En lugar de pasar la eternidad dentro de un decorado y acolchado ataúd —que le habrá costado la vida a algún que otro árbol—, ocupando un frío nicho de hormigón y esperando a que los gusanos devoren tus carnes, ¿qué tal sería volver a la tierra para disolverse en ella? ¿Y si tras la muerte pudiéramos convertirnos en fértil abono para una higuera, un haya, un roble o un ciprés?

Esa es básicamente la idea, llena de posibilidades, que han lanzado al mundo los diseñadores italianos Anna Citelli y Raoul Bretzel. Su proyecto se llama Capsula Mundi y consiste en un cascarón biodegradable con forma de huevo, hecho de almidón de patata y maíz, donde el cuerpo de la persona fallecida es depositado en posición fetal.

Para construir un ataúd que sólo se usará unos días hace falta cortar varios árboles

La cápsula es como una matriz que contiene una semilla: un cuerpo despojado de vida que servirá para alimentar un futuro árbol. Una vez enterrada, sobre ella se planta un esqueje que tomará sus nutrientes del cadáver que yace bajo sus raíces.

Según el diseño del proyecto, el árbol será seleccionado por la persona antes de morir. “Las especies son autóctonas, elegidas según la zona climática donde estará ubicado el bosque”, explican Citelli y Bretzel.

De cuidar el árbol y acompañarlo mientras va creciendo y tomando forma se encargarían los familiares y amigos del fallecido. Los diseñadores también contemplan la creación de un mapa del bosque para poder localizar y visitar el árbol familiar.

“Independientemente de la religión y la cultura a la que pertenecemos, la muerte es un fenómeno biológico: es lo mismo para todos”, señalan Citelli y Bretzel en su web, donde también se refieren al tabú que este tema representa para el mundo del diseño: “Ningún diseñador piensa nunca en su ataúd, y eso demuestra lo distantes que estamos de la madre naturaleza”, constatan.

De momento, la propuesta de los creativos italianos tiene que quedarse en un concepto —no nuevo, pero si revisado y actualizado—, ya que la legislación italiana prohíbe este tipo de entierros. “En Italia está vetado el uso de ataúdes biodegradables, pero no nos consta que esté prohibida su comercialización”, explican los diseñadores.

Bosques sagrados

Otros países como Suecia, Noruega, el Reino Unido y Estados Unidos sí admitirían esta solución, para la que todavía no se ha fijado precio. En España existen espacios forestales en algunos cementerios donde se pueden depositar cenizas de seres queridos en urnas biodegradables, pero tampoco se permiten los entierros sin ataúd de cuerpos sin incinerar. 

El desarrollo del proyecto permitiría la creación de parques conmemorativos donde las lápidas y los mármoles serían sustituidos por árboles y los cementerios pasarían a ser bosques sagrados, lugares por donde pasear y pensar en los que ya no están y donde también los niños podrían aprender cosas del entorno natural.

“Desde que el ser humano ha sido capaz de expresarse a través de la escritura, el árbol representa la unión entra la tierra y el cielo, lo material y lo inmaterial, el cuerpo y el alma”, recuerdan Citelli y Bretzel.

Además, como señalan los promotores de Capsula Mundi, para producir un ataúd hay que talar árboles, a menudo ejemplares viejos y valiosos por su madera de mayor calidad. Y mientras un árbol necesita entre 10 y 40 años para crecer, la vida útil de un ataúd antes de que empiece él también a descomponerse no se prolonga más allá de dos o tres días.

La falta de espacio en los cementerios empieza a ser un problema mundial

Cada año fallecen en el mundo unos 55 millones de personas. Sólo en España, en el año 2013 se registraron 390.419 defunciones y se calcula que en 2015 el número de muertes superará a la de nacimientos por primera vez desde el final de la Guerra Civil (1939).

Debido al boom demográfico, en las grandes ciudades, la falta de espacio en los cementerios se está convirtiendo en un verdadero problema y se hacen necesarios nuevos enfoques en la gestión de las necrópolis y el tratamiento que ofrecer a los restos de quienes nos dejan.

Quizás el tipo de entierro orgánico que sugieren los diseñadores de Capsula Mundi pueda convertirse en una alternativa real. Sin duda, además de dar solución al problema de los camposantos tradicionales, ayudaría la incrementar la superficie forestal, que buena falta le hace al planeta.

De momento, la empresa se ha transformado en una asociación para presionar al Parlamento Italiano y espera seguir sumando apoyos a nivel internacional para hacer posible que nuestro último tránsito sea lo más verde y natural posible.