Los habitantes de las profundidades del mar han desarrollado extraños rasgos para la supervivencia. Desde ojos como balones de baloncesto a apéndices que parpadean y resplandecen. Sin embargo, con un ojo normal y otro ojo gigante (al menos dos veces el diámetro del derecho), abultado y amarillo verdoso, el calamar Histioteuthis heteropsis tiene quizás el rostro más extraño de todos.

"No puedes mirarlo y no preguntarte qué está pasando con él", afirma la bióloga de la Universidad de Duke, en Durham, Carolina del Norte, Estados Unidos, Kate Thomas. Al observar a estos calamares estrábicos deslizarse y hacer piruetas en más de 150 vídeos submarinos recogidos por el Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (MBARI, por sus siglas en inglés), Thomas ha reunido la primera evidencia de comportamiento que los ojos de los calamares son asimétricos para detectar dos fuentes muy diferentes de luz disponibles en el mar profundo.

Estas observaciones, combinadas con simulaciones visuales, indican que el ojo grande está específicamente adaptado para mirar hacia arriba, buscando sombras de otras criaturas marinas contra la luz del sol que se desvanece rápidamente, mientras que el ojo pequeño está adaptado para mirar hacia abajo, escudriñando el agua más profunda y oscura para detectar destellos de bioluminiscencia.

"El mar profundo es un laboratorio natural increíble para el diseño de los ojos porque los tipos de ojos que se necesitan para ver la bioluminiscencia son diferentes de los tipos de ojos que son necesarios para ver la luz ambiental básica", subraya el autor principal del estudio, Sönke Johnsen, profesor de Biología en la Universidad de Duke. "En el caso de los Histioteuthis', este calamar estrábico, eligió un ojo de cada tipo", añade este experto, cuyo trabajo ha sido publicado en la revista Philosophical Transactions B.

También conocido como el calamar de fresa por su color rosa brillante y pizcas de fotóforos en forma de semilla, Histioteuthis vive en una región del océano conocido como la zona mesopelágica o "crepuscular", a entre 200 y 1000 metros por debajo de la superficie.

Biólogos confundidos

La escasa luz que alcanza estas profundidades hace que sean extremadamente oscuras, de un azul monocromático. A menudo, los destellos bioluminiscentes de otras criaturas marinas –que podrían indicar peligro o la presencia de una potencial presa– son más brillantes que la luz solar ambiental. Desde su descubrimiento, hace más de un siglo, los ojos desparejados de estos calamares han confundido a los biólogos.

Thomas, estudiante de postgrado en el laboratorio de Johnsen y autora principal del artículo, revisó 30 años de vídeos recopilados por vehículos operados remotamente (ROVs) de MBARI, que documentaron 152 avistamientos de Histioteuthis heteropsis y nueve avistamientos de su primo, con un comportamiento similar pero más raro, Stigmatoteuthis dofleini.

Esta experta encontró que estos calamares "perezosos y lentos" prefieren deslizarse por el mar en una postura que podría parecernos que está al revés –la cabeza hacia abajo y la cola hacia arriba– pero casi vertical, con el gran ojo consistentemente orientado hacia arriba y el ojo pequeño dirigido consistentemente hacia abajo.

Usando simulaciones visuales, Thomas demostró que "el ojo que mira hacia abajo realmente solo puede buscar bioluminiscencia”.  “No hay manera de que detecte las siluetas sobre la luz ambiental. Y una vez que está buscando bioluminiscencia no tiene por qué ser especialmente grande, así que es posible que se haya ido encogiendo durante generaciones. Pero al ojo que mira hacia arriba sí le beneficia ser un poco más grande”.

El diseño de sus ojos les es verdaderamente útil para sobrevivir en un entorno donde la luz es escasa y hay tantos peligros.