La reconocida etóloga británica Jane Goodall, una de las científicas más influyentes del siglo XX y referente mundial en la defensa de la naturaleza, ha fallecido este miércoles a los 91 años en California, Estados Unidos, debido a causas naturales. La noticia fue confirmada por el Instituto Jane Goodall, la organización internacional que ella misma fundó y que desde hace décadas trabaja en programas de conservación de ecosistemas, protección de especies y educación ambiental.

Sumario

 

Goodall se encontraba en California en el marco de su gira de conferencias por Estados Unidos, una actividad que mantuvo incluso en la última etapa de su vida. Su voz, incansable y comprometida, se escuchó hasta el final en auditorios, universidades y foros internacionales, donde apelaba a la urgencia de actuar contra el cambio climático y a favor de la biodiversidad.

En un comunicado, su instituto destacó que los descubrimientos de la científica "revolucionaron la ciencia y cambiaron para siempre la manera en que la humanidad comprende a los animales y a sí misma". La organización subrayó, además, que Goodall fue "una incansable defensora de la protección y la restauración de nuestro mundo natural".

 

Una vida dedicada a los chimpancés

 

Nacida en Londres en 1934, Jane Goodall alcanzó notoriedad en la década de 1960, cuando viajó a lo que entonces era Tanganica –hoy Tanzania– para estudiar el comportamiento de los chimpancés en el Parque Nacional de Gombe. Animada y respaldada por el antropólogo Louis Leakey, comenzó un trabajo de campo que marcaría un antes y un después en la primatología.

Fue allí donde observó por primera vez que los chimpancés utilizaban herramientas, como palos para extraer termitas, un hallazgo que desafió las nociones tradicionales sobre lo que diferenciaba a los humanos de los animales. Sus estudios también revelaron complejas estructuras sociales, lazos afectivos, rituales y expresiones emocionales en estos primates, borrando la frontera tajante que durante siglos había separado la idea de “hombre” y “animal”.

A pesar de no contar con un doctorado cuando inició sus investigaciones, su trabajo pionero le permitió ingresar en la Universidad de Cambridge, donde más tarde obtuvo un PhD en etología. Su labor científica fue recogida en numerosas publicaciones académicas y divulgativas, además de documentales que acercaron sus descubrimientos al gran público.

 

De la ciencia al activismo global

 

Con el paso de los años, Goodall amplió su campo de acción. Si en los sesenta y setenta se centró en la investigación, en las décadas posteriores transformó su labor en una cruzada internacional por la defensa de la naturaleza y la educación ambiental.

En 1977 fundó el Instituto Jane Goodall, que desarrolla programas en más de 30 países y trabaja tanto en la conservación de la fauna silvestre como en proyectos comunitarios que promueven el desarrollo sostenible. Una de sus iniciativas más conocidas es Roots & Shoots, un movimiento juvenil global que inspira a jóvenes a convertirse en agentes de cambio en sus comunidades.

Su activismo la llevó a ocupar un lugar de referencia en foros internacionales. En 2002 fue nombrada Mensajera de la Paz de Naciones Unidas, un reconocimiento que reforzó su papel como figura moral y científica en la defensa del planeta.

 

Reconocimientos y legado

 

La trayectoria de Jane Goodall fue reconocida con decenas de distinciones, entre ellas el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica en 2003, la Medalla Hubbard de la National Geographic Society y la Legión de Honor francesa. También fue autora de más de 20 libros, entre ellos memorias, ensayos científicos y obras para niños y jóvenes, en los que siempre transmitió la importancia del respeto hacia los animales y la vida en la Tierra.

Su legado, sin embargo, va más allá de los premios. Goodall logró conectar la investigación científica con la empatía y la defensa del medio ambiente, inspirando a generaciones de conservacionistas, biólogos y ciudadanos comunes. Su capacidad de comunicar con sencillez y pasión temas complejos la convirtió en una de las voces más escuchadas y queridas en la lucha por un futuro sostenible.

 

Una despedida con esperanza

 

La noticia de su muerte ha generado una oleada de condolencias en todo el mundo, tanto desde instituciones académicas como de organizaciones ambientales y líderes internacionales. Muchos han subrayado que, a pesar de su partida, la obra de Jane Goodall seguirá viva en las iniciativas que impulsó y en las miles de personas que crecieron inspiradas por su ejemplo.

"Lo que haces marca la diferencia, y tienes que decidir qué tipo de diferencia quieres marcar", solía repetir en sus conferencias. Hoy, esas palabras resuenan como síntesis de una vida dedicada al conocimiento, la compasión y la acción.

Con la muerte de Jane Goodall se apaga una voz imprescindible, pero permanece una herencia que seguirá guiando la lucha por la conservación del planeta.