Las aguas subterráneas componen la mayor parte del agua dulce accesible para el ser humano, excluyendo los glaciares y capas de hielo. Se localizan en los poros y fisuras de los materiales geológicos del subsuelo, formando sistemas acuíferos que desempeñan un papel esencial en el equilibrio hidrológico, el abastecimiento hídrico y la sostenibilidad de los ecosistemas terrestres.
Un recurso estratégico, pero muy vulnerable
Aunque no las veamos, las aguas subterráneas son uno de los pilares silenciosos que sostienen la vida en la Tierra. Según estimaciones del Programa Mundial de Evaluación de los Recursos Hídricos de la UNESCO, aproximadamente el 30% del agua dulce del planeta se encuentra bajo tierra, y más del 50% de la población mundial depende de ella para consumo doméstico, agrícola e industrial. No obstante, su carácter oculto ha dificultado históricamente su control, gestión y protección, lo que ha derivado en una creciente vulnerabilidad frente a fenómenos como la sobreexplotación, la contaminación difusa y puntual, y los efectos del cambio climático.
Ante la crisis climática, la sobreexplotación y la contaminación, las aguas subterráneas son esenciales para la seguridad hídrica y la sostenibilidad ecológica.
¿Qué son las aguas subterráneas?
Las aguas subterráneas son el conjunto de aguas que se encuentran en la zona saturada del subsuelo, es decir, aquella en la que todos los poros y fisuras del medio geológico están completamente llenos de agua. Este recurso se origina principalmente por la infiltración de aguas meteóricas (lluvia y nieve) que atraviesan la zona no saturada hasta alcanzar el nivel freático.
Desde el punto de vista hidrogeológico, las aguas subterráneas se almacenan en acuíferos, que son formaciones geológicas permeables capaces de contener y transmitir cantidades significativas de agua. Estos pueden estar compuestos por sedimentos no consolidados (arenas y gravas), rocas sedimentarias (calizas y areniscas), o rocas volcánicas y cristalinas fracturadas
La dinámica de las aguas subterráneas está determinada por la permeabilidad del medio, el gradiente hidráulico y las condiciones de recarga y explotación. Su flujo es lento y generalmente sigue la dirección de la pendiente hidráulica, desde zonas de mayor altitud hacia zonas de descarga como ríos, lagos o el mar
Además de su función como fuente de abastecimiento, las aguas subterráneas cumplen un papel ecológico esencial: mantienen el caudal base de los ríos, sustentan humedales y regulan el ciclo hidrológico, siendo clave para la resiliencia de los ecosistemas frente a eventos climáticos extremos.
Tipos de aguas subterráneas
La clasificación de las aguas subterráneas se basa en criterios hidrogeológicos que permiten entender su comportamiento físico, químico e hidráulico dentro del subsuelo. Esta tipología es esencial para la gestión eficiente del recurso y para la evaluación de su vulnerabilidad frente a la explotación y la contaminación.
1. Según su estructura geológica:
- Acuíferos libres: son aquellos en los que la zona saturada está limitada superiormente por el nivel freático, sin una capa impermeable que los confine. El agua se encuentra a presión atmosférica y responde rápidamente a las variaciones de recarga
- Acuíferos confinados: están encerrados entre dos capas impermeables, lo que genera presiones superiores a la atmosférica. Su recarga es más lenta y su explotación requiere mayor control
2. Según la textura del medio:
- Porosos: formaciones compuestas por materiales granulados (arenas, gravas) donde el agua circula entre los poros. Son comunes en depósitos aluviales y cuencas sedimentarias
- Fisurales: presentes en rocas duras (ígneas, metamórficas) donde el agua se desplaza por fracturas y fisuras. Su comportamiento es más complejo y heterogéneo
3. Según el comportamiento hidrodinámico:
- Acuíferos: formaciones que permiten el almacenamiento y transmisión de agua en cantidades significativas.
- Acuitardos: capas con baja permeabilidad que restringen el flujo de agua, aunque pueden permitir cierta transmisión lenta.
- Acuicludos: materiales que almacenan agua pero no la transmiten de forma efectiva.
- Acuífugos: formaciones impermeables que ni almacenan ni transmiten agua.
4. Según el comportamiento hidráulico:
- Acuífero libre: sin presión, el agua se encuentra a nivel freático.
- Acuífero confinado: el agua está bajo presión entre capas impermeables.
- Acuífero semi-confinado: presenta una capa superior parcialmente permeable.
- Acuífero costero: ubicado en zonas litorales, con interacción entre agua dulce y salina, susceptible a la intrusión marina
Esta clasificación permite establecer estrategias diferenciadas de gestión, protección y explotación, especialmente en contextos de estrés hídrico y contaminación difusa.
Distribución mundial de las aguas subterráneas
Las aguas subterráneas representan aproximadamente el 99% del agua dulce líquida disponible en el planeta, excluyendo los glaciares y capas de hielo.
