La cantidad de personas que viven en áreas urbanas está aumentando rápidamente en todo el mundo y, en consecuencia, el patrón temporal de ocupación de áreas naturales para uso recreativo también está cambiando. Esto deriva en una concentración cada vez mayor de personas durante los fines de semana y días festivos en espacios naturales.

Este fenómeno es particularmente evidente en las sociedades ricas, donde más personas visitan áreas naturales en días festivos y fines de semana, causando molestias a la vida silvestre en el llamado "efecto fin de semana".

Con el objetivo de evaluar este tipo de inconvenientes, los investigadores Vicente Urios del Grupo de Investigación Zoología de Vertebrados de la Universidad de Alicante, y Pascual López y Arturo M. Perona de la Institut Cavanilles de la Universitat de València han estudiado los cambios de comportamiento de 30 águilas perdiceras seguidas en parques naturales de las provincias de Valencia y Castellón, durante los fines de semana, con una mayor presencia humana en sus territorios.

El águila perdicera es una especie muy amenazada en Europa, y con una alta mortalidad de individuos debido principalmente a electrocuciones, envenenamientos y disparos.

Los científicos recibieron datos de telemetría por GPS de las águilas, equipadas con transmisores vía satélite de última generación, una tecnología novedosa que permite conocer la posición de las águilas perdiceras cada cinco minutos con una gran precisión.

Gracias a esta técnica, se puede calcular la distancia que recorren las águilas diariamente, y se ha podido comprobar que, durante los fines de semana, cuando la presencia humana en sus territorios es mayor, estas se ven obligadas a desplazarse de un lugar a otro y a cubrir mayores distancias para encontrar alimento.

Más probabilidades de electrocución

Algo que aparentemente podría parecer anecdótico tiene importantes consecuencias para esta especie tan amenazada, ya que las rapaces se ven obligadas a permanecer más tiempo alejadas de sus nidos en época de cría (con el consiguiente aumento del riesgo de fracaso en la reproducción), mayor gasto energético, mayores dificultades para encontrar presas y mayores probabilidades de encontrarse infraestructuras humanas peligrosas para su vida, como los tendidos eléctricos.

A la luz de este trabajo publicado en la revista Biological Conservation, los investigadores urgen a tomar medidas de conservación dirigidas a reducir los conflictos entre seres humanos y fauna salvaje, incluida la limitación espacio-temporal de las actividades recreativas como la caza, la escalada o el senderismo, entre otras, especialmente durante los períodos más críticos del año como la incubación y la cría.

“Es necesario encontrar el equilibrio sano entre el disfrute de la naturaleza y la responsabilidad y respeto hacia ella”, señalan los investigadores. “Los datos que aportan los emisores GPS proceden de estudios de telemetría y son de una precisión sin precedentes. Sería importante incorporar esta información a los planes de conservación de las especies más amenazadas, de cara a una gestión más eficiente de este tipo de conflictos”, concluyen.