Está bajo nuestros pies. Es inagotable. Es la más limpia y eficiente de las fuentes renovables. Pero la ignoramos. Y, sin embargo, la energía geotérmica podría multiplicar por cinco la capacidad de producción de electricidad por medio de otras fuentes instalada actualmente en España. Lo asegura un trabajo de un grupo de investigadores de la Universidad de Valladolid, que cifraron en 700 gigavatios el potencial generador de este recurso en nuestro país.

Y eso solamente con el calor que se acumula bajo los primeros 10.000 metros de profundidad del territorio peninsular, fácilmente aprovechable en emplazamientos idóneos para su recuperación, aquellos donde los materiales permeables permiten que se acumule agua que absorbe ese calor. Son también puntos donde abunda el granito o rozan placas de zócalo, y en ellos las temperaturas son más altas a menor profundidad.

Estos puntos, llamados yacimientos termales, son especialmente abundantes en comunidades como Galicia, Castilla y León, Andalucía y Cataluña, concluyó el trabajo Una estimación del potencial acrecentado de los sistemas geotermales para la península Ibérica. En el mundo hay más de 500 plantas generadoras de electricidad que aprovechan la energía geotérmica pero, en España, todavía ninguna.

La temperatura acumulada hasta 10 km de profundidad podría generar 700 gigavatios

Aprovechando la intensa actividad volcánica del archipiélago, el municipio canario de Güímar, en Tenerife, planea construir la primera, que podría precisar de una inversión de 260 millones de euros y se ubicaría en una antigua cantera de la zona de explotación minera de Los Barrancos. El proyecto, presentado hace un año, prevé que la central proporcione electricidad a la comarca y además haga posible el funcionamiento sostenible de una depuradora de aguas residuales para la agricultura y una desaladora de agua de mar.

¿De dónde procede todo ese calor aprovechable, que aumenta de media 30 grados por cada kilómetro que se profundiza en la corteza terrestre? Por una parte, de las enormes temperaturas del núcleo de hierro fundido del planeta, que se va disipando lentamente a través del manto y hacia la corteza. Por otra, de la desintegración de elementos radioactivos en la misma corteza. Géiseres, fumarolas, fuentes termales y volcanes son manifestaciones de esta colosal actividad térmica.

A 6.371 kilómetros por debajo del suelo que pisamos, la temperatura alcanza los 5.400 grados centígrados, similar a la que se registra en la superficie del Sol. Pero en zonas mucho más cercanas a las suelas de nuestros zapatos, en áreas de la corteza donde se producen fenómenos de convección del manto, puede llegar fácilmente a los 370 grados. En las zonas de la península identificadas por el estudio, a entre 3.000 y 10.000 metros de profundidad, se alcanzan los 150 grados.

La temperatura bajo tierra se mantiene constante a  lo largo de todo el año, y ese calor utilizable para generar energía no se agota, no depende de ninguna circunstancia meteorológica externa (como les pasa a la solar, la eólica o la hidroeléctrica) y diversas tecnologías permiten su utilización sin emisión alguna de carbono a la atmósfera.

Algunas aprovechan directamente el vapor generado por el agua subterránea sometida de forma natural a intensa presión y elevadas temperaturas para generar electricidad de forma limpia e inagotable. Requieren de yacimientos donde el agua se encuentre a más de 150 grados, como es el caso del citado de Güímar.

Fluidos intermediarios

En otros puntos con temperaturas y presiones menos altas es preciso el uso de un fluido que actúe de intermediario. Se trata de los llamados sistemas geotérmicos estimulados, cuya aplicación en España sería la que permitiría producir los 700 gigavatios posibles según los expertos de la Universidad de Valladolid.

En estas instalaciones se extrae la energía térmica de la roca, cuya permeabilidad se ha incrementado mediante procesos de fracturación previos, por medio de la inyección a presión de agua o dióxido de carbono. El fluido calentado sube a la central geotérmica, donde se genera electricidad a través de un ciclo binario (intercambio de calor entre el agua y un líquido orgánico), y posteriormente se vuelve a inyectar en el yacimiento, cerrando el ciclo.

Los 700 gigavatios calculados por el estudio, publicado el año pasado en la revista Renewable Energy, quintuplicarían la capacidad de generación eléctrica española actual, pero incluso perforando a menor profundidad la cosa saldría a cuenta. “Limitando el cálculo hasta los siete primeros kilómetros de profundidad, el potencial sería de 190 gigavatios, y entre los tres y cinco kilómetros sería de 30 gigavatios”, señala César Chamorro, uno de los autores de la investigación.

Hasta sin perforar se podría sacar un gran rendimiento limpio del calor del centro de la Tierra. La energía que llega a las zonas superficiales de la corteza es mucho menor, pero todavía abundante: podría proporcionar 3,2 gigavatios, el equivalente a la producción de tres centrales nucleares.

Utilizando los datos del Atlas de Recursos Geotérmicos de Europa, conjugados con los datos térmicos de la superficie terrestre obtenidos por los satélites que facilita la NASA, los expertos evaluaron el potencial de generación eléctrica mundial por medio de la energía geotérmica en unos 6.500 gigavatios.

Una estación de metro de Madrid y varios edificios la aprovechan para climatizarse

El último informe de la Asociación de Energía Geotermal de Estados Unidos, de febrero de este año, señala que el sector creció en 2014 por tercer año consecutivo a un ritmo del 5%, y que esta fuente energética genera 12,8 gigavatios de electricidad en 24 países, aunque hay proyectos en desarrollo en 80 países que podrían añadir otros 11,5 a 12,3 gigavatios. De seguir esta evolución, se podrían alcanzar los 30 gigavatios en la década de 2030.

Suecia fue el primer país de Europa en el que se empezó a explotar la energía geotérmica, tras la crisis del petróleo de los años 70, pero también está siendo aprovechada desde hace décadas en Finlandia, Estados Unidos, Japón, Alemania, Islandia, Países Bajos y Francia. 

En la Cumbre del Clima del año pasado, la ONU impulsó una Alianza Geotermal Global a la que se adhirieron 23 estados miembros y que tratará de impulsar la colaboración entre ellos para reducir los costes y riesgos de las perforaciones exploratorias, que constituyen el principal impedimento para explotarla para muchas naciones en vías de desarrollo. Según los documentos fundacionales de la alianza, la capacidad de generación geotérmica sin explotar en todo el mundo podría alcanzar los 100 gigavatios.

Como se ha dicho, en España no opera ninguna central eléctrica de origen termal, pero sí se aprovecha esta fuente de energía en proyectos como el que permite climatizar el pabellón Sant Manuel del conjunto modernista del Hospital de Sant Pau de Barcelona, declarado Patrimonio de la Humanidad, por medio de 47 perforaciones de hasta 120 metros de profundidad. Es una de las mayores infraestructuras del continente en su género, y aprovecha el calor de la tierra para calentar un circuito cerrado de agua. 

También la estación Pacífico del Metro de Madrid caldea en invierno 1.090 metros cuadrados de superficie gracias a esta fuente renovable, igual que la Biblioteca de Ciencias de la Universidad de Vigo (980 metros cuadrados en tres plantas) o el edificio Alexandra de Sabadell (que alberga 168 viviendas). Pero todavía es poco, muy poco, para el enorme potencial de este recurso.