Los cetáceos que viven o pasan durante sus migraciones junto a las costas del Mediterráneo español podrán vivir más tranquilos. Y, de rebote, todas las demás especies marinas. Entre el cabo de Creus (Girona, el punto más oriental de la península), el cabo de la Nao (Alicante) y el archipiélago de las Baleares, disfrutarán de un área de más de 46.000 kilómetros cuadrados que será incluida por el Gobierno en el catálogo de Zonas especialmente protegidas de importancia para el Mediterráneo (Zepim), salvaguardando con ello el llamado Corredor migratorio de cetáceos.

La medida, adoptada por decreto por el Ejecutivo de Pedro Sánchez, prohíbe las prospecciones petrolíferas y gasísticas en el área protegida, puesto que los medios empleados para realizarlas, como el empleo de sondas acústicas y cañones de aire comprimido que elaboran mapas 3D del subsuelo marino, o incluso explosiones controladas, son extremadamente dañinos para la salud de los cetáceos, animales de capacidad auditiva muy desarrollada puesto que se comunican y cazan mediante la emisión ondas sonoras y por ello dependen totalmente de este sentido, al que algunas fuentes de contaminación acústica, como los sonares o las explosiones, pueden causar daños irreparables. Y con ellos, la muerte.

Las sondas, cañones de aire y explosiones dañan su oído, sin el cual pueden morir

Y, por supuesto, el texto legal prohíbe la explotación de los yacimientos de hidrocarburos encontrados. Sin embargo, el decreto no puede paralizar las autorizaciones concedidas anteriormente que se encuentran ya en diversas fases de tramitación, según señala la Aliança Mar Blava, plataforma que agrupa a varias decenas de entidades sociales e instituciones, principalmente de Baleares, que se opone a las prospecciones petrolíferas en el Mediterráneo y pide que se prohíban por ley, y que ha batallado intensamente por la declaración de esta zona como protegida. La ministra para la Transición Ecológica, Teresa Ribera, ya ha hecho saber que su departamento piensa "revisar lo que está en vigor".

La zona ahora preservada, que comienza a unos 38 kilómetros de las costas catalanas y valencianas y a unos 13 kilómetros de las de Baleares, es atravesada por el rorcual común, el segundo mayor animal del planeta, en su recorrido anual hacia sus áreas de cría y alimentación en el norte del Mediterráneo, aunque las últimas investigaciones científicas han descubierto que también se alimenta en algunos lugares de este área, como las costas del sur de Barcelona o las aguas de Baleares. 

Dos años de antelación

Además, surcan estas aguas, sea durante todo el año como residentes o solamente de paso durante algunas semanas del mismo, otras especies de cetáceos, como el cachalote, el delfín mular, el delfín listado, el delfín común, el calderón gris, el calderón común y el zifio de Cuvier. Además, también es el hábitat de la tortuga boba, y de diversas especies de aves marinas, algunas de las cuales, como las pardelas, sólo van a tierra para reproducirse.

La preservación de esta gran superficie marina, de 46.385 kilómetros cuadrados y unos 85 kilómetros de anchura media, en los que quedan protegidos tanto las aguas como el lecho marino y el subsuelo, permitirá que España supere con dos años de antelación el compromiso adquirido al suscribir la Convención de la ONU sobre Biodiversidad de proteger el 10% de sus aguas marítimas para 2020. Con el corredor de los cetáceos, que ocupa una superficie de una extensión similar a la de Aragón, se alcanzará ya el 13% de áreas marinas bajo distintos niveles de protección. Además, el corredor se convierte en la segunda mayor área protegida de todo el Mediterráneo, solamente por detrás del Santuario Pélagos para mamíferos marinos, situado entre Francia, Italia y Mónaco, que alcanza los 87.500 kilómetros cuadrados.

Con esta medida, el 13% de las aguas españolas pasan a estar protegidas

Entre los permisos de prospección de petróleo o gas autorizados por anteriores Gobiernos a los que esta declaración de protección del corredor no afectaría se cuentan los doce permisos solicitados por la petrolera escocesa Cairn Energy en el golfo de León, así como los obtenidos por Repsol, Cepsa y otras petroleras frente a las costas de Tarragona y el proyecto Medsalt-2, promovido por el Instituto Nazionale di Oceanografia e di Geofisica Sperimentale (OGS) de Trieste (Italia) para estudiar las formaciones geológicas submarinas junto a las costas de Ibiza mediante sondeos acústicos. El OGS mantiene que se trata de una investigación con fines científicos, pero los grupos ecologistas sospechan que la finalidad última es buscar hidrocarburos u otros recursos naturales.

La Aliança Mar Blava, que consiguió durante los últimos dos años el apoyo del Parlament y el Govern baleares, la Generalitat de Catalunya, la Generalitat Valenciana, los distintos Consells insulares baleares (Mallorca, Menorca, Ibiza y Formentera), numerosos ayuntamientos, incluídos los de grandes capitales como Barcelona y Palma, el Congreso de los Diputados, el Senado y las mayores oenegés ecologistas, solicita que todas estas iniciativas se suspendan definitivamente por hallarse en la zona ahora protegida.

Solo si lo consigue se podrá considerar el corredor un verdadero santuario para los cetáceos. E incluso así, los cetáceos seguirán sufriendo serios peligros en sus aguas, porque la principal causa de muerte de estos longevos y poderosos animales son las colisiones con barcos, y la zona registra un tráfico marítimo extremadamente intenso. 

Mapa de la zona protegida / Imagen: MAPAMA