Francia quiere convertir la bicicleta en un medio de transporte de referencia, como ocurre en otros países europeos, y ha encontrado el mejor incentivo y escenario para hacer visible su apuesta en el horizonte de la próxima conferencia mundial sobre el clima (COP-21), que se celebrará en París en diciembre de 2015.

Entre las medidas efectistas y ejemplarizantes adoptadas por el país anfitrión de la reunión que deberá dar a luz al tratado sustituto del Protocolo de Kioto, destaca la Ley sobre la Transición Energética para el Crecimiento Verde que “permitirá a Francia contribuir eficazmente a la lucha contra el cambio climático y reforzar su independencia energética”, señalan desde el Ministerio de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía.

La normativa pretende incentivar el uso de la bicicleta entre los trabajadores. Así, las empresas con más de 100 empleados obtendrán beneficios fiscales que deberán revertir en los que acudan a trabajar pedaleando y acrediten con una certificación clara cuántos kilómetros realizan por jornada, y cobrarán en consecuencia. También habrá beneficios para aquellos que se desplacen a los centros laborales en transporte público y para los que sustituyan los vehículos diésel, los más contaminantes, por eléctricos.

Las empresas que tengan más de 100 empleados obtendrán beneficios fiscales

El pasado mes de junio, Francia ya puso en marcha una prueba piloto subvencionada por la cual 10.000 trabajadores recibirán, hasta finales de año, 25 céntimos de euro por cada kilómetro recorrido con la fuerza de sus piernas. Las cantidades que los empleados pueden solicitar corresponden a trayectos de hasta 12 kilómetros al día, con un máximo de 40 euros al mes. La idea va camino ahora de convertirse en ley.

Para la ministra responsable, Ségolène Royale, esta normativa —que va muy por detrás de su homóloga alemana— va a ser “referencia para Europa y el mundo en cuanto a reconciliación entre crecimiento y ecología”, dos términos considerados antagónicos por la mayoría de organizaciones de defensa del medio ambiente.

La ley, que aún debe pasar por el Senado, ha sido duramente criticada por la Federación Nacional de Asociaciones de Usuarios del Transporte, que considera que se ha “minimizado” lo referente al desarrollo del transporte alternativo y se ha apuntado solamente a los ciclistas como una fórmula “propagandística de cara a conseguir el beneplácito popular y la atención de la prensa”.

Este colectivo recuerda que las ciudades francesas “tienen la atmósfera totalmente contaminada, por lo que el esfuerzo de pedalear en ellas es más perjudicial para la salud que beneficioso”. Para las organizaciones ecologistas, “lo que se quiere es tapar el sol con el dedo”. Denuncian que el tema de fondo es la reducción de la cuota nuclear para la producción de energía eléctrica. Según la nueva ley, esta deberá pasar del 75% actual a un 50% en 2025, lo que para los ambientalistas representa “un horizonte absolutamente lejano”.

Retribución flexible

El modelo experimental francés se basa en una iniciativa en funcionamiento en varias zonas de Bélgica, en vigor desde hace cinco años, por la que se paga a los trabajadores ciclistas hasta 22 céntimos por kilómetro. La medida ha conseguido que el 8% de los trayectos laborales en este país se realicen actualmente en bicicleta.

Frente al modelo belga, Alemania lleva tiempo apostando por la introducción de la bicicleta como alternativa al coche de empresa. Así lo expuso en el Conama 2014, el Congreso Nacional de Medio Ambiente, la firma Leaserad, creada en Friburgo hace siete años.

Su fundador, Ulrich Prediger, explica que la idea surgió de su propia experiencia. Aunque tenía a su disposición un coche de empresa, siempre lo tenía parado porque prefería desplazarse en bici. Así creó JobRad (bicicleta de trabajo), una propuesta que permite a los empleados elegir la bicicleta de sus sueños y financiarla a través de su empresa obteniendo beneficios fiscales. Entre los clientes de Leaserad se encuentran hoy los ferrocarriles alemanes (Deutsche Bahn), el Commerzbank o IBM, además de numerosas pymes.

Ir en bici a trabajar supondría un ahorro en gastos sanitarios y absentismo laboral

Con la misma filosofía, ha nacido la iniciativa bici2work, la propuesta de la empresa Grass Roots, que ofrece servicios pensados para inspirar a las personas, y que plantea que el vehículo de dos ruedas y sin motor forme parte de la retribución flexible. “Esto significaría que uno podría comprar una bici a través de su empresa, desde su salario bruto, ahorrándose pagar IRPF y saliéndole un 20% más barato”, explica Sabine Oberhausen. “En España existe el concepto de retribución flexible para el abono de transporte público... ¿Por qué no también con la bici?”, se pregunta.

Según esta consultoría, la utilización del medio de transporte a pedales mejoraría la salud de los empleados y supondría para el gobierno un ahorro de nueve millones de euros en gastos sanitarios y absentismo laboral. Además, ingresaría dos millones de euros en concepto del IVA de las nuevas bicicletas vendidas. Asimismo, con el modelo de retribución flexible, sostienen en Grass Roots, el gobierno daría un impulso importante a la industria de la bicicleta y fomentaría las tiendas locales del sector.

Además de en Alemania, bici2work ya funciona también en otros países, como Países Bajos o el Reino Unido. En Inglaterra, por ejemplo, donde Grass Roots ofrece este servicio desde hace ocho años, participan 34.000 empresas, lo que ha supuesto un ahorro de más de 1.000 millones de libras (1.272 millones de euros) para el sistema sanitario. Allí, el 25% de las compras de bicicletas por parte de adultos proviene de la retribución flexible, el 65% de ellos han empezado a utilizar la bicicleta gracias a esta iniciativa y el 76% no la habría comprado si no fuera por esta ventaja.