Miles de personas hacen cola estos días para escalar la montaña Uluru, en Australia, ignorando las llamadas a mantenerse alejados del considerado monumento sagrado por los aborígenes, antes de que el ascenso quede prohibido permanentemente a fin de mes.

El cierre será efectivo a partir del 26 de octubre, después de una campaña de décadas por parte de las comunidades indígenas para protegerlo. El Uluru, situado en el desértico centro de Australia, en el Territorio del Norte, a 460 km al suroeste de Alice Springs, es desde 1987 Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. 

Se trata de uno de los mayores monolitos del planeta. De arenisca roja, tiene unas dimensiones de más de 348 metros de alto, 9 kilómetros de contorno y 2,5 kilómetros bajo tierra, y se había convertido en uno de los iconos turísticos del país.

El gerente del Parque Nacional Uluru-Kata Tjuta, Mike Misso, reveló que los montañeros que esperan para hacer estos días el ascenso se cifran "en cientos, probablemente más cerca de mil". El pueblo anangu, propietario tradicional del Uluru, pide que se prohíba su escalada desde 1985, cuando el parque pasó a manos indígenas. Los anangu alegan no sólo el valor simbólico que la montaña tiene para su etnia, sino también razones de seguridad y de preservación medioambiental.

Para conmemorar la prohibición, los responsables del parque han organizado una celebración pública el 27 de octubre, 34 años después de que el Uluru fuera devuelto a sus propietarios tradicionales. Los australianos siguen siendo los visitantes más habituales, seguidos de los japoneses, según la entidad Parks Australia.