Un profano podría pensar que un velero es el vehículo ecológico por excelencia para viajar por mar. Que el hecho de que lo impulse el viento hace que sus emisiones a la atmósfera o el agua sean cero. Pero ya hace mucho que no es así. Las modernas exigencias de navegación electrónica, comunicaciones, seguridad y confort, y el seguro de un motor para avanzar cuando el viento amaina convirtieron a los veleros en contaminantes. 

Todo velero carga un generador que alimentan cientos de litros de gasóleo. Desde el 10 de noviembre, el Acciona Imoca 60, patroneado por Javier Sansó, tratará de demostrar que es posible dar la vuelta al globo en solitario y sin escalas ni ayuda exterior con un velero de última tecnología cien por cien sostenible.

Sansó tomará parte en la Vendée Globe 2012, la más dura competición mundial para embarcaciones de crucero con un solo tripulante, que se celebra cada cuatro años. Los 43.000 quilómetros de navegación no serán una experiencia nueva para este veterano marino que ya ha cruzado una veintena de veces el Atlántico –cinco en solitario– y otras dos el Índico. No es su primera Vendée Globe –ya participó en la de 2000-2001–, y logró ser cuarto en la última Barcelona World Race (2007-2008), competición de la misma clase en la que se permiten dos tripulantes.

El barco se abastece de electricidad de las energías solar, eólica e hidráulica

Los veleros de la clase Imoca 60 deben tener más de 59 pies pero no pueden superar los 60 (18,28 metros) de eslora –longitud del casco– ni los 4,5 metros de calado –altura de la parte sumergida del mismo– y su mástil no puede elevarse más de 28 metros por encima del agua. Aparte de estas limitaciones, el diseño de las embarcaciones es totalmente libre. Y eso lo han aprovechado muy bien los creadores del Acciona 100% Ecopowered.

Tras dos años de trabajo, el estudio británico Owen & Clarke, al frente de un equipo multidisciplinar de 70 personas, ha hecho realidad el proyecto de un barco totalmente competitivo que se abastece de electricidad sólo mediante el aprovechamiento de las energías solar, eólica e hidráulica.

La nave se construyó en el astillero Southern Ocean Marine de Tauranga, en la isla Norte de Nueva Zelanda, uno de los más prestigiosos en el mundo en esta especialidad. Aunque en el diseño del casco y el velamen apenas se incorporó tecnología nacional –se trata del primer Imoca 60 impulsado desde nuestro país–, el novedoso sistema energético fue desarrollado completamente por técnicos españoles, y las pruebas de resistencia al agua del modelo a escala se llevaron a cabo en el Canal de Experiencias Hidrodinámicas de El Pardo (Madrid).

Competitividad a base de energías renovables

La energía procedente de las tres fuentes renovables se acumula en un banco de baterías que la distribuye por el circuito eléctrico. La nave dispone también de una pila de combustión de hidrógeno como recurso de emergencia. El peso de las baterías compensa el del combustible que deben cargar sus competidores (200-300 litros) y deja a uno y otros en igualdad de condiciones en este aspecto.

En el casco se han integrado 11 paneles solares independientes de un material semiflexible que permite adaptarlos a las formas del mismo. En total suman 12 metros cuadrados de superficie. La parte posterior del barco es móvil para poderlos orientar hacia el sol. En esa zona se sitúan también dos aerogeneradores capaces de producir hasta 350 vatios cada uno. Y también a popa se encuentran los dos dispositivos hidráulicos que a plena marcha del buque alcanzan una producción de 400 vatios por unidad.

La cabina se inspiró en los aviones invisibles estadounidenses Stealth

"Al disponer de diferentes fuentes de energía, el sistema es más fiable y redundante", opina Sansó. A diferencia de lo que sucede en los barcos con motor diésel, que carecen de alternativa en caso de avería, si falla una de ellas todavía quedan las otras dos. La latitud será uno de los factores que influirá en el rendimiento de cada energía renovable. Cuanto más cerca del Ecuador, la mayor verticalidad con que llegan los rayos solares incrementa la efectividad de las placas. En el momento de rodear la Antártida, la menor insolación se verá compensada por la fuerza de los vientos en latitudes bajas, que permitirá ganar velocidad y obtener mucha más energía de los generadores hidráulicos y los eólicos.

El casco es de fibra de carbono de última generación, capaz de resistir situaciones extremas en alta mar, y facilita con su mínimo peso la máxima velocidad. La cabina fue diseñada por el estudio español Teixidó & Harrold inspirándose en las líneas rotas por ángulos de los aviones invisibles estadounidenses Stealth, y contribuye a la penetración aerodinámica del barco.

Para compensar las 115 toneladas de CO2 lanzadas a la atmósfera como consecuencia del proceso de diseño y fabricación del barco –por el consumo de gasóleo del horno en que se fundió el casco y la electricidad empleada en los astilleros, más los viajes del personal y del transporte de materiales– Acciona adquirió los derechos de emisión de dos parques eólicos en el estado de Karnataka (India). Lo más difícil ya está hecho. Ya sólo falta que el viento sople a favor.