Con una población mundial en aumento –se estima que habrá 9.000 millones de habitantes para 2050–, el ser humano explora nuevas vías para obtener más y mejores alimentos en un entorno cada vez más hostil como consecuencia del cambio climático. En el norte de Italia, una compañía familiar ha puesto en marcha el proyecto Nemo’s Garden con el que busca una alternativa al actual sistema de agricultura mirando hacia el mar.

Se trata de un experimento de cultivo submarino que arrancó en 2012 en la bahía de Noli, en la provincia de Savona (región de Liguria), y que ha contado con el apoyo de una campaña de micromecenazgo. Unos pequeños globos transparentes de diferentes tamaños y formas, llamados biosferas, anclados al fondo marino (a entre 5 y 10 metros de profundidad), permiten cultivar albahaca, orégano, lechugas, calabacines, fresas, tomates, guisantes, ajos… y así hasta llegar a una veintena de variedades vegetales. En total, las estructuras cubren una superficie de unos 15 metros cuadrados.

El proyecto Nemo's Garden busca una alternativa al actual sistema de agricultura

Las plantas crecen en macetas colocadas en estanterías dentro de estos invernaderos transparentes (para permitir que les llegue la luz del sol), gracias a que el agua del mar en contacto con el aire que hay en la biosfera se evapora y se condensa en las paredes, humidificando el interior del globo, y a que la temperatura es constante entre el día y la noche.

Los responsables han observado que el desarrollo de las plantas era particularmente rápido: en 48 horas las semillas ya comenzaban a germinar. Durante la temporada estival, un grupo de agrinautas se encarga de sembrar y controlar el crecimiento de las plantas, que están monitorizadas durante 24 horas. Los alimentos obtenidos bajo el agua tienen el mismo gusto y apariencia que los cultivados en tierra. 

Según explica la empresa que desarrolla el proyecto, Ocean Reef, los invernaderos acuáticos son respetuosos con el medio ambiente y no contaminan el mar: no consumen energía para mantener la temperatura adecuada y los cultivos no requieren el uso de productos agroquímicos, como pesticidas y fertilizantes. De esta forma, ejercen menos presión ambiental que la agricultura industrial, que ha aumentado el rendimiento de los cultivos pero con un gran coste ecológico.

A gran escala

Las biosferas podrían también en un futuro servir para experimentar con nuevas plantas o con transgénicos. “Existe la posibilidad de que se cultiven organismos genéticamente modificados (OGM) porque no hay riesgo de contaminación de los cultivos que no lo son. No es nuestro sector, pero me parece una alternativa a investigar de forma diligente”, explica a EcoAvant.com, Luca Gamberini, el responsable de marketing de la compañía.

La contaminación por transgénicos es uno de los problemas a los que se enfrentan los agricultores de cultivos ecológicos. En Cataluña, donde se cultiva maíz transgénico, se producen “contaminaciones cruzadas y los agricultores no quieren cultivar el ecológico porque existe un alto riesgo de que su cosecha se contamine y ya no pueda ser vendida como tal, con la consecuente pérdida económica. En los últimos 12 años ha habido casos de contaminación y actualmente el 99% del maíz ecológico se tiene que importar de Francia e Italia”, explicaba en una entrevista Daniel Valls, el presidente del Consell Català de la Producció Agraria Ecològica (CCPAE). 

Las biosferas también pueden servir para experimentar con OGM o nuevas plantas

Los creadores del Nemo’s Garden trabajan ahora para comprobar la viabilidad del proyecto a gran escala. Si funciona, pretenden exportarlo a las costas más áridas del planeta y ampliar así el espacio disponible para cultivar alimentos sin la necesidad de talar bosques ni usar los cada vez más reducidos recursos hídricos, fundamentales para sostener y aumentar la producción agrícola.

Un informe secreto de la mayor multinacional agroalimentaria mundial, la suiza Nestlé, sacado a la luz por Wikileaks, advierte de que, si todo el mundo se alimentara como los estadounidenses, las reservas mundiales de agua dulce se habrían agotado en el 2000. "Un tercio de la población mundial se verá afectado por la escasez de agua dulce en 2025, y la situación será cada vez más grave y potencialmente catastrófica para 2050", afirma el memorando. "No hay suficiente agua dulce disponible para abastecer con este nivel a una población global que se espera que supere los 9.000 millones a mediados de siglo", proclama.

Mientras los grandes bancos y fondos de inversión ya han empezado a invertir masivamente en reservas de agua dulce y en las infraestructuras que gestionan el vital líquido, puesto que será uno de los más lucrativos negocios en un futuro cercano, los responsables del proyecto Nemo’s Garden desarrollan más biosferas y más cultivos para conseguir del mar lo que la tierra no podrá ofrecernos.