A su paso por Londres y en su estuario, el Támesis oculta otro río subacuático de desechos plásticos que igualmente desemboca en el mar del Norte, según un reciente estudio publicado en la revista Marine Pollution Bulletin. Los investigadores alertan en Plastic in the Thames: A river runs throught it (Plástico en el Támesis: Un río fluye en él) sobre los efectos desastrosos que tendrá esta corriente invisible de basura para el ecosistema marino. 

A finales de 2012, un equipo de científicos del Museo de Historia Natural y de la escuela Royal Holloway de la Universidad de Londres recogió durante tres meses, con la ayuda de redes de profundidad, residuos en siete puntos a lo largo del curso del Támesis, entre Crossness y Broadness Point.

En tres meses se recogieron 8.500 objetos, con un 20% de residuos sanitarios

En el transcurso de esta operación, los expertos sacaron a la superficie 8.490 restos, la mayoría objetos de plástico como paquetes de tabaco, envases de comida y vasos de plástico. Más del 20% de los residuos eran productos sanitarios como vendas y compresas.

Según las conclusiones de la investigación, las dos zonas más seriamente afectadas se hallan en las inmediaciones de las plantas de tratamiento de aguas residuales de Crossness y Littlebrook, lo que demuestra la ineficacia de dichas instalaciones para hacer frente a esta contaminación.

"Esta basura acuática debe ser muy tenida en cuenta al estimar la cantidad de contaminación que entra en nuestros ríos y mares, que no forman solamente aquellos objetos que podemos ver en la superficie y en la orilla ", afirma en un comunicado el biólogo David Morritt, uno de los autores del estudio.

Según los investigadores, estos datos tan sólo ilustran una parte de la magnitud del problema, ya que los objetos más grandes, como bolsas de plástico, no pudieron ser atrapados por las pequeñas redes. Así pues, alertan de que la contaminación fluvial y marina es aún mayor de la que han evidenciado sus trabajos.

Malos hábitos cotidianos

Para luchar contra los residuos no biodegradables que fluyen por el curso fluvial, los expertos proponen una medición periódica de los residuos invisibles del Támesis y poner en marcha campañas de concienciación ciudadana sobre los efectos de los hábitos cotidianos en relación con los desechos. Con el objetivo de mejorar el estado de ríos, canales, estanques y lagos; trabaja la organización Thames21, que aúna a miles de voluntarios londinenses. 

La contaminación por microplásticos es invisible pero daña la vida acuática

“El plástico puede tener un grave impacto en la vida subacuática. Los fragmentos más grandes constituyen una trampa para los animales, y las piezas más pequeñas, que contienen sustancias químicas tóxicas en altas dosis, pueden ser ingeridas e introducidas en la cadena alimentaria”, afirma Paul Clark, investigador del Museo de Historia Natural y también autor del estudio.

El plástico se descompone lentamente en fragmentos cada vez más pequeños por la acción del oleaje, la luz solar y la abrasión. Las aves, los peces e invertebrados como los cangrejos confunden estas partículas, que no son visibles desde los satélites ni las fotografías aéreas, con posible comida y los ingieren cotidianamente.

Aunque la contaminación por plásticos en los ecosistemas marinos ha sido reconocida como un grave problema, son todavía escasos los trabajos que analizan la situación en las cuencas de agua dulce. Hasta ahora, la mayoría de estudios se habían centrado en mares y océanos. Concretamente, en la sopa de basura del Pacífico Norte, el mayor vertedero marino descubierto hasta ahora, y en la también gran mancha de plásticos del Atlántico Norte.

“Los últimos estudios demuestran que debemos prestar más atención a la contaminación por plásticos en los ríos y en los lagos”, reclama Clark. En octubre del pasado año, otro estudio publicado en la revista Current Biology revelaba que el lago de Garda, situado en el norte de Italia, contenía una cantidad similar de partículas de microplástico por unidad de medida de agua a la de las muestras recogidas a orillas del mar. Y en 2012, se descubrió que los Grandes Lagos de Estados Unidos también albergaban concentraciones preocupantemente altas de partículas de plástico.