Muchos lugares desérticos del planeta esconden enormes reservas de agua a gran profundidad bajo la tierra cuarteada o las ardientes arenas. Pero todos cuentan con grandes cantidades de este elemento mucho más próximas. Se calcula que en la atmósfera flotan 13.000 billones de litros en forma gaseosa. Es la segunda mayor reserva de agua dulce de que dispone la humanidad. Sólo hacía falta una tecnología viable capaz de atraparla y convertirla de nuevo en líquida y potable.

Esa tecnología ya existe. Se ha desarrollado en Francia bajo el nombre de Eole Water. A primera vista parece un aerogenerador. Y de hecho también lo es. Pero se trata de mucho más. La hélice alimenta una turbina que hace funcionar un condensador de un metro de ancho y cinco quilómetros de largo de acero inoxidable de altísima calidad que puede resistir a la corrosión durante décadas, lo que lo hace idóneo para entrar en contacto con alimentos.

El agua que ha recuperado en él su forma líquida atraviesa un sofisticado sistema de purificación que incluye un filtrado de rayos ultravioleta que garantiza su potabilidad por encima de los estándares que exige la Organización Mundial de la Salud (OMS). El elemento queda totalmente esterilizado y es mineralizado antes de llegar al consumidor.

El aparato puede alcanzar una producción de más de 1.000 litros al día sin emplear más energía que la eólica y sin emitir una sola partícula de dióxido de carbono a la atmósfera y evita toda necesidad de perforar el suelo y bombear agua a la superficie, sistemas mucho más costosos en términos económicos, energéticos y, por tanto, ambientales.

Mejor cuanto más alto

Naturalmente, el rendimiento depende de las condiciones climáticas. Según los datos de la empresa, el último modelo puede generar unos 350 litros diarios en una zona desértica con temperaturas de hasta 35 grados centígrados y una humedad del 30%, o hasta 1.800 litros cuando opera en un paraje costero a 30 grados y con un 70% de humedad relativa.

El aparato es accionado por un rotor de 13 metros de diámetro, pesa unos 10.000 quilos y se instala sin mayor dificultad en apenas una hora sobre un mástil de 25 metros pero, cuanto más alto sea el soporte, más capacidad de fabricar agua tendrá el dispositivo. Su inventor calcula que a 50 metros podría llegar a capturar hasta 25.000 litros al día. Cuando se construya en serie, el coste por unidad podría rondar los 20.000 euros. Ya se han registrado dos patentes.

"No pensamos que nuestro invento sea una solución global. Hemos diseñado un recurso para áreas aisladas que se inscribe en un marco de gestión inteligente del agua. Dado que es difícil de extraer, el sistema exige un uso moderado de la misma", explica Christophe Maisons, geofísico de Eole Water, sociedad que, con el apoyo de una treintena de socios industriales, empleó a 23 ingenieros durante cuatro años para desarrollar el último modelo con una inversión de dos millones de euros.

Reciclar el agua

Pero el padre del proyecto es Marc Parent, un emprendedor de 44 años al que en los 90 se le ocurrió reutilizar el agua que condensaba el aire acondicionado para ducharse o llenar la lavadora cuando residía en la isla caribeña francesa de San Bartolomé, donde el acceso al líquido resultaba dificultoso. De ahí surgió una idea más ambiciosa. En 2004 fundó Eole Tech y empezó a desarrollar los primeros prototipos de Water Maker System (WMS, sistema de producción de agua).

Tras cuatro años de trabajo logró completar su desarrollo y ello le animó a crear en 2008 Eole Water, con sede en Sainte Tulle, en la Alta Provenza. En 2011 nacía el WMS1000, quinta generación de esta tecnología, capaz ya de producir 1.000 litros al día. Tras 18 meses de pruebas en Francia, se envió una unidad a Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos) para verificar su eficacia en uno de los lugares de clima más seco y caluroso del mundo.

La compañía ha desarrollado también un sistema de producción de agua procedente de la humedad ambiental (y también de electricidad) impulsado únicamente por energía fotovoltaica, el panel solar WMS-30kW y, para lugares donde se carece de agua pero no de energía, otro condensador que puede operar conectado a una red eléctrica o a un generador, el WMS-30kW Grid Tie.

Adaptado a condiciones extremas

A diferencia de otros dispositivos que aprovechan la fuerza eólica o solar, sujetos a la disponibilidad de estas fuentes, y que no pueden funcionar permanentemente sin conexión a una red energética, cada unidad Eole Water puede operar de manera autónoma, lo que las hace idóneas para ser instaladas en lugares sin infraestructuras básicas. La clave es que pueden dedicar una parte de la potencia de la turbina a producir electricidad en lugar de agua, en los porcentajes que se estimen oportunos en cada momento.

Los componentes han sido diseñados para resistir los climas más duros, aquellos donde es más frecuente la escasez de agua. Las turbinas eólicas disponen de un sistema de evacuación de calor autolimpiable; de un generador de 30 kilovatios; de un mástil abatible capaz de resistir vientos de hasta 180 quilómetros por hora que no precisa de material pesado para su mantenimiento (se puede reparar en el suelo); de sistemas de obturación automáticos para protegerlas de las tormentas de arena o elevadas concentraciones de polvo y de un mecanismo de supervisión por control remoto que permite a los técnicos vigilar su funcionamiento a gran distancia.

Según la OMS, 900 millones de personas carecen de acceso al agua potable. Dos millones (en su mayor parte niños) mueren al año por enfermedades causadas por beber agua contaminada. La Asamblea General de la ONU reconoció en julio de 2010 el acceso a este elemento como un derecho humano fundamental. El Eole Water podría ayudar a convertirlo en un derecho real para muchas de ellas.