Internet está suponiendo un profundo y rápido cambio para nuestra sociedad. Todo cambia: desde la participación política hasta los nuevos medios de información, pasando por el comercio, el teletrabajo o la difusión cultural. Se trata de una nueva herramienta tecnológica que permite convertir cualquier receptor en emisor al mismo tiempo, y mover grandes cantidades de información y dinero a enorme velocidad, sin tener en cuenta las fronteras estatales. Muchos conceptos nuevos para una definición tan corta.

Debido a esta importancia, internet también es el caballo de batalla de una intensa, aunque desconocida, guerra a múltiples bandas para su control en la que intervienen estados, grandes corporaciones y usuarios entre otros actores. Escándalos como los desvelados por Wikileaks o Edward Snowden son sólo algunas de las contadas batallas que han llegado a los grandes medios de comunicación.

La investigadora Mayo Fuster, de la Universidad de Harvard (Estados Unidos), cuya tesis versa sobre el desarrollo de comunidades virtuales, se remonta a los orígenes de internet para explicar la situación actual. Los inicios se cimentaron sobre tres patas que no pudieron ser más heterogéneas: los experimentos militares del Pentágono, los departamentos de investigación de las universidades tecnológicas y las aportaciones más o menos desinteresadas del movimiento hacker de tendencia hippie y libertaria.

El mayor peligro para la internet de hoy en día proviene de las grandes multinacionales

Este comienzo caótico y sin una regulación clara es fundamental –asevera Fuster– para entender cómo se creó “el primer medio de comunicación importante desarrollado sin una política pública”. Nunca antes en la historia, cualquier persona, sin necesidad de un gran capital, ni un permiso público, ni una enorme organización, podía comunicar masivamente en unas condiciones, sino iguales, al menos mucho más equitativas a las de los gobiernos o las corporaciones.

Como era fácil suponer, internet fue visto pronto como una amenaza por todo tipo de gobiernos. Los intentos de limitarla o cercenarla están al orden del día. Desde la Ley para Parar la Piratería Online (SOPA, en sus siglas en inglés) en los EE UU, hasta la reciente prohibición de Twitter en Turquía, pasando por el estricto control y censura de la red en China y otros regímenes dictatoriales.

Aun así, Fuster advierte que el mayor peligro para internet tal y como la conocemos proviene de las grandes multinacionales: “Si los estados permiten definitivamente a las empresas de telecomunicaciones controlar el tránsito, se acaba la neutralidad en la red y ya podemos bajar la persiana”, concluye.

Por “neutralidad de internet”, la investigadora se refiere al principio por el cual cualquier contenido viaja a la misma velocidad independientemente de lo que se pague por la conexión. Un principio que las grandes operadoras de telecomunicaciones querrían modificar para tener “clientes VIP”. Una internet que pasaría a ser un coto cerrado de grandes empresas e instituciones de forma similar a como lo es la televisión.

Más allá de la batalla política para garantizar la neutralidad, que en algunos países –como Brasil, Chile o Holanda– ya se ha materializado en una protección legal, otras iniciativas trabajan para crear una internet en manos de los usuarios y totalmente independiente de las grandes corporaciones.

Operadora municipal

La mayor experiencia en este sentido en nuestro país es la de Guifi.net, una trama creada en 2004 a base de conectar nodos particulares de usuarios, empresas, ayuntamientos o asociaciones, que colaboran voluntariamente con el fin de crear una red neutral, abierta y libre.

Guifi.net tiene la forma legal de una fundación privada que, a la vez, hace de garante para que no se diluyan sus objetivos y, a nivel práctico, funciona como una operadora de telecomunicaciones más y está inscrita como tal en el registro oficial.

Trabaja con códigos abiertos, por lo que cada uno puede conocer su funcionamiento técnico interno y, si lo cree necesario y tiene los conocimientos, mejorarlo. Funciona bajo un principio básico de neutralidad, por lo que ésta no puede ser cuestionada, y su único objetivo es dar la mejor cobertura, servicio y asistencia técnica a sus usuarios, no ganar dinero.

La mayor parte de su red es inalámbrica, aunque tiene algunos kilómetros de fibra óptica instalada y, a día de hoy, cuenta con 24.238 nodos operativos en toda España –y la cifra crece rápidamente–, aunque la mayoría de ellos se concentran en Cataluña y Valencia.

Para entender la importancia de una internet neutral y autogestionada conviene viajar a la localidad catalana de Centelles, de sólo 7.000 habitantes, situada a unos 60 kilómetros al norte de Barcelona. Como en tantos otros municipios pequeños, los servicios de internet ofrecidos por las grandes operadoras eran lentos y caros, ya que sus intereses se centran en las áreas urbanas, mucho más rentables.

El pueblo ya contaba con una red de fibra óptica que alcanzaba los diferentes edificios municipales, así que, hace seis meses, el Ayuntamiento decidió ampliar esta cobertura al resto de sus habitantes. Para finales del presente año calcula que llegará a más del 90% de la población.

Eticom-Som Connexió, la primera cooperativa de telefonía e internet en España

Para conseguirlo usaron la compañía eléctrica municipal, encargada de desplegar la infraestructura. Pero una vez dado el primer paso se encontraron con una nueva dificultad con la que no se contaba: ninguna operadora se interesó para gestionar esta red local. Finalmente, con la colaboración de Guifi.net, se optó por crear una operadora exclusiva para operar en Centelles, una empresa de propiedad municipal capaz de ofrecer servicios de internet y telefonía fija y móvil más económicos, rápidos y fiables.

Aunque hay otros pueblos españoles como Ermua (Vizcaya) o Mijas (Málaga) con redes locales de fibra óptica, o incluso existe el proyecto regional red Asturcón para proveer de internet a las zonas rurales asturianas, éstas siempre son explotadas por operadoras comerciales, y no hay ninguna otra que sea de titularidad pública.

El pasado enero se creaba en Rubí (Barcelona) Eticom-Som Connexió, la primera cooperativa en el sector de las telecomunicaciones de España. La iniciativa no esconde la influencia del pujante sector alternativo de las cooperativas de consumidores en el campo de las energías renovables y se hermana con la también catalana Som Energia.

Una de sus impulsoras. Mercè Botella, explica que su proyecto pretende llevar la filosofía de la economía cooperativa y solidaria a las telecomunicaciones, respetar los derechos laborales, reducir los impactos sociales y ambientales y garantizar la neutralidad de la red.

Y está convencida de que pueden convertirse en una alternativa real al mercado actual: "Queremos crear una opción más cercana a las personas y garantizar el acceso a las telecomunicaciones a todo el mundo”. Aunque sus previsiones de crecimiento son muy optimistas, prefieren avanzar lentamente para consolidar el proyecto. “Un crecimiento muy rápido podría matarnos de éxito”, asegura Botella. En sus cálculos pretenden dar servicio a 5.000 personas durante los próximos dos años.