La exposición al amianto, también conocido como asbesto, y a los residuos de este material, prohibido desde 2001 tras ser ampliamente utilizado durante décadas como aislante en edificios y para fabricar la popular uralita, entre otros usos, continuará provocando enfermedades graves y muertes en España hasta la década del 2040, según los datos de un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Granada que ha sido publicado en la revista científica BMC Cancer.

Cientos de personas mueren cada año por haber tenido contacto con el amianto puesto que las pequeñas fibras en las que se deshace este mineral pueden dañar al organismo humano al ser inhaladas o ingeridas. Su introducción en el sistema respiratorio provoca enfermedades respiratorias como placas pleurales y asbestosis (reducción de la capacidad ventilatoria), además de dos tipos de cáncer: el de pleura y el de pulmón. Los daños se manifiestan después de un largo período de latencia que puede oscilar, dependiendo de la afección causada, entre los 10 y los 40 años desde la primera exposición.

Los investigadores han analizado en concreto los índices de mortalidad por cáncer de pleura en España. Entre 1976 y 2010 fallecieron 6.037 personas por dicha enfermedad, de los que el 66% eran hombres y el 34% mujeres, unas cifras que parecen confirmar que la exposición laboral a agentes tóxicos, más habitual entre el sexo masculino, es el factor con mayor influencia en el desarrollo de la dolencia.

La ingesta o inhalación del asbesto puede causar cáncer de pulmón o pleura

Asimismo, el estudio destaca que las muertes por cáncer pleural (el 73% de las cuales son provocadas por mesoteliomas causados por el amianto) no dejaron de aumentar entre 1976 y 2010 y se prevé que entre los años 2016 y 2020 fallezcan un total de 1.319 personas por este tipo de cáncer, lo que equivale a 264 muertes al año.

El principal daño lo sufren hoy los trabajadores que tuvieron que extraer, transportar, manipular, usar, retirar y almacenar el material, pero también los vecinos cercanos a las fábricas donde se manipulaba el amianto y los familiares directos de los empleados, los llamados afectados pasivos.

El amianto es un mineral natural formado por fibras con unas propiedades excepcionales: es incombustible, resiste las acciones de los ácidos, tiene una vida útil larga y es muy económico. Por ello, fue muy empleado en España durante los años 70 y 90 del siglo pasado para fabricar, entre otros, materiales de aislamiento, artículos textiles para barcos y automóviles y cubiertas de fibrocemento, conocidas como uralita.

España importó 2.514.346 toneladas métricas de asbestos desde 1906 hasta su prohibición en el año 2001 —que entró en vigor en diciembre de 2002— con la única interrupción de los años de la Guerra Civil (1936-39).

Fontaneros y albañiles en peligro

A pesar de que la relación entre el amianto y la asbestosis ya se conocía desde el año 1925, y la vinculación con el cáncer de pulmón desde 1955, la introducción de medidas regulatorias y prohibiciones en nuestro país se retrasaron negligentemente durante décadas, lo que contribuyó a un mayor número de exposiciones fatales.

Todavía vivimos rodeados de amianto, sin saberlo en muchos casos. Se puede encontrar en edificios, carreteras, calles y vertederos genéricos. Y algunos profesionales como fontaneros o albañiles tratan con el material diariamente durante sus jornadas laborales. Para su eliminación, es fundamental un estricto control por parte de la Administración y campañas informativas para que la ciudadanía sepa cómo actuar.

Materiales aislantes y la popular uralita están fabricados con este peligroso material

El ayuntamiento de la localidad barcelonesa de Cerdanyola del Vallès, uno de los municipios con más casos de asbestosis en España, es especialmente activo en este campo. Durante cerca de un siglo, la ciudad alojó las instalaciones principales de la empresa Uralita, que tenía como principal actividad la fabricación de fibrocemento mediante amianto, bautizado popularmente con el nombre de la compañía.

La fábrica echó el cerrojo en 1997. Desde entonces, está inmersa en procesos judiciales y algunas sentencias ya han dado la razón a las víctimas. Pero la problemática continúa: muchos residuos de amianto potencialmente peligrosos se hallan esparcidos por la zona. Desde la Asociación de Afectados por el Amianto de Cerdanyola y Ripollet calculan que entre el 70 y el 75% del territorio del término municipal está contaminado.

A pesar del claro consenso científico internacional según el cual el amianto es un producto cancerígeno, el negocio no cesa. No hay una prohibición universal de su uso y manipulación, por lo que algunas multinacionales siguen lucrándose en los países en los que no hay una legislación restrictiva sobre el material, la gran mayoría naciones en vías de desarrollo. Países como Canadá, Brasil, China y los estados de la ex Unión Soviética son los principales productores y exportadores.