La participación de la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género, Carmen Martínez Perza, en la apertura de la Conferencia Europea sobre Violencia Doméstica (ECDV) en Barcelona ha desatado críticas por la composición del comité organizador, integrado por miembros de CREA y su grupo satélite AUCFEM –dirigido también por integrantes de CREA–. Ambos están vinculados al catedrático emérito Ramón Flecha, actualmente investigado por la Universitat de Barcelona tras las denuncias de 14 mujeres que lo acusan de abuso de poder, coacción sexual y manipulación psicológica.
Feministas de la propia universidad y colectivos sociales consideran que este respaldo institucional supone un gesto de desconexión respecto a las víctimas y una validación indirecta de estructuras bajo sospecha.
La profesora catedrática de la Universitat de Barcelona y responsable del Grupo de Investigación en Victimización Infantil y Adolescente (GReVIA), Noemí Pereda, ha sido especialmente crítica con la situación:
“La paradoja es tan evidente que resulta obscena: se está utilizando la lucha contra la violencia como un escudo para silenciar a quienes denuncian precisamente ese tipo de dinámicas dentro del mundo universitario”, denunciado Pereda en la red social X.
Un congreso con un lema contradictorio
El propio anuncio de la ECDV acentuaba la ironía de la situación. Bajo el título Formas y respuestas a la violencia doméstica y la violencia contra las mujeres en el siglo XXI, la conferencia se presentaba como un espacio para reflexionar sobre las violencias más tradicionales –física, emocional y sexual– y las nuevas formas de violencia reconocidas en la última década: el abuso digital, el control coercitivo, la violencia económica y la violencia de género aislante, que busca castigar y apartar a quienes apoyan a las víctimas.
El evento aseguraba ser una “gran oportunidad para co-crear conocimiento científico” y consolidar a España como referente europeo en la lucha contra la violencia machista. Sin embargo, en opinión de colectivos críticos, el hecho de que este discurso estuviera liderado por un grupo acusado de abuso y silenciamiento evidenció una incoherencia insostenible.
Un grupo de investigación con dinámicas sectarias
La controversia actual se inserta en un marco más amplio. En noviembre de 2024, CREA ya había reaparecido en un acto del Colegio de Periodistas de Cataluña, lo que motivó la protesta de RedUNE, la Red de Prevención del Sectarismo y del Abuso de la Debilidad. Esta entidad denunció entonces que el grupo reproducía dinámicas sectarias y advirtió sobre la permisividad de instituciones que siguen dándole visibilidad pese a las acusaciones de manipulación y abusos.
“Es como poner al lobo a cuidar de las ovejas”, subrayan.
El foro, concebido para consolidar a Barcelona como referente europeo en el debate sobre violencia de género, estuvo marcado desde el inicio por la sombra de las denuncias contra CREA y su fundador. Aunque el nombre de Ramón Flecha fue retirado del programa poco antes de la inauguración, el comité organizador local continúa compuesto por académicos y colaboradoras estrechamente vinculadas a su entorno.
Testimonios en RedUNE
En su página web, RedUNE recoge testimonios bajo seudónimo que describen con crudeza las experiencias vividas en CREA. Los relatos coinciden en señalar un patrón de aislamiento social –romper vínculos con familiares y amistades críticas– y de control emocional mediante dinámicas de presión grupal. También se denuncian humillaciones públicas durante reuniones internas y amenazas veladas contra quienes intentaban abandonar el grupo.
Algunos testimonios hablan incluso de un “ambiente de miedo constante” y de la dificultad de rehacer la vida personal y profesional tras su paso por la organización.
Silencio impuesto en el congreso
Para la Asamblea Feminista de la Universitat de Barcelona, el desarrollo del evento confirmó que la prioridad de los organizadores no era garantizar espacios seguros, sino proteger su prestigio. En un comunicado, denunciaron el despropósito evidente de celebrar un congreso sobre violencia de género en manos de un grupo cuestionado por reproducir dinámicas de abuso y silenciamiento.
La delegada del Gobierno, Carmen Martínez Perza, no hizo mención al escándalo en su discurso inaugural. Fuentes de su equipo defendieron que su presencia respondía al interés de reforzar la proyección internacional de España en materia de igualdad y subrayaron que el catedrático denunciado ya no figuraba como ponente. Para colectivos críticos, este matiz resulta insuficiente: mantener al frente del congreso a investigadoras de su círculo académico equivale a legitimar un entorno bajo sospecha.
Un historial de denuncias
Las acusaciones contra CREA no son nuevas. Desde principios de los años 2000, varias mujeres vinculadas al grupo relataron presiones constantes, intromisiones en su vida privada y relaciones sexuales en un marco de desigualdad jerárquica. Algunas aseguran que se sentían atrapadas, incapaces de cuestionar a su director por miedo a represalias académicas.
Aunque ya en 2004 existían advertencias internas, los sucesivos rectorados de la Universitat de Barcelona no adoptaron medidas contundentes. Solo ahora, tras la denuncia formal presentada en julio y la apertura de una investigación interna, la institución ha suspendido a Flecha como profesor emérito y le ha retirado todos los accesos y representaciones oficiales.
Feminismo institucional en entredicho
La presencia de la delegada del Gobierno contra la Violencia de Género en un congreso organizado por un entorno tan cuestionado ha reabierto el debate sobre la credibilidad del feminismo institucional en España.
Las organizaciones feministas consideran que el Gobierno no puede permitirse incoherencias de este calibre si quiere mantener la confianza de las víctimas. La paradoja, apuntan, resulta especialmente hiriente porque el foro estaba dedicado precisamente a combatir la violencia machista y a promover políticas de prevención.
Más allá de un posible error de protocolo, la controversia obliga a replantear qué filtros deben aplicarse al otorgar aval institucional a congresos internacionales y cómo garantizar que esos espacios no se conviertan en escaparates de quienes han sido señalados por abusos o complicidad.
Para muchas activistas, la apertura del congreso por parte de Carmen Martínez Perza refleja un problema más profundo: un feminismo institucional que corre el riesgo de vaciarse de contenido si no se acompaña de coherencia y rendición de cuentas.