Más del 40% de la población del planeta vive en zonas costeras. En estas áreas se desarrollan actividades como la pesca, la acuicultura, la producción de energía, el turismo... Negocios basados en el océano que dan trabajo –más de 38 millones de puestos, según la organización medioambiental Conservational International (CI)–, comida y entretenimiento a multitud de personas.

Pero, ¿cómo afecta la interacción que se da entre el ser humano y los mares? Un grupo internacional de investigadores ha creado el Índice de Salud de los Océanos, que sirve para puntuar la calidad de los mismos: han recibido una nota de 60 sobre 100. Se trata de la primera evaluación global cuantitativa del estado de los océanos y para llevarla a cabo se han analizado las condiciones ecológicas, sociales, económicas y políticas de todas las naciones costeras del mundo.

Concretamente, los estudios se han centrado en las denominadas zonas económicas exclusivas (se extienden desde el límite exterior del mar territorial hasta una distancia de 200 millas náuticas –370,4 quilómetros–), en las que se da la mayor parte de la relación entre humanos y océano.

Los políticos necesitan herramientas para medir la salud del océano

Han tenido en cuenta los 10 parámetros siguientes: la biodiversidad del mar, la cantidad de alimentos extraídos de modo sostenible (incluida pesca y acuicultura), la pesca artesanal, la extracción de productos marinos no alimenticios, la capacidad de almacenamiento de carbono en el mar, la protección del litoral, la economía en la costa y su efecto social, las actividades de turismo y recreo, los valores de identidad cultural para la población y la limpieza de las aguas.

"El Índice convierte la metáfora de la salud oceánica en algo concreto y transparente" explica Karen McLeod, una de las científicas que ha participado en la investigación. "Esta comprensión de la totalidad, no sólo de las partes, es necesaria para conservar y restaurar los ecosistemas oceánicos", añade.

Por su parte, el científico que ha capitaneado el estudio, Benjamin S. Halpern, afirma: "Reconocemos que el Índice es un poco audaz, pero lo es por necesidad, ya que los responsables y gestores políticos necesitan herramientas para medir realmente la salud del océano, sin tiempo que perder". Asimismo, explica que los resultados proporcionan una base para poder calcular los cambios futuros y la eficacia de los esfuerzos actuales.

Los expertos también alertan sobre las principales amenazas para la conservación de los océanos, como la acidificación, el calentamiento global, la contaminación, la difusión de especies invasoras y la pesca excesiva e intentan dar lecturas positivas sobre el futuro.

El grupo de investigadores ha sido liderado por la Conservation International (CI) y el National Center for Ecological Analisis and Synthesis (NCEAS) de la Universidad de California de Santa Bárbara.

Puntuaciones por zonas

La puntuación más baja la obtenido Sierra Leona, con 36, y la mayor la Isla Jarvis

Los autores del estudio han analizado 171 países costeros y han obtenido una nota media de 60 sobre 100. La puntuación más baja la obtenido Sierra Leona, con 36, y la mayor la Isla Jarvis, un territorio deshabitado del Pacífico sur, con 86.

Las puntuaciones dejan ver las diferencias entre los países en vías de desarrollo y los desarrollados. Muchos territorios costeros de África Occidental, Oriente Próximo y Centroamérica ocupan la parte baja de la lista, mientras que Canadá, Australia, Japón, estados del norte de Europa y varias islas tropicales tienen calificaciones altas. No obstante, hay países que escapan de la tendencia general. Por ejemplo, Polonia tiene un 42, mientras que Surinam un 69.

España, un aprobado

España con una puntuación de 58 consigue el puesto 64 de entre 171 países. Con dicha valoración se sitúa un poco por debajo de la media mundial.

Cabe destacar que obtiene la calificación más alta, un 95, en el parámetro de las oportunidades de la pesca artesanal, seguido por el de la limpieza de las aguas, con un 76, y por el de la biodiversidad del mar (número y variedad de especies y hábitats), con un 74.

Mientras, la nota más baja, un 34, es compartida por las actividades de turismo y recreo (se calcula por la cantidad y duración de las visitas de turistas internacionales, y su sostenibilidad) y la identidad sociocultural de las poblaciones costeras.

Por otra parte, obtiene 66 en economía costera y su efecto social, 55 en la cantidad de alimentos de origen marino obtenidos de modo sostenible, 52 en las medidas de protección del litoral y en la preservación de especies marinas que absorben carbono, y 47 en la obtención de recursos marinos no alimenticios.