El reciclaje de residuos avanza en nuestro país. Pero muy lentamente. Todavía queda una tarea ingente por hacer. Nada menos que el 94,2% del contenido de las bolsas de basura depositadas en el contenedor de la fracción de rechazo de un barrio de Barcelona –precisamente una de las urbes que más y mejor recicla– contenía materiales que hubieran podido ser aprovechados de haber acabado en los contenedores azul del papel, amarillo de los envases, verde del cristal o marrón de la fracción orgánica, alineados siempre junto al gris donde finalmente se tiraron o, en algunos casos especiales, en un punto verde.

Esta demoledora cifra es el resultado de una reciente revisión efectuada sobre 22 bolsas halladas en un contenedor de rechazo del barrio barcelonés de Sarrià Vell, que en total pesaban 62 kilos y desplazaban un volumen de 630 litros, por el Centro de Ecologia y Proyectos Alternativos (Cepa) –vinculado a una organización ecologista– y la asociación de vecinos de la zona, que definieron humorísticamente la acción como una "autopsia".

Los vecinos tampoco siguieron la máxima de que el mejor residuo es aquel que no se genera

"Pensamos que estos resultados son extrapolables al conjunto de la ciudad, y a muchas otras ciudades", señaló Mercè Girona, portavoz del Cepa, para quien "sólo entre un 5% y un 10% de los residuos que generamos no son ni aprovechables ni reciclables".

Estas consideraciones no formaban parte de las preocupaciones de los vecinos que depositaron las bolsas. En ellas, algo más de la mitad del peso (un 55,1% del total) lo constituían restos de alimentos y vegetales, que hubieran sido perfectamente compostables de haberse separado como fracción orgánica. Cepa destaca que, por fortuna, sólo un 1% de esta cantidad era consecuencia de ejemplos claros de despilfarro alimentario.

En volumen, el 60% del contenido total de la bolsas lo constituían los envases, en su mayor parte reciclables. En peso, había un 13,8% de plásticos, un 11,1% de botellas y frascos de vidrio, un 3,7% de metales, además de gran cantidad de briks. El papel y el cartón suponían, con 4,05 kilos, el 6,7% del peso total, y otro 3,8% lo integraba la suma de elementos textiles, maderas y dispositivos eléctricos o electrónicos. Todo ello bien mezclado en una única bolsa.

Los autores del estudio solamente encontraron en el análisis un 5,5% de materiales no reciclables ni reaprovechables, aquellos que realmente debían haber acabado en el contenedor gris de la fracción de rechazo: plásticos mixtos, compresas, toallitas húmedas, cápsulas de café, cepillos de dientes, maquinillas y hojas de afeitar o colillas de cigarrillos.

Avanzar hacia economía circular

Además de no aplicar el principio de reciclar y reutilizar, los vecinos que llenaron estas bolsas tampoco siguieron la máxima de que el mejor residuo es aquel que no se genera. El elevado contenido de envases demostró que a la hora de la compra en ningún momento se plantearon elegir los artículos con envases menos aparatosos, ni mucho menos productos o envases reutilizables, y que tampoco acudieron a los comercios con bolsas de tela o lona, cestas o carritos. Las bolsas de plástico de supermercado de un solo uso abundaban entre los residuos.

La "autopsia" de las bolsas de basura de Sarrià, que los "forenses" llevaron a cabo enfundados en batas blancas, con mascarilla y guantes protectores, formó parte de una tarea de sensibilización vinculada con la iniciativa de Cepa de promocionar la estrategia Residu Zero (residuo cero, en catalán), cuyos objetivos son "avanzar hacia una economía circular en la que todo residuo pueda ser transformado en materia prima", "evitar la generación de residuos evitables", "evitar la disposición en vertederos o incineradoras o de residuos que puedan ser reutilizados, reciclados o compostados", "promover el ecodiseño y la política integrada de los productos", "eliminar aquellos productos para los que no exista tecnología sostenible viable" para eliminarlos de manera no dañina para el entorno y "eliminar las emisiones de CO2 derivadas de la gestión de los residuos".

El Cepa busca reducir a cuatro el número de fracciones destinadas a las recogidas selectivas

Para favorecer el avance hacia estas metas, el Cepa propone reducir en el hogar de cinco a cuatro el número actual de fracciones destinadas a las recogidas selectivas para simplificar la tarea al ciudadano, por considerar evitable el cubo para la fracción resto, una vez comprobada la poca cantidad de material realmente no aprovechable que se genera.

Así, los vecinos solamente tendrían que separar en casa sus residuos entre materia orgánica, papel y cartón, vidrio y una cuarta categoría donde además de los envases cabrían la mayor parte de artículos de plástico y metal, desde juguetes a menaje. La entidad ecologista considera que deberían ser las plantas de procesamiento las que completaran la separación de esta fracción. Este sistema está ya implantado en diversos municipios cercanos a Barcelona, como Molins de Rei, Torrelles de Llobregat, Castellbisbal, Papiol y Corbera del Llobregat, y ya hay otras ciudades del área metropolitana barcelonesa que estudian sumarse en breve al mismo.

En unos 140 municipios catalanes, además, y al igual que se hace en gran cantidad de ciudades de Europa, las distintas fracciones se depositan a días y horas determinados en la puerta de los edificios y los comercios para ser recogidas por los servicios públicos de limpieza, lo que evita a los ciudadanos la tarea de llevar personalmente las bolsas hasta los contenedores. Para que quien no recicle no tenga excusa.