Este recurso está presente en todos los continentes, aunque su distribución geográfica es altamente desigual debido a factores geológicos, climáticos y demográficos.
Según el Informe Mundial de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo de los Recursos Hídricos 2025, elaborado por la UNESCO y el Centro Internacional de Evaluación de Recursos Hídricos Subterráneos (IGRAC), los principales sistemas acuíferos se localizan en:
- América del Sur: Sistema Acuífero Guaraní, uno de los mayores del mundo.
- Asia Meridional: Acuífero del Indo, altamente explotado para riego.
- África del Norte: Sistema Acuífero del Sahara, de tipo fósil y no renovable.
- América del Norte: Acuífero Ogallala, en declive por sobreexplotación agrícola
Más del 50% del agua potable mundial proviene de fuentes subterráneas, especialmente en zonas rurales sin acceso a redes públicas. Además, alrededor del 25% del agua utilizada para riego también procede de acuíferos, lo que subraya su papel en la seguridad alimentaria global.
El informe introduce una nueva herramienta de evaluación basada en datos de control in situ del nivel freático, permitiendo una caracterización más precisa del estado cuantitativo de los acuíferos a escala global. Esta metodología se aplica en más de 40 países y permite identificar zonas de estrés hídrico, sobreexplotación y vulnerabilidad frente al cambio climático.
En términos de distribución geográfica:
- 35% de la superficie continental está cubierta por acuíferos homogéneos.
- 18% corresponde a regiones geológicamente complejas con presencia significativa de aguas subterráneas.
- El resto presenta ocurrencias menores, generalmente en rocas poco consolidadas cerca de la superficie
La disponibilidad de aguas subterráneas está condicionada por la recarga natural, que depende de la precipitación, la permeabilidad del suelo y la cobertura vegetal. En regiones áridas, muchos acuíferos son no renovables, lo que plantea desafíos críticos para su gestión sostenible.
Principales amenazas de las aguas subterráneas
El agua subterránea enfrenta varias amenazas significativas que pueden deteriorar su calidad y reducir su disponibilidad:
1. Sobreexplotación: cuando se extrae más de lo que se recarga
En muchas regiones del mundo, especialmente en zonas agrícolas, se extrae agua subterránea a un ritmo superior al de su recarga natural. Esto provoca el descenso del nivel freático, el agotamiento de acuíferos y, en algunos casos, el hundimiento del terreno. El acuífero Ogallala, en Estados Unidos, es un ejemplo emblemático de esta situación.
2. Contaminación: el enemigo silencioso
Los fertilizantes, pesticidas y residuos industriales se infiltran lentamente en el subsuelo, contaminando los acuíferos. A diferencia de las aguas superficiales, la contaminación subterránea es difícil de detectar y casi imposible de revertir. Los nitratos son uno de los contaminantes más comunes, especialmente en zonas de agricultura intensiva.
3. Cambio climático: menos recarga, más presión
Las alteraciones en los patrones de lluvia, el aumento de las temperaturas y la frecuencia de sequías afectan directamente la recarga de los acuíferos. En muchas regiones, el agua subterránea se convierte en la única fuente disponible durante periodos de escasez, lo que incrementa su explotación y vulnerabilidad.
4. Intrusión salina: cuando el mar invade el subsuelo
En zonas costeras, la extracción excesiva de agua dulce puede provocar la entrada de agua salada en los acuíferos. Este fenómeno, conocido como intrusión salina, compromete el uso del agua para consumo humano y riego, y es especialmente preocupante en islas y deltas densamente poblados.
5. Urbanización descontrolada
La expansión de las ciudades reduce las áreas de recarga natural, impermeabiliza el suelo y genera contaminantes que pueden infiltrarse en el subsuelo. Además, muchas zonas urbanas carecen de sistemas adecuados para proteger los acuíferos de vertidos y filtraciones.
6. Falta de regulación y gestión
En muchos países, las aguas subterráneas no están suficientemente reguladas ni controladas. La ausencia de datos fiables y de políticas específicas dificulta su gestión sostenible y favorece su explotación indiscriminada.
La importancia ecológica de las aguas subterráneas
Además de ser una fuente de abastecimiento, las aguas subterráneas cumplen funciones importantes para el equilibrio ecológico global. Contribuyen a regular el caudal base de los ríos, especialmente durante periodos de sequía, y mantienen humedales, manantiales y ecosistemas subterráneos. Por su desplazamiento lento en el subsuelo, colaboran en la depuración natural del agua al filtrar contaminantes, lo que ayuda a conservar la calidad de los ecosistemas acuáticos. También actúan como almacén climático, amortiguando variaciones meteorológicas extremas y favoreciendo la resiliencia hídrica de distintas regiones. La protección de las aguas subterráneas implica tanto la gestión de recursos hídricos como la conservación de la vida asociada, en la superficie y bajo tierra.