Desde que se hizo público el borrador del anteproyecto del código, la mayoría de asociaciones que promueven el uso de la bicicleta en las ciudades se han opuesto a la medida. Según resume Carlos Orero, portavoz de Valencia en Bici, la obligación de llevar casco “desincentivaría” el empleo de este vehículo y asegura que, por su experiencia, “es mucho más seguro el incremento del número de bicicletas en las calles que el casco o cualquier otro tipo de protector personal”.
Asociaciones de usuarios de la bici y ayuntamientos piden que sea opcional
Por su parte, algunos grandes ayuntamientos, que en los últimos años han invertido gran cantidad de recursos en servicios municipales de bicicletas públicas, temen también una caída de usuarios de los mismos y presionan al Gobierno en el mismo sentido.
Orero recalca que no se opone al casco, que solamente pide que sea opcional. “De hecho, –recuerda– ninguno de los países europeos con más tradición ciclista que nosotros ha aplicado una medida similar”. El veterano activista pide una solución para la seguridad viaria que sea global, no sólo para ciclistas, sino también para peatones y automovilistas.
Para ello, recuerda que en 2010 perdieron la vida 533 personas en accidentes de circulación en las calles de las ciudades españolas. Y para este problema sólo ve una salida: la pacificación del tráfico, reduciendo el número de vehículos motorizados y su velocidad. Una política que no solo tendría ventajas en el campo de la seguridad, sino también en el de la salud pública, el medio ambiente y la calidad de vida en general.
Conductas incívicas
Pero esta opinión, aunque mayoritaria en el movimiento que promueve el ciclismo urbano, no es unánime. Cristian Mata es un veterano eco-mensajero que durante años se ganó la vida recorriendo a golpe de pedal las calles de Barcelona. Quizás porque su visión es diferente, más próxima al trabajador que trata de evitar un accidente laboral que a un paseante ajeno a posibles peligros, lamenta la falta de conciencia de muchos usuarios de que “la bicicleta también es un medio de transporte y, como tal, es imprescindible que cumpla con todas las normas de seguridad”.
Puede parecer una perogrullada, pero Mata recuerda que “continuamente podemos ver ciclistas circulando sin luces, encima de las aceras, saltándose los semáforos o aislados sensorialmente por culpa de los auriculares”, lo que puede resultar peligroso tanto para su integridad física como incluso para la de peatones y conductores.
En 2010 fallecieron 533 personas en accidentes de tráfico en las ciudades españolas
Matas no niega las críticas al actual modelo de gestión del tráfico y reconoce que el casco no evita por si solo ningún accidente que “normalmente es producido por un atropello”. Pero aun así defiende que el protector de la cabeza puede ayudar y mucho a prevenir la gravedad de las heridas: “puede evitar hasta dos de cada tres lesiones craneales y cerebrales”, precisa.
También pide que, junto a la pedagogía del respeto a las bicicletas por parte de los automovilistas, se promueva el uso del casco entre los ciclistas tal y como se hace con los motoristas, o como se ha hecho con el cinturón de seguridad en los coches.
No parece que el debate sobre el casco vaya a cerrarse fácilmente, aunque el próximo Código de Circulación tendrá que tomar partido, dentro de muy poco tiempo, por una u otra opción y, como sucede con todas las decisiones, no podrá satisfacer a todos.