Tras cumplir los 127 años de historia, el Zoo de Barcelona enterrará el viejo modelo de parques de animales urbanos, y en un futuro próximo se convertirá en una instalación centrada “en la educación, la conservación y la investigación” donde solamente se reproducirán especies autóctonas mediterráneas amenazadas cuyos individuos puedan ser reintroducidos en la naturaleza.

Los 2.000 animales de 300 especies que no entran en esta categoría, como los elefantes, los osos, los camellos o los canguros, permanecerán en el recinto hasta su muerte sin ser reemplazados pero, siempre que se pueda, serán trasladados a santuarios o refugios donde puedan vivir el resto de sus días en mejores condiciones, en aplicación de un plan que prevé la inversión de 60 millones de euros en los próximos 15 años.

La dirección tendrá que elaborar un informe para decidir el futuro de cada especie

El plan estratégico para el futuro del Zoo diseñado por el gabinete de Ada Colau fue aprobado por el último pleno del Ayuntamiento en la pasada legislatura con los votos a favor de BComú, PdeCAT y ERC y el voto en contra de Ciudadanos, PSC y PP. En la misma sesión de refrendó una iniciativa popular impulsada por la organización animalista Libera basada en la propuesta ZooXXI para “la reconversión de estos centros en lugares de defensa y protección de los animales y de sus hábitats naturales” adaptados a “la ciencia y la ética de nuestra época”. La misma había recibido 17.204 firmas de ciudadanos validadas por el Ayuntamiento (de las 20.000 presentadas por los convocantes).

Según Libera, el barcelonés se convertirá en el primer zoológico “animalista” de Europa, pero los trabajadores del recinto no se mostraron tan satisfechos con el nuevo modelo y han convocado una huelga temerosos del futuro de sus empleos en una instalación centenaria que vive un lento declive y que recibió 834.885 visitantes en 2017, unos 130.000 menos que en 2016, cifras que podrían caer en picado tras la supresión de la mayor parte de las especies expuestas.

Leonardo Anselmi, coordinador de Zoo XXI, considera que para que la mengua de especies sea apreciable por parte de público “pueden pasar décadas” y que en ese plazo se habrán incorporado al complejo del Parc de la Ciutadella nuevos atractivos como “animales rescatados del tráfico ilegal y tecnología inmersiva para mostrar el trabajo del centro para defender hábitats sobre el terreno” mediante recreaciones de realidad virtual.

Fin del intercambio de ejemplares

Según la moción aprobada por el consistorio de la capital catalana, la dirección del Zoo tendrá que redactar un proyecto específico para cada una de las especies actuales que determine si es viable su reproducción en el recinto y si la misma podría aportar “beneficios cuantificables [para] la conservación y viabilidad de la especie” y su reintroducción en el medio natural “a corto, medio o largo plazo”. Tres años después de la presentación de los informes, se dejarán de reproducir las especies que no se vayan a reintroducir aunque se encuentren en peligro de extinción.

Entre los animales del parque barcelonés que disponen de programas de reintroducción en la naturaleza están el sapillo balear, el alcaudón chico, la tortuga mediterránea, el tritón del Montseny, la gacela común o dorcas, la espátula, la garcilla común, el autillo, el galápago leproso y los buitres negro y leonado, que según los partidos políticos que votaron en contra serán los únicos animales que podrían verse en el nuevo parque. El Zoo de Barcelona se convertirá también en refugio de animales maltratados o heridos.

Seguirán el sapillo balear, la tortuga, el autillo, la gacela común y los buitres

El único precedente a nivel internacional de una reconversión de este tipo es el del Ecoparque de Buenos Aires, rebautizado así tras clausurarse el viejo zoo porteño en 2016. En el recinto argentino los visitantes ya no entran en contacto visual con los animales que aún no se han derivado a refugios y solamente se reproducen ya dos especies gravemente amenazadas: el cóndor andino y el guacamayo rojo.

Otra de las decisiones adoptadas por el Ayuntamiento de Barcelona establece que el zoo dejará de intercambiarse ejemplares para la cría con otros parques, algo que se venía haciendo para evitar la consanguinidad. Igualmente, queda prohibido el sacrificio de animales sanos cuando no se les pueda encontrar destino en otro parque para evitar dicha consanguinidad, algo que de todas maneras ya había dejado de hacerse en Barcelona hace algún tiempo.

La Asociación Mundial de Zoos y Acuarios (Waza, en sus siglas en inglés) critica la decisión del pleno municipal barcelonés."Los impulsores de la ordenanza desconocen el rol de los zoos en la conservación de las especies en peligro”, señaló su director ejecutivo, Martin Zordan. El presidente de la Asociación Ibérica de Zoos y Acuarios (AIZA), Javier Almunia, se sumó a la oposición a la medida porque "si no reproducimos especies a largo plazo nunca sabremos si podríamos haber reintroducido en la naturaleza animales que hoy no es posible hacerlo”.

La comunidad científica también se opone mayoritariamente a la reconversión del zoo impulsada por Colau. Oriol Sabater, hijo del primatólogo pionero y descubridor del gorila albino único Copito de Nieve, la gran estrella del zoo durante décadas hasta su muerte en 2003, considera “una atrocidad que lo cierren” porque aunque “puede que los zoos en sus inicios no tuvieran buenas intenciones y sus objetivos fueran egoístas, pensando solo en el público”, hoy “son un espacio de investigación y de reproducción de valor inigualable”.

Vista aérea del Parc de la Ciutadella, con el zoológico a la derecha, detrás del Parlament / Foto: Viquipèdia