La misión que la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio estadounidense (NASA, en sus siglas en inglés) pretende llevar a cabo en 2024 para regresar a la Luna ya tiene un nombre. Se llamará Artemisa, según ha anunciado la propia NASA.

Hija de Zeus y hermana melliza de Apolo, Artemisa es la diosa griega de la caza, los bosques y los animales. Apolo fue, precisamente, el nombre del programa de la NASA que hizo posible la llegada de los humanos a la Luna en 1969.

"Artemisa: hermana gemela de Apolo y diosa de la Luna. Ahora, el nombre de nuestra misión de vuelta #Moon2024 de astronautas de la NASA a la superficie de la Luna para 2024, incluyendo la primera mujer y el próximo hombre", ha indicado el organismo estadounidense a través de Twitter.

Esta mismo lunes, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha pedido al Congreso que añada 1.600 millones de dólares (unos 1.423 millones de euros) al presupuesto de la NASA para "volver a la Luna e ir a Marte".

La solicitud de incrementar los presupuestos tiene lugar dos meses después de que el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, anunciara que reduciría a cuatro años el plazo de la NASA para poner a los astronautas en la Luna de nuevo.

Esto supondría que un gasto en la NASA de unos 22.600 millones de dólares (20.100 millones de euros) para el año fiscal 2020. Según documentos de la agencia estadounidense, el aumento del presupuesto se destinará en gran medida a la investigación y el desarrollo de un sistema de aterrizaje lunar.

Fallas jóvenes

Por otra parte, elgunos terremotos superficiales registrados por las misiones Apolo hace 50 años probablemente fueron causados por la actividad tectónica de nuestro satélite, según el estudio que publican esta semana en la revista Nature Geoscience científicos del Instituto Smithsonian y otros centros de EE UU.

La proximidad de los ‘lunamotos’ a fallas jóvenes, los movimientos de rocas y la perturbación del regolito “sugieren con fuerza que la Luna está tectónicamente activa”

Los autores partieron de las imágenes que captó en 2010 el satélite Lunar Reconnaissance Orbiter (LRO) de la NASA, que localizó numerosas fallas jóvenes, de menos de 50 millones de años. Este descubrimiento se ha interpretado como una evidencia de actividad tectónica en la Luna.

El investigador Thomas Watters del Instituto Smithsonian y sus colegas examinaron los 28 terremotos lunares registrados por los sismógrafos que colocaron los astroanutas del programa Apolo en cuatro sitios de aterrizaje (12, 14, 15 y 16) entre los años 1969 y 1977.

Con esa información y aplicando un algoritmo de redes sísmicas dispersas, se obtuvieron estimaciones más precisas que las realizadas hasta ahora sobre la localización de los epicentros de aquellos ‘lunamotos’ o movimientos sísmicos lunares.

“Encontramos que los epicentros de ocho terremotos cercanos a la superficie caen a 30 km de un escarpe de falla (terreno similar a un acantilado causado por la contracción horizontal de la superficie lunar), la distancia esperada por una fuerte sacudida del suelo”, apuntan Watters y los coautores en el estudio.

“Además –añaden–, tras analizar el tiempo de estos ocho eventos, encontramos que seis ocurrieron cuando la Luna estaba a menos de 15.000 km de distancia del apogeo (punto de la órbita en el que está más lejos de la Tierra)”.

El modelo de las fuerzas mareales que contribuyen a las 'tiranteces' que sufre actualmente nuestro satélite también mostró que siete 'lunamotos' superficiales registrados a menos de 60 km de un escarpe de falla sucedieron en el pico de las tensiones de compresión, el momento cuando es más probable que ocurran deslizamientos de falla.

Con toda esta información, los autores concluyen que la proximidad de los ‘lunamotos’ a las jóvenes fallas, junto a las evidencia de movimientos de rocas y perturbación del regolito (la capa superior suelta del suelo lunar), “sugieren con fuerza que la Luna está tectónicamente activa”.