Embalajes plásticos inteligentes de origen biológico. Son el objetivo del proyecto europeo Dibbiopack, que el pasado 24 de febrero celebró en Zaragoza su conferencia final. Este acto fue la culminación de cuatro años de trabajo colaborativo y fue el escenario donde se mostraron sus resultados. Con un presupuesto de 7,8 millones de euros (5,7 de ellos aportados por la Comisión Europea), 19 socios de 10 países, coordinados por el Centro Tecnológico aragonés Aitiip, y un equipo conjunto de más de 100 personas, se trata de uno de los proyectos de mayor envergadura del sector.

Dibbiopack se ha centrado en desarrollar embalajes inteligentes (smart-packaging) a partir de bioplásticos que estuvieran basados en materias primas orgánicas, compostables y biodegradables, destinados a los tres sectores más importantes que consumen envases plásticos: la alimentación, la cosmética y la farmacia. Principalmente, botellas para uso farmacéutico y bandejas para el alimentario, y el cosmético. Se consideran inteligentes porque presentan características como la mejora en la durabilidad de los productos, y ecológicos porque usan materiales procedentes de fuentes renovables y sostenibles. Todo ello sin perder de vista el ecodiseño, es decir, la incorporación de aspectos medioambientales a todo el ciclo de producción y vida útil del producto.

El embalaje informa al consumidor sobre el estado del contenido mediante sensores

Uno de los objetivos ha sido mejorar la preservación de los contenidos. Los investigadores lo han conseguido mediante capas biodegradables con cualidades de barrera mejoradas, gracias a la superposición de tres cubiertas que combinan materiales biodegradables con otros inorgánicos. Mientras, el envase en sí mismo también informa sobre su estado al consumidor mediante sensores. Éstos cambian de color dependiendo de la presencia de oxígeno dentro del embalaje e incluso permiten consultar esta información en el móvil o tableta.

También se ha avanzado en el uso de nanomateriales innovadores que permiten a los bioplásticos ofrecer las mismas prestaciones que sus primos provenientes del petróleo tanto en propiedades mecánicas como en durabilidad. Estas nanofibras no entran en contacto con el producto, ya que se utilizan etiquetas biodegradables que, además, llevarán agentes antimicrobianos que mantendrán a raya a las bacterias en el caso de que haya humedad.

De la misma manera, habrá etiquetas biodegradables en los envases de cosméticos para garantizar un efecto antimicrobiano, o sólo como decoración e información. Hay que tener en cuenta, además, que estas innovaciones no sólo son aplicables en el campo de la producción de envases, sino que pueden resultar de gran utilidad en la gestión de la basura y los residuos.

Un crecimiento del 20%

El proyecto Dibbiopack forma parte del Paquete de medidas sobre Economía Circular de la Unión Europea, que intenta impulsar el cierre del circuito de vida útil de los productos a través de unos mayores niveles de reciclaje y reutilización y, por tanto, de un mejor aprovechamiento de los recursos.

Berta Gonzalvo, coordinadora del proyecto y jefa de investigación y desarrollo en Aitiip, explica los beneficios de Dibbiopack para el consumidor como “una apertura infinita de posibilidades, ya que los usuarios finales podrán ver si los productos que consumen están en condiciones óptimas cuando usen nuestros envases sostenibles multifuncionales de materias primas ecológicas”.

La iniciativa forma parte del Paquete de medidas sobre la Economía Circular de la UE

Por otro lado, Dibbiopack también podría tener un gran impacto en la economía europea a medio plazo, ya que todas estas innovaciones se aplicarían a una industria (la de los bioplásticos) con un crecimiento esperado de un 20% al año y con grandes oportunidades tanto sociales como industriales y medioambientales.

Gonzalvo apunta que su trabajo está lejos de haber acabado: “Estamos en proceso de definir, junto con nuestros socios en el proyecto, no sólo las reglas necesarias para explotar a escala comercial nuestros descubrimientos y resultados, sino también la protección de la propiedad intelectual de los procesos involucrados”. Y destaca también la importancia de la financiación: “Hay productos que están en una etapa temprana de comercialización y que podrían ser introducidos en el mercado a corto plazo, pero hay otros que necesitan de más investigación y desarrollo, y para los cuales se requieren fondos tanto de Europa como de cada país individualmente”.

Los biolplásticos suponen una mejora para el medio ambiente, pero de nada servirá que los nuevos envases sean biodegradables y compostables si continuamos en una sociedad de productos de un sólo uso, bajo nivel de reciclaje y frecuente vertido de residuos en el mar o en basureros incontrolados. Los bioplásticos son importantes, pero aún lo son más el reciclaje, la reutilización y el ahorro de energía.