Los coches con más de 20 años de antigüedad no podrán circular por Barcelona ni por unos 40 municipios de su área metropolitana durante los días laborables a partir del 1 de enero de 2019, para intentar reducir los elevados niveles de contaminación atmosférica que sufre la misma. El objetivo final de la medida, adoptada de forma consensuada por todas las administraciones públicas implicadas, es recortar en un 30% las emisiones contaminantes del tráfico en un plazo de 15 años, pero la misma ha recibido duras críticas por parte de los propietarios de estos vehículos, que han inundado los medios de comunicación y las redes sociales y desatado una fuerte controversia.

La prohibición de circular, que afectará a los turismos matriculados antes de 1999 –106.018 coches, el 7% del total registrado en el área de la prohibición– y las furgonetas en circulación desde antes de 1996 –22.049, un 16% de la flota–, podrá aplicarse de manera puntual ya a partir del próximo 1 de diciembre en situaciones en que se registren altos índices de polución ambiental en la ciudad. Lo mismo se aplicará en Madrid, aunque, a diferencia de lo decidido en la capital catalana, allí todavía no se ha planteado una prohibición permanente a medio plazo.

Quienes eliminen sus vehículos viajarán gratis 3 años en transporte público

Para compensar los problemas de movilidad que la medida va a provocar a los titulares de estos vehículos, las administraciones –Gobierno catalán, Área Metropolitana, Diputación provincial y ayuntamientos– anunciaron la inversión durante los próximos años de 46 millones de euros en la mejora de las deficientes infraestructuras de transporte público de la conurbación –aunque no están previstas nuevas ampliaciones del metro y la mejora de la degradada red ferroviaria de cercanías depende de la administración central–, y han anunciado la concesión a partir de este año de un abono gratuito de tres años de validez para el mismo que se entregará a los propietarios de vehículos que se deshagan de ellos y los entreguen para su reciclaje.

Barcelona sigue sufriendo graves problemas de falta de calidad del aire causados por el tráfico rodado pese a que 190.000 ciudadanos han abandonado en los últimos años el vehículo a motor en Cataluña para desplazarse habitualmente en bicicleta, según un reciente informe del ejecutivo autonómico.

Distintivos ambientales

Desde hace unas semanas, la Dirección General de Tráfico está enviando a los propietarios de automóviles unas etiquetas que identifican la clasificación ambiental de los mismos. Son de cuatro tipos: azul (cero emisiones, para vehículos eléctricos puros, híbridos o de pila de combustible), Verde y azul (híbridos no enchufables o propulsados por gas natural o gas licuado del petróleo), Verde (turismos y furgonetas matriculados a partir de enero de 2006 o diésel a partir de 2014, y vehículos de más de ocho plazas o de transporte de mercancías –en estos dos casos tanto de gasolina como diésel– posteriores a 2014), y amarilla (turismos y furgonetas ligeras de gasolina a partir de 2000 y diésel a partir de 2006, y vehículos de ocho plazas o más y de transporte de toda clase posteriores a 2005). El resto de vehículos, que por ahora circularán sin distintivo alguno, son los que se verán afectados por las medidas de restricción de tráfico en las dos grandes capitales.

La decisión de vetar definitivamente los automóviles más viejos y emisores de partículas en el entorno de Barcelona se adoptó después de que la Comisión Europea (CE) advirtiera repetidamente durante los últimos meses a cinco estados miembros –España, Alemania, Francia, Italia y el Reino Unido– de la necesidad de rebajar los niveles de dióxido de nitrógeno en el aire de sus principales ciudades, en el caso español haciendo especial mención a Madrid y Barcelona. La CE amenazó con acudir al Tribunal de Justicia de la Unión Europea, que hubiera podido imponer elevadas sanciones a los gobiernos incumplidores.

Madrid vuelve a prohibir aparcar en el centro y limita la velocidad urbana

Como ya ha tenido que hacer en diversas ocasiones a lo largo del año pasado, Madrid, por su parte, se ha visto obligada a poner en práctica durante los últimos días los protocolos de emergencia para hacer frente a concentraciones de contaminantes en su aire muy por encima de lo considerado permisible por las autoridades sanitarias. Tras activar el viernes el denominado Escenario 1, limitando la velocidad máxima a 70 kilómetros por hora en la autopista periférica M-30, el consistorio madrileño decretó para el sábado el Escenario II, que se activa cuando se registran dos días consecutivos de preaviso o un día de nivel de aviso de niveles elevados de partículas, y que implica la prohibición de aparcar en el interior del perímetro de la M-30 a todos los no residentes además de la limitación de velocidad en la misma y accesos a 70 kilómetros por hora. Durante los periodos de aplicación de estos protocolos, las autoridades municipales recomiendan a los ciudadanos usar el transporte público y que las personas con problemas respiratorios eviten el ejercicio al aire libre. Ayer domingo se dio por finalizado el episodio de contaminación extrema y se levantaron todas las restricciones.

El último estudio La calidad del aire en Europa, presentado el año pasado por la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA), que recoge datos de más de 400 ciudades, estimaba que la contaminación atmosférica causó 467.000 muertes prematuras en 41 países europeos en 2013. Solamente en la Unión Europea se superaron los 430.000 fallecimientos innecesarios provocados por la inhalación de partículas finas. Según los datos recabados por la AEMA, el 85% de los habitantes de ciudades del continente están expuestos a partículas finas a unos niveles que la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera nocivos, y susceptibles de causar enfermedades cardiovasculares, asma o cáncer de pulmón.

La agencia medioambiental europea destaca que la calidad del aire ha mejorado en los últimos tiempos: el promedio anual de partículas de pequeño tamaño ha disminuido un 75% durante el período 2000-2014. "Pero no lo suficiente como para evitar daños inaceptables para la salud humana y el medio ambiente", afirma el director ejecutivo de la AEMA, Hans Bruyninckx. Para el mismo, no hay otra opción que "una transformación fundamental e innovadora de nuestros sistemas de movilidad, energía y alimentario".