciones a futuro tampoco dan lugar a mucho optimismo, ya que únicamente si se cumplen los Acuerdos de París se podría moderar el aumento de temperatura actual y producir un ligero incremento de las precipitaciones.
La regionalización anticipa un calentamiento medio durante los próximos 75 años de hasta 1.0 ºC en la temperatura media y una caída en la precipitación anual de hasta 6.6 % para los escenarios que consideran acciones de mitigación que llevan a una reducción rápida en las emisiones.
Para escenarios sin mitigación, encontramos un aumento adicional a finales de siglo de 2.7 ºC en la temperatura media y una caída en la precipitación de hasta un 29.7 %. Estos cambios implican además fenómenos extremos más acentuados.
La conclusión es clara: Asturias, y el ámbito cantábrico en general, distan mucho de ser inmunes al cambio climático. Solo un compromiso efectivo con la acción climática y una mitigación rápida pueden evitar que se agraven aún más los efectos del cambio climático en Asturias.