Las autoridades rusas han prometido liberar a los más de cien cetáceos retenidos desde mediados del año pasado en la llamada “cárcel de ballenas” de la costa del mar de Ojotsk, en el Pacífico norte, después de las numerosas protestas recibidas desde todo el mundo, la intervención de destacados científicos internacionales y las más de 1,5 millones de firmas recogidas por una activista rusa mediante una campaña en la plataforma Change.org.

Según anunció formalmente esta semana en multitudinaria conferencia de prensa el gobernador de la región de Primorie, donde se hallan las jaulas, Oleg Kozhemiako, "liberaremos a todos los animales en su medio natural. Los científicos del equipo Cousteau y expertos rusos determinarán cuándo y qué especies poner en libertad". Jean-Michel Cousteau, hijo del mítico pionero de la investigación submarina Jacques-Yves Cousteau, ha sido uno de los grandes artífices de la presión sobre Rusia para que abra por fin las puertas del mayor encierro de cetáceos del planeta.

Al menos 215 ejemplares han sido comprados por parques asiáticos en 5 años

El político ruso señaló que la liberación se producirá entre los meses de mayo y junio, cuando algunos de los animales, belugas y orcas, ya llevarán un año en cautiverio y después de que al menos tres ejemplares de beluga hayan muerto ya debido al frío y a las duras condiciones de su encarcelamiento (la cifra de animales muertos durante las operaciones de captura es imposible de conocer pero con seguridad las mismas tuvieron un coste en vidas de ballenas).

Los activistas de los grupos que denunciaron los hechos, como los de Ocean Friends de la isla de Sajalin, los primeros en acudir a la zona cuando las autoridades extendieron el año pasado los permisos a cuatro empresas comerciales para las capturas (y que fueron objeto de agresiones por parte de los marinos de las mismas), creen que quedan 87 belugas y 10 orcas en las pequeñas jaulas en una bahía cerca de la ciudad de Najodka.

Según sus investigaciones, 12 orcas y 90 belugas salvajes fueron capturadas desde junio pasado en el mar de Ojotsk para su venta por cifras millonarias a instalaciones zoológicas y lúdicas principalmente de China. El precio por una beluga puede alcanzar el millón de dólares (888.000 euros), y el de una orca de 6 a 10 millones (de 5,3 a 8,8 millones de euros).

Intento de adiestramiento

Las compañías responsables de la operación afirman que de los animales inicialmente capturados, una orca fue liberada debido a su comportamiento agresivo, una segunda escapó y 3 belugas también escaparon de los corrales marinos, pero los ecologistas creen que es más probable que los animales simplemente murieran en en cautiverio.

Según grupos conservacionistas rusos, Rusia es el único país que sigue capturando a estas especies con objetivos comerciales, y al menos 15 orcas y más de 200 belugas han sido vendidas a acuarios chinos solamente en los últimos cinco años

La mayor parte de los animales retenidos en las jaulas son ejemplares jóvenes, y en algunos casos crías (por lo menos en los de 15 belugas) son totalmente dependientes de la leche materna para sobrevivir.

Una beluga puede alcanzar un precio de un millón de dólares y una orca, 10 millones

Los expertos que acompañaron a Cousteau a las costas del Lejano Oriente ruso constataron que en la “cárcel de ballenas” se intentó adiestrar a los cetáceos para su posterior venta a acuarios y delfinarios pero que los cuidadores no les enseñaron nada más que a comer de la mano del ser humano y no llegaron a someterlos a “entrenamiento circense”, lo que facilitará su devolución al medio natural. La caza de ballenas solamente está permitida por la legislación internacional con fines científicos.

Además de los animales que han muerto, posiblemente de frío (las jaulas están rodeadas por el hielo en esta época del año y las reducidas dimensiones de las jaulas impiden a los animales moverse lo suficiente para entrar en calor), fotografías tomadas mediante drones por grupos ecologistas locales, como la sección rusa de Greenpeace, mostraban como muchos de los ejemplares sufrían sarpullidos, forúnculos, llagas y manchas, que los especialistas atribuyen a infecciones víricas, bacterianas y micóticas.

La presión internacional y la mala imagen que se estaba dando del país llevaron al mismo presidente ruso Vladimir Putin a exigir al Centro de Adaptación de Mamíferos Marinos a buscar una solución, y la oficina del Fiscal General ha abierto finalmente una investigación por posible comisión de actividades criminales (la captura con fines distintos a los educativos y culturales y la exportación de estos animales constituye un delito).