Filipinas vive horas de conmoción tras el fuerte terremoto de magnitud 6,9 que sacudió en la noche del martes la región de Bisayas Centrales, en el corazón del archipiélago. Las autoridades han confirmado este miércoles que al menos 60 personas han perdido la vida, aunque el número de víctimas podría aumentar a medida que avanzan las labores de rescate en las zonas más golpeadas.

El responsable de la Oficina de Defensa Civil (OCD), Bernardo Rafaelito Alejandro, ha informado en rueda de prensa de que los equipos de emergencia continúan recibiendo reportes de fallecidos y heridos procedentes de diferentes localidades. “La situación sigue siendo muy inestable”, ha advertido. “Estamos tratando de consolidar la información, pero sabemos que la cifra de víctimas mortales aún puede crecer”.
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— EFE Noticias (@EFEnoticias) October 1, 2025
Entre los fallecidos se encuentran al menos cinco menores y varios miembros de los propios equipos de emergencia. En la ciudad de San Remigio, tres guardacostas y un bombero murieron cuando el techo de un complejo deportivo se desplomó mientras disputaban un partido. En ese mismo municipio, los equipos han localizado también el cuerpo sin vida de un niño de diez años atrapado entre los escombros.
La vecina ciudad de Bogo figura entre las más castigadas. Allí se contabilizan trece muertes, incluidos nueve adultos y cuatro niños, de acuerdo con la cadena local ABS-CBN. Otras localidades del centro del país han reportado víctimas y heridos, mientras se mantienen operaciones de búsqueda en edificios colapsados y viviendas destruidas.
El Consejo Nacional de Gestión y Reducción de Riesgos de Desastres ha confirmado que al menos 147 personas resultaron heridas de distinta consideración. El terremoto ha provocado el colapso de 22 edificios, además de daños estructurales en decenas de viviendas, carreteras e infraestructuras públicas. Numerosos residentes de la ciudad de Iloílo, en la isla de Panay, han tenido que abandonar sus hogares por temor a nuevos derrumbes, mientras que en la ciudad de Cebú las autoridades han decidido suspender las clases como medida preventiva.
Epicentro en el mar y alerta de tsunami
Según el Instituto de Vulcanología y Sismología de Filipinas (Phivolcs), el seísmo se ha registrado poco después de las 22.00 horas del martes (hora local). El hipocentro se se ha situado a apenas cinco kilómetros de profundidad, lo que explica la alta intensidad percibida en superficie. El epicentro quedó localizado en el mar, entre las islas de Cebú y Leyte.
La institución ha advertido además de la posibilidad de un tsunami, dado que el seismo se ha originado bajo el mar. En este sentido, se ha instado a la población a mantenerse alejada de playas y zonas costeras y, en caso de residir en áreas bajas, trasladarse a lugares elevados. “Es necesario estar alerta ante olas de tamaño inusual”, ha subrayado el organismo.
El presidente Ferdinand Marcos Jr. ha expresado sus condolencias a las familias de las víctimas a través de un comunicado difundido en su cuenta de Facebook. “Hago un llamado a la población para mantenerse alerta y seguir las recomendaciones de sus gobiernos locales. Juntos ayudaremos a nuestros conciudadanos y reconstruiremos las comunidades afectadas”, ha señalado el mandatario.
El Gobierno ha movilizado equipos de la Policía Nacional, el Ejército y voluntarios de la Cruz Roja para colaborar en las tareas de rescate y asistencia humanitaria. Además, se han habilitado refugios temporales para los damnificados que han perdido sus hogares o se han visto obligados a desalojarlos por riesgo de derrumbe.
Un país habituado a los seísmos
Filipinas se encuentra en el llamado “Anillo de Fuego del Pacífico”, una de las zonas de mayor actividad sísmica del planeta. Cada año se registran miles de temblores, aunque solo una pequeña parte son perceptibles para la población. Sin embargo, los seísmos de gran magnitud han dejado a lo largo de la historia un saldo trágico en el archipiélago.
En 2013, un terremoto de magnitud 7,1 en la isla de Bohol, también en la región central, causó más de 200 muertos y destruyó numerosos edificios históricos. Más recientemente, en 2019, una serie de seísmos en la isla de Mindanao provocó más de 20 fallecidos y miles de desplazados.
Aunque el seísmo ya ha pasado, la población de las Bisayas continúa en estado de alarma por posibles réplicas y nuevas emergencias. Los equipos técnicos del Phivolcs señalaron que estas podrían prolongarse durante varios días, aunque con menor intensidad.
Mientras tanto, las autoridades locales hacen hincapié en la necesidad de mantener la calma y seguir las instrucciones de protección civil. La prioridad, coinciden, es atender a los heridos, localizar a posibles personas atrapadas y garantizar la seguridad de quienes han perdido sus hogares.
Con más de 60 víctimas mortales confirmadas y cientos de familias afectadas, el terremoto se perfila ya como una de las tragedias naturales más graves que ha vivido Filipinas en los últimos años.
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