¿Cómo valora la Comisión Europea los resultados de la cumbre de Varsovia?

Se trataba de una cumbre de transición en el camino de la gran cita de París en 2015, por lo que no esperábamos nada espectacular. Se han registrado avances, que satisfacen a la Unión Europea, pero que no son fáciles de transmitir a la opinión pública. El principal es que continúan las negociaciones basadas en los acuerdos de Durban. Es decir, que todos los países, desarrollados o no, se comprometen a trabajar para reducir sus emisiones. Hay que recordar que el Protocolo de Kioto sólo comprometía a los países desarrollados. Ahora hay que desarrollar los parámetros sobre los que se asienta este nuevo modelo. Todos los países van a hacer contribuciones, que son objetivos vinculantes, y durante el año que viene les toca hacer los deberes, y se han comprometido a presentar sus propuestas con mucha anterioridad a la cumbre de París: como máximo, a mediados de 2015.

El documento final de la cumbre ha eludido hablar de compromisos y se refiere a contribuciones.

Eso tiene una explicación. En Kioto, las reducciones obligatorias de los países desarrollados se llamaron compromisos y las de tipo voluntario de los países en desarrollo, acciones. En Varsovia, dado que ahora todos se vinculan al proceso, se ha buscado un término distinto para no crear confusiones con los dos anteriores.

Pero esas contribuciones, ¿serán vinculantes? ¿Existe algún mecanismo coercitivo para apretar a los países que se marquen objetivos por debajo de sus posibilidades?

En 2015, la secretaría general de la ONU analizará si las contribuciones de cada país son adecuadas y proporcionadas de cara al objetivo de no superar un aumento de la temperatura media del planeta de dos grados a finales de siglo. Pero mecanismos coercitivos, por el momento, no hay.

¿Cree realmente que, en términos globales, el proceso avanza? Países importantes como Japón, Brasil o Australia han dado marcha atrás en sus objetivos de reducciones.

Creemos que las negociaciones son frustrantemente lentas. Pero se dan pasos. Es cierto que la postura de Japón es decepcionante, aunque hay que entender que es consecuencia de la catástrofe nuclear de Fukushima. Cierran sus nucleares y vuelven otra vez los ojos al petróleo y el carbón. Pero han garantizado que, si hay un acuerdo vinculante en 2015, ellos revisarán su postura.

Frente a una UE que lidera el proceso, Estados Unidos y China siguen siendo los grandes obstáculos para un gran acuerdo eficaz contra el cambio climático.

La cumbre ha hecho un guiño a Estados Unidos, que por primera vez se compromete a presentar objetivos de emisiones, dándole de tiempo hasta principios de 2015. Ha habido un cambio de actitud por su parte, y han sido uno de los actores que más han contribuido a que Varsovia llegara a buen puerto: gracias a ellos existe un calendario de trabajo. Con respecto a China, sus posiciones son curiosas. Por una parte, ha anunciado la creación de un proyecto piloto de mercado de emisiones propio. Y se ha convertido en el primer inversor del mundo en energías renovables. Parece que han descubierto que ello les abre nuevas vías de negocio, y además sufren serios problemas de contaminación en las ciudades. Pero esto no siempre se refleja en sus actitudes en las negociaciones sobre cambio climático. Al final de la cumbre, su delegado cuestionó de nuevo los acuerdos de Durban y retomó el discurso de los países desarrollados y los no desarrollados. Yo diría como resumen que Estados Unidos ha estado muy bien y que China inquieta un poco. Pero hace dos años, no estaban por la labor ni unos ni otros.

Se ha criticado la influencia que han tenido sobre la cumbre los lobbies del carbón y el petróleo.

No tengo ningún comentario particular a hacer sobre esto. Nosotros acudimos a negociar como Unión Europea, y a trabajar en favor de la lucha contra el cambio climático. Los lobbies siempre han existido y siempre existirán. Su papel es legítimo, siempre que no hagan descarrilar el proceso.

El sistema de comercio de emisiones, cuyos precios ha hecho desplomar la crisis económica, al reducirse las mismas, ¿no desincentiva que algunos países o sectores se planteen objetivos más ambiciosos?

Ciertamente, existe un problema. El sistema no funciona. Se ha acumulado un exceso de permisos de emisiones que el mercado no puede absorber. Se calcula que la cifra se encuentra entre los 2.000 y los 3.000 millones de euros. Pero, frente a los problemas, soluciones. El primer paso que dio la CE fue una propuesta de retirada de 900 millones de euros del mercado, con el objetivo de estabilizar al paciente. Pero se repondrán en 2019-2020. Una segunda fase será poner en marcha una legislación, que presentaremos el 22 de enero, para retirar algunos permisos de forma permanente. Y nos planteamos crear una especie de reserva fluctuante, como un de banco central de derechos de emisiones, que los inyecte o retire del mercado según la situación lo requiera.

¿Cómo contribuirá la UE a los fondos para ayudar a los países menos desarrollados a combatir el cambio climático?

La UE ya comprometió en su momento 7.300 millones de euros para ayudas de acción rápida para el periodo 2010-2012. Pero en 2013 tenían que seguir las aportaciones. El año pasado, entre la UE y los estados miembros anunciamos que se destinarían otros 5.500 millones, y en Varsovia hemos presentado un nuevo paquete de otros 6.000 millones. Pero, además, hace una semana, la UE ha aprobado una aportación de 15.000 millones en ayudas procedente solamente de sus presupuestos, sin participación de los estados miembros, para el periodo 2013-2020.

¿Y respecto al fondo para indemnizar a los países afectados por catástrofes climáticas creado en Varsovia?

Será dotado de recursos pronto, pero los expertos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático de la ONU todavía deben dilucidar qué fenómenos meteorológicos son consecuencia del calentamiento global y cuáles no. Aún no está claro si desastres como el tifón que ha afectado a Filipinas se deben o no al cambio climático.

¿Cómo valora la Comisión Europea legislaciones como el decreto sobre el autoconsumo o los recortes de las primas a las energías renovables aprobadas por el Gobierno español?

Todavía se están analizando. Las queremos estudiar en el contexto de la amplia reforma energética que se está abordando en España. Aún no podemos aportar ningún comentario. Tal vez estemos en condiciones de hacerlo a principios del año que viene.