Puesta en marcha hace cuatro años, la iniciativa Microbiota Vault –también conocida como Arca de la Microbiota o Cámara de Seguridad de la Microbiota– tiene un objetivo tan ambicioso como necesario: conservar la diversidad microbiana de nuestro planeta para las generaciones futuras.

Los expertos ya han creado en su primera fase un biobanco con más de 1 200 muestras fecales humanas y 190 de alimentos fermentados. El proyecto se inspira en el Banco Mundial de Semillas de Svalbard, en Noruega, que protege la diversidad genética de los cultivos.

Las muestras, que proceden de colecciones de Benín, Brasil, Etiopía, Ghana, Laos, Tailandia y Suiza, se conservan congeladas a −80 °C en el Instituto de Microbiología Médica de la Universidad de Zurich (Suiza). Su ubicación no es definitiva, ya que otros países con climas fríos, como Canadá, lo podrían albergar en el futuro.

Su meta es alcanzar las 20 000 microbiotas de personas, animales, plantas y ecosistemas en riesgo. Además, el proyecto facilitará la secuenciación de los genomas microbianos y su publicación en bases de datos de acceso abierto.

Biobanco mundial de Microbiotas (Elena González Miranda)

 

Una extinción silenciosa

 

Los microbios –arqueas, bacterias, hongos, protozoos y virus– han evolucionado durante millones de años en estrecha relación con los demás seres vivos, configurando una diversidad esencial para el equilibrio de los ecosistemas. A pesar de su importancia, muchas de estas especies nunca han sido cultivadas en el laboratorio. El conocimiento sobre sus genomas sigue siendo limitado.

Aunque los microorganismos son vitales para la salud de personas y animales, la fertilidad del suelo o la regulación del clima, este mundo invisible está en grave peligro de desaparecer debido a la actividad humana.

Sin ir mas lejos, nuestra microbiota nos protege frente a patógenos, refuerza el sistema inmunitario, estimula el sistema nervioso y participa en la biosíntesis de vitaminas y otros metabolitos necesarios.

El uso excesivo de antibióticos, el aumento de las cesáreas, la disminución de la lactancia materna, el consumo de alimentos ultraprocesados o el estrés de la vida urbana alteran nuestros ecosistemas microbianos interiores

El uso excesivo de antibióticos, el aumento de las cesáreas, la disminución de la lactancia materna, el consumo de alimentos ultraprocesados o el estrés de la vida urbana alteran nuestros ecosistemas microbianos interiores.

Las consecuencias de esta disbiosis son importantes. Así, la desaparición de las bacterias Bifidobacterium longum variedad infantis, Treponema succinifaciens o Helicobacter pylori se ha relacionado con el aumento de enfermedades crónicas como alergias, diabetes o asma.

Adicionalmente, la pérdida de microbios del suelo compromete la resiliencia de los ecosistemas terrestres y marinos. Por ejemplo, Methanoflorens stordaliensis y otros microorganismos adaptados al permafrost (capa de suelo congelado permanentemente) ayudan a regular las emisiones de metano, y las acinetobacterias son cruciales en el ciclo del carbono. La desaparición de estos microorganismos acelera la liberación de gases de efecto invernadero y el cambio climático.

Tampoco hay que olvidar que los microbios pueden ser aliados terapéuticos. Algunos tratamientos con microbiomas, como el trasplante de heces, se están empleando en medicina con resultados prometedores. También hay propuestas esperanzadoras para su uso en agricultura y conservación ambiental.

 

Equidad y colaboración internacional

 

Microbiota Vault se define como un proyecto internacional, privado y sin ánimo de lucro, respetuoso con el protocolo de Nagoya. Es decir, cada grupo participante decide libremente si desea compartir información genética, intercambiar muestras o colaborar en estudios conjuntos.

Como han manifestado la microbióloga María G. Dominguez-Bello y sus colaboradores en un reciente artículo, se trata de un esfuerzo global basado en la equidad, el respeto a los derechos de las comunidades indígenas y la colaboración internacional para fortalecer las redes de investigación sobre microbiota y apoyar la formación de científicos de países con menos recursos.

Los resultados y propuestas de la colaboración de personas expertas en campos tan diversos como microbiología, antropología, ética, salud pública o bioinformática se comparten en los congresos de la Red Mundial del Microbioma (Global Microbiome Network, GloMiNe).

La financiación podría ser un reto importante: como sucede con otros biobancos, estos proyectos no son prioritarios para los gobiernos. Además, las donaciones privadas son inestables y dependen de modas pasajeras o de los incentivos fiscales disponibles en cada momento.

 

One Health y microbioma

 

Esta iniciativa se alinea con el concepto de Salud Global (One Health) de la Organización Mundial de la Salud, basado en la interdependencia entre la salud de las personas, los animales y el medio ambiente.

Todavía no está demostrado que las microbiotas almacenadas puedan ser beneficiosas o reintroducirse con fines terapéuticos, ni contamos con la tecnología para hacerlo de forma segura. Sin embargo, su conservación permitirá futuras terapias cuando tengamos una sólida base científica.

Microbiota Vault se suma a otras propuestas de protección de la biodiversidad. Entre ellas se encuentran colecciones de cultivos microbianos como la Colección Española de Cultivos Tipo, el Banco Mundial de Semillas o la Conservación Global del Microbioma. Estas iniciativas podrían frenar la biopiratería y evitar que empresas y gobiernos poco escrupulosos se apropien de nuestra herencia microbiana sin permiso. También son clave para proteger el legado de las comunidades indígenas.

 

La esperanza dentro de la caja de Pandora

 

Nuestro mundo se enfrenta a múltiples crisis sanitarias, económicas y ecológicas. Por esto, la protección de la invisible vida microbiana es esencial. La conservación de esta biodiversidad microbiana mantendrá la esperanza de que en un futuro cercano podamos comprender mejor la vida en todas sus formas, curar enfermedades que hoy no tienen tratamiento y restaurar ecosistemas esenciales que se hayan perdido.The Conversation