Y, dado que lo importante en una falsificación es la imitación de la marca, un 13,3% del material intervenido lo constituyeron "etiquetas y pegatinas". Todo este material, intervenido en 2.504 operaciones de los agentes aduaneros desarrolladas principalmente en puertos (casi la mitad del total) y aeropuertos, pero también en otros puntos del territorio español, habría alcanzado en el mercado un valor de 129,9 millones de euros, según estimaciones de la AEAT.
En 2015 se intervinieron más de 630.000 equipos electrónicos y 395.000 monturas de gafas
A estas cifras habría que sumarles las de las mercancías intervenidas por los distintos cuerpos policiales estatales, autonómicos y locales y en acciones judiciales. Más de 15.000 artículos falsificados procedentes de la venta ambulante intervenidos por la Policía Municipal de Madrid se destruyen y entierran cada año en el vertedero de Valdemingómez. El volumen de este mercado es impactante: las aduanas europeas se incautaron de 36 millones de productos falsos en 2013.
En el transcurso de las intervenciones de la AEAT en 2015 se levantaron 176 atestados, un 28,4% más que en 2014, y 124 personas acusadas de estar relacionadas con este tráfico de productos falsificados fueron detenidas. Las gafas fueron el producto que hubiera aportado un mayor volumen de ingresos a los falsificadores: representando solamente el 15,3% del material incautado, suponen el 45,5% del valor económico total de lo intervenido.
Cerca del 77% de estos artículos provenía de países asiáticos, y un 17% de otros estados europeos. Éste era su origen pero, ¿cuál será su destino? Se trata de una cantidad muy grande de materiales susceptibles de ser gestionados de una manera lo más beneficiosa posible para el medio ambiente. ¿Se hace así? ¿Se reutilizan o reciclan?
"Estos artículos se destruyen de acuerdo con las normas de gestión ambiental", es la respuesta inicial a EcoAvant.com de un portavoz de la Agencia Tributaria, que sin embargo admite cierto desconocimiento derivado del hecho de que se trata de la primera vez que un medio de comunicación se interesa por esta cuestión.
Cuchillas y tolvas
Según la AEAT, la eliminación compete a los propietarios de la marca que ha sido falsificada, que ponen los artículos en manos de "empresas especializadas". Pero deja claro que los artículos "son destruidos" para asegurarse de que no pueden volver a ser comercializados, además de para prevenir posibles problemas para la salud de potenciales usuarios derivados del hecho de que no cumplen con los requisitos sanitarios reglamentados por la Unión Europea.
Pero quizás cabría el aprovechamiento de algunos materiales y componentes como materias primas. Tampoco se hace. La Asociación para la Defensa de la Marca (Andema) revela que estos artículos acaban habitualmente en vertederos controlados después de haber sido físicamente destruidos por medio de maquinaria especializada que tritura los objetos con cuchillas o tolvas y prensa los fragmentos resultantes.
Andema señala la diferente responsabilidad del fabricante imitado entre los casos de objetos incautados en controles o redadas de los agentes de aduanas o policías y las aprehensiones que son consecuencia de una intervención judicial. Mientras en el primer caso la destrucción de las mercancías debe ser ejecutada por la marca que ha sido objeto de la falsificación, en el segundo es el juez quien decide qué se hace con ellas.
La ley contempla la posibilidad de una cesión a terceros si se eliminan los logos
"La ley prevé la posible cesión a terceros de los artículos eliminando los logos. Se podría hacer con prendas de ropa u otros artículos, pero la logística necesaria para eliminarlos sería enorme, y además las mafias logran recuperar los productos. Pasó hace unos 10 años con unas camisetas que se intentaron enviar a los campamentos de refugiados saharauis de Argelia, pero que nunca llegaron a su destino y volvieron a aparecer en el mercado", argumenta José Antonio Moreno, director general de Andema.
"Hace unos años, una empresa de Alcoi (Alicante) presentó una propuesta para hacerse cargo de la destrucción de logos en prendas textiles con el fin de aprovechar la ropa para hacer pacas de borra, pero aquello no prosperó", recuerda.
El responsable de Andema incide también en los riesgos sanitarios del aprovechamiento de estos artículos para una posible reutilización de los mismos o el reciclaje de los materiales. "Todo producto falsificado puede tener un impacto para la salud, porque durante su fabricación no ha sido sometido a los controles que dispone la administración. Solemos alarmarnos ante medicamentos, cosméticos y juguetes falsificados, pero muchos otros artículos pueden contener materiales y sustancias que desconocemos, y que pueden ser potencialmente dañinos", señala en conversación con EcoAvant.com.
Así que "difícilmente" se puede pensar en aprovechar algo de estos cientos de toneladas de objetos intervenidos, opina. Miles y miles de aparatos electrónicos, prendas de vestir, relojes, monturas de gafas, juguetes, bolsas y artículos de cosmética o aseo cuya fabricación ha tenido el consiguiente impacto ambiental acaban, sin ser utilizados ni una sola vez, sepultados en vertederos. Un nuevo perjuicio para el planeta fruto de la locura de la sociedad de consumo.