Un estudio de investigadores de Sea Around Us sobre las capturas reales de pescado en los últimos 60 años asegura que durante este tiempo, la pesca en todo el mundo fue un 42% mayor de lo declarado a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), lo que habría supuesto la extracción de 25 millones de toneladas de peces de aguas profundas, según ha informado la organización proteccionista Bloom.

El estudio, publicado esta semana en Frontiers in Marine Science alerta de que la sobrepesca de peces que viven a más de 400 metros de profundidad con redes de arrastre ha puesto en peligro a muchas de estas especies. "Nos preocupa que se haya causado más daño de los que se había pensado a las poblaciones de peces de aguas profundas y sus hábitats", asegura Lissette Victorero, autora principal del estudio.

"Una de las razones detrás de la sobreexplotación de estas especies es el hecho de que la pesca de arrastre no es selectiva y se lleva por delante todo lo que está a su paso", según Deng Palomares, coautora del estudio y directora de Sea Around Us en la Universidad de Columbia Británica (Canadá).

 

Un tipo de pesca poco rentable

 

Los peces de aguas profundas generalmente tienen bajos índices de fecundidad, crecen muy lentamente y son muy vulnerables a la sobreexplotación pesquera. Además suelen vivir en crestas y montes submarinos que también quedan destruidos por los arrastreros. La pesca de este tipo de peces no suele ser muy rentable, y la mayoría de ejemplares inmaduros que recogen las redes son tirados por la borda ya muertos. Según los autores del estudio, más de seis millones de toneladas de peces de aguas profundas fueron descartados una vez pescados.

El impacto de la pesca de arrastre va más allá de las capturas de peces, según la organización Bloom, que atribuye a estas redes gigantes la destrucción de esponjas, corales, estrellas y otras especies "esenciales para nutrir el hábitat y la dieta de los peces".

Claire Nouvian, coautora del estudio y fundadora de Bloom, reclamaba que los resultados de esta investigación sean tenidos en cuenta por los responsables políticos cuando a finales de años establezcan las cuotas de captura de especies profundas en la Unión Europea, que desde 2017 prohíbe las pesca de arrastre por debajo de los 800 metros de profundidad